El fin de semana ya había acabado, por lo que me encontraba de mal humor, sin ganas de estar entre tantas personas. De todos modos no era tan malo, hablaba con Kain cada tanto, era agradable y hasta divertido.
Él estuvo todo el día susurrando comentarios de los profesores, provocando pequeñas risas en mí, algunas no las podía controlar y el mayor me llamaba la atención.
Intentamos mantenernos en silencio, al menos la última hora, pero se nos hizo casi imposible, yo me reía al recordar las anécdotas de Kain y él se contagió con mi acto. Fue así hasta que salimos, con la intención de irnos juntos, como habíamos estado haciendo desde que nos hicimos amigos.
Caminábamos en un cómodo silencio, o al menos era así para mí, ya que al mirar a Kain, lo noté algo inquieto y pensativo. Mordía su labio inferior completamente distraído.
–Eso es una forma de autolesión.– Dije sin más, tal vez demasiado directa.
–¿Qué?.– Al parecer salió de su pequeño transe, volteando a verme confundido.
–Te estás lastimado.– Señalé sus labios mientras hablaba.
–Oh, sí. Es que yo...– No terminó la oración, simplemente balbuceó en voz baja.
–¿Estás bien?.
–Oye, tú... ¿quieres salir hoy?.– El castaño estaba aparentemente nervioso.
Yo sólo me mantuve pensando en silencio. Ya sabía mi respuesta, lo único que quería era ponerlo ansioso. Él al ver que no contestaba abrió la boca para decir algo, tal vez iba a retractarse, pero lo interrumpi rápidamente.
–Sí, claro.
–Genial.– Sonrió al instante.
[...]
Llegamos a la feria, por lo que yo comencé a gritar internamente. Hace mucho tiempo que no venía y quería subirme a todos los juegos de inmediato. Al parecer Kain estaba igual que yo, mirando hacia todas partes con sus ojos brillantes, igual que un niño. Volteó a verme segundos después.
–¿Piedra papel o tijeras para saber quién elige la primera atracción?.– Pregunté emocionada, intentando disimular la gran sonrisa que quería aparecer en mi rostro.
–Hecho...
–Piedra, papel o tijeras.– Dijimos al mismo tiempo, siendo yo la ganadora al escoger piedra y Kain tijeras.
En menos de dos segundos ya estábamos subidos al barco pirata. Por un lado estaba yo, subiendo los brazos con una enorme sonrisa esperando el mejor momento, y por otro estaba Kain, agarrándose fuertemente del asiento, con un rostro de sufrimiento y apretando sus labios, al parecer con náuseas.
Lo confirmé al bajar de la atracción, inmediatamente después el castaño se fue a vomitar al baño. Luego de eso, dejé que él eligiera el siguiente juego y... creo que cabé mi propia tumba. Decidió subir al carrusel... JUSTO EL MALDITO CARRUSEL.
Esa cosa no hace más que dar vueltas y vueltas, con sólo pensarlo ya me mareo, pero obviamente me subí, Kain se veía muy ilusionado y no quería arruinarle el momento.
Di mi mejor esfuerzo en no soltar el almuerzo justo ahí arriba, simplemente me dediqué a sostenerme fuerte del estúpido caballo falso, hasta que finalmente terminó.
Me bajé corriendo, quedando con las rodillas en el suelo y mirando este como si fuera lo más hermoso del mundo. Así fue hasta que Kain se paró a mi lado y me extendió su mano con una sonrisa apenada, para ayudarme a levantarme.
–No fue para tanto.– Solté sin más, antes de agarrar su mano malhumorada.
–Y por eso estás en el suelo...