Hacía mucho frío, por lo que estaba bien abrigada, totalmente contrario a ayer que iba con ropa corta y ajustada. Hoy el plan era más simple, por lo que estaba tranquila, aún así agradecí el clima, ya que este iba a ser muy útil.
Antes de llegar al colegio me coloqué la capucha, procurando que mi rostro no se viera. Miré todo el patio principal buscando a alguien en específico, encontrando el objetivo luego de unos segundos. Caminé hacia ella normalmente, hasta chocar nuestros hombros por "accidente".
–Lo lamento mucho.– Utilicé mi antigua voz para decir aquello, recibiendo una mirada fulminante por parte de la chica, aprovechando su distracción para sacar algo de su bolsillo y guardarlo en el mío.
–Mira por donde caminas, idiota.– Me amenazó de forma chillona la pelirroja, quien no logró ver mi rostro gracias a mi amada capucha negra, que obviamente combinaba con mi cabello.
Me fui de ahí rápidamente, descubriendo mi cara luego de estar lo suficientemente lejos, sonriendo ladina por el buen trabajo que hice. Mi cabello estaba suelto, por lo que me dirigí al baño para peinarlo como siempre.
[...]
Noté que muchos de los estudiantes se mostraban sus celulares y hablaban entre ellos, ya tenía una idea de lo que podría ser, pero aún así miré disimuladamente, notando que hablaban de Bran, confirmando mis sospechas. Esto me ocasionó una leve risa, la cual nadie logró escuchar afortunadamente. Me acerqué al grupo para poder escuchar más.
–Es un estúpido abusador, se lo merecía.– Mencionó una chica incluso más baja que yo, notablemente molesta con Bran, seguramente por todos los rumores que había de él, o tal vez era otra de sus víctimas.
–¿Vieron lo pequeña que la tiene?.– Dijo burlón su compañero, provocando que todos asintieran.
–Es asqueroso.– Afirmó su amigo, poniendo una expresión de disgusto.
–Finalmente alguien lo puso en su lugar.– Este comentario fue el que más llamó mi atención, al parecer la gente apoyaba lo que hice, pero eso no iba a cambiar que ellos también habían sido unos idiotas. Simplemente les convenía lo que había hecho.
Me fui de ahí con una sonrisa malévola, completamente orgullosa del logro de hoy. Finalmente las cosas iban a mi favor y me gustaba que todo eso fuera por ser yo misma.
[...]
Una chica pelirroja entró al salón de forma repentina, por lo que la miré inconscientemente como siempre hacía, dándome cuenta de inmediato de quien se trataba. Una de las amigas de Marta, a quien le había robado la billetera, una de las que me había lanzado al lodo, Madison. Ya se había demorado.
–¿Alguien vio mi billetera?, todo mi dinero y documentos están ahí.– Preguntó nerviosa a los pocos estudiantes que estaban allí, incluida yo.
–Oh, ¿esto es tuyo?.– Le mostré la billetera, moviéndo mi mano de un lado a otro con una ceja levantada, antes de pararme del asiento.
–Sí, ¿me la puedes devolver? por favor.– Pidió nerviosa la pelirroja, ya que al parecer había recordado quien era, viendo como yo comenzaba a caminar lentamente.
–Ve a buscarla entonces.– Sonreí traviesa, confundiendo a la chica, para luego lanzar la billetera por la ventana –Ay no, que torpe que soy.– Coloqué una mano en mi boca, mirando como un estudiante recogía el objeto, lo que me ocasionó una gran satisfacción. Ella corrió hacia la ventana, mirando por esta lo mismo que yo.
–¡Eres una perra caótica!.– Gritó histérica, antes de intentar darme una cachetada, lo cual no logró, ya que sostuve su mano fuertemente. Amo mis buenos reflejos.
–Lo sé.– Me acerqué amenazante, quedando frente a frente –No te vuelvas a meter conmigo, maldita mortal.– Esto hizo erizar a la más alta, quien retrocedió anonadada –Que coincidencia, justo ayer estaba cantando una canción sobre tirar dinero.– No sé por qué eso me hizo reír levemente, antes de soltar bruscamente a la pelirroja, quien se fue corriendo del salón.
Sonreí satisfecha, sentándome en el asiento y comenzando a tararear. Sentía como todos me observaban disimuladamente, pero no me molestaba, eso confirmaba que en definitiva nadie quería hacerme enojar.
–Drop some money, dropping all my money...– Susurré mientras sacaba la libreta de la mochila, antes de tachar el nombre de Madison.
Tenía la leve preocupación de que la pelirroja le advirtiera de mi presencia a Marta, pero eso no iba a cambiar nada, no dejaría que una básica como ella arruinara mis planes, la rubia no se salvaría.
[...]
Me acosté agotada, papá había salido y estaba aburrida. No quería mirar una película sin él, sólo quería pensar. En estos dos días todo había salido bien, estaba muy feliz por ello. Pero ¿qué tal si alguien me delataba con el director o con mi padre?, no me preocupó mucho por Bran, ya que seguramente él no iría diciendo por ahí "me ató a una cama desnudo y luego me sacó una foto", ya que lo más probable era que su familia no sabía se sus encuentros lujuriosos con estudiantes. Pero por otro lado Madison, ella no tenía nada que perder, pero armar un escándalo por una billetera no era muy inteligente, ya que asumirían que la había perdido en alguna parte y si le preguntaban a alguien todos negarían haberme visto tirarla, porque ellos tampoco me detuvieron.
Eso me dejó más tranquila, de todos modos no me arrepentía de lo poco que había hecho, aún faltaban muchas cosas como para retractarme ahora y tampoco quería hacerlo, se sentía muy bien ser malvada. Soy feliz siendo yo misma por primera vez en mi vida, ya no tenía que ocultarme, al menos en el colegio.
Repentinamente pensé en papá, se había ido a un baile y lo más probable es que volviera cansado y con hambre, él no solía beber ni comer nada en esos lugares por precaución, sólo iba a liberar estrés en la pista. El amor por el baile definitivamente lo había heredado de él. Me levanté decidida a prepararle algo, aunque odiaba cocinar, seguramente mi mayor estaría feliz al llegar.
Hice una inspección en toda la cocina, encontrando múltiples vegetales, ya que ambos habíamos dejado la carne hace mucho, excluyendo el queso, que era algo que amábamos demasiado. Y así lo hice, decidida le preparé un plato de arroz con distintas verduras salteadas, con frutas cortadas de postre y limonada casera. Era simple, pero fue lo mejor que pude hacer si no quería que la casa terminara incendiada. Tardé algunas horas, ya que tenía que limpiar luego de terminar todo, pero me sentí orgullosa de mí misma.
Como había predicho, mi padre estaba tan feliz que me abrazó por cinco minutos enteros, para luego asegurarse de que nada se había quemado. Comió alegremente junto mi compañía, contándome lo divertido que había sido el baile.