[Días después]
Todo estaba relativamente tranquilo, decidí dejar mis maldades por un tiempo, al menos hasta que me llamaran de la empresa a pesar de lo mucho que extrañaba crear caos por donde fuera. Quería guardar mis energías para la siguiente "misión", así que me dediqué a descansar, estudiar y salir de vez en cuando con Kain, que de hecho estaba sentado conmigo ahora en el suelo de mi habitación.
Hacíamos una guerra de miradas, la misma que empezamos hace ya tres minutos, aunque Kain tenía cierta ventaja en esto por sus ojos pequeños. Ambos teníamos los ojos llorosos, dolían mucho pero ninguno quería perder. Así fue hasta que mi celular sonó, provocando que me sorprendiera y parpadeara. Esto hizo reír al castaño frente a mí, a quien se le caían las lágrimas por finalmente cerrar sus ojos.
–¿Hola?.– Pregunté luego de contestar la llamada. Era un número desconocido, tenía que tener cuidado con estas cosas.
–Hola, ¿señorita... Caos Rachel?.– Habló una señora joven a través del celular, una voz que se me hace muy familiar.
–Sí, ella habla.– Claramente usé una voz amable, no podía estar insultando a alguien que no conozco, aún me queda un poco de cordura... creo.
–Llamo para notificarle que su currículo a sido aceptado, podrá venir este Martes a dar su entrevista.– Claro, ya la recordé, era la recepcionista del otro día.
Kain me miraba curioso, con obvias ganas de saber con quién hablaba, pero se mantuvo quieto y sin cuestionar. Yo me sorprendí por las palabras de la recepcionista, alegre de que mi plan fuera como esperaba.
–¿En serio?, muchas gracias.– Dije emocionada, como si mis razones para conseguir el empleo fueran económicas o estudiantiles.
La mujer me dio algunas explicaciones más y luego me cortó, no sin antes despedirse apropiadamente. Me mantuve en silencio unos minutos mirando al castaño con una sonrisa, provocando que él pusiera un rostro de espera, claramente incómodo. Esto sin duda me causó gracia, pero sólo solté una leve risa.
–Bueno... ¿y?.– Preguntó incómodo, desviando su mirada consecutivas veces.
–Oh, eran de la empresa de la señora Stella... aceptaron mi currículo.– Dije de forma despreocupada, utilizando un poco de psicología para divertirme un poco.
–Oh...– Él actuó igual que yo, sin prestar importancia a lo que acababa de decir, hasta que pensó y finalmente lo notó –Espera, ¿qué?.– Estaba claramente confundido, pero eso no le quitaba su repentina sonrisa. Yo sólo comencé a reír por sus acciones.
–¡Felicidades!, te dije que todo saldría bien.– Con su entusiasmo logró ponerme feliz a mí también, esa era una de las cosas que me encantaba de él.
–Gracias por tu apoyo.– Agradecí, antes de ver como se acercaba a mi un poco, extendiendo sus brazos para que lo abrazara, lo cual hice sin dudarlo –Pero este es sólo el comienzo...–
[...]
[Martes]
Nos encontramos nuevamente en la empresa de la señora Stella Rothen, esta vez para dar mi entrevista de trabajo. Claramente Kain me acompañaba, se lo había pedido el día que me llamaron.
Esperábamos mi turno tranquilamente mientras hablábamos de cosas casuales, cosas simples que queríamos saber del otro. Descubrí que su apellido es Miller... Kain Miller... que bien suena...
–¿Señorita Caos Rogers?.– Preguntó la secretaria. Esta vez era una señora mayor, afroamericana, con su cabello entre canoso y rojizo, baja pero con unos incómodos tacones, aún así se veía hermosa e inteligente. O tal vez era yo quien veía a todas las personas del mundo hermosas... mejor dicho casi todas, menos a los que eran malvados sin razones.
–Aquí.– Levanté mi mano para que la señora me identificara –Vuelvo en unos minutos.– Le avisé a Kain mientras me paraba.
–No la necesitas, pero te deseo suerte.– Me hizo una señal de "okey" con su mano mientras mantenía una sonrisa confiada.
–Gracias.– Sonreí de la misma manera, siendo contagiada por la confianza del castaño.
La señora me llevó hasta una oficina donde me esperaban tres personas, o para ser más específica, Stella Rothen junto a dos hombres más, ellos serían los que me hicieran las preguntas.
Entré confiada, intentando controlar mis impulsos al ver a la mujer que me dio la vida pero que no se atrevió a preguntar por mí ni una sola vez.
–Buenos días, me llamo Rachel, un gusto conocerlos.– Los saludé a todos con la mano, sintiendo ganas de apretar fuertemente la mano de la pelinegra, lo que obviamente no hice.
Estuvo toda la entrevista con su celular, escuchando música y enviando mensajes. Eso sólo me recalcó lo estúpida que era y que no sabía manejar la empresa como se debía. Estaba gozando los millones que heredó de su marido sin mover ni un sólo dedo para trabajar.
Esto enfureció a los señores que se encontraban a su lado, pero no dijeron nada. Por otro lado me tranquilizó, ya que esto significaba que no se había dado cuenta de mi nombre. Todo fue bien, había practicado las respuestas junto a papá así que estaba preparada.
[...]
Al terminar la señora me llevó de nuevo con Kain, quien escuchaba música tranquilamente en su asiento moviendo su cabeza de un lado a otro, seguramente al ritmo de la canción, manteniendo sus ojos cerrados y sintiendo la música.
Me acerqué sigilosamente llegando a escuchar un poco de la canción a través de sus audífonos. Está escuchando Tranquilísimo... basta, lo amo, su lista de reproducción es tan random como la mía.
–La goma chilla, baja la ventanilla y el que está dentro soy yo comiendo cheeto pandilla, tranquilísimo.– Canté luego de robarle un audífono, sacándolo de sí por unos segundos hasta que sonrió.
–¿La conoces?.– Me preguntó mientras detenía la canción para escucharme.
–Conozco muchos géneros de música, además me apareció en un video luego de mirar Tokyo Revengers.– Y no mentía, fue una de las mejores series que me he visto.
–Cásate conmigo.– Dijo inmediatamente, eso me sorprendió pero luego comenzamos a reír levemente.
–Acepto, pero aún no.– Respondí lo más casual que pude, noté que él no se esperaba eso cuando vi su rostro impresionado con sus ojos abiertos al igual que su boca –¿Nos vamos?.– Sólo recibí un asentimiento de su parte, aún estaba anonadado.
Me paré repentinamente, comenzando a caminar y haciéndolo salir de su pequeño transe. Sacudió su cabeza para luego acercarse apresurado hasta estar a mi lado. Estaba un poco apenada luego de su reacción, ya que lo había dicho como broma, aún no sabía lo que él sentía por mí, tal vez sólo me ve como una amiga. De todos modos esa expresión me había subido el autoestima, incluso más de lo que ya estaba.
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