Era un nuevo día de invierno, el sol brillaba, aún así había una fresca brisa que contrastaba perfectamente, lo sabía al ver las hojas de los árboles moverse a través de la ventana, era realmente relajante. Luego de unos segundos volteé la mirada al escritorio frente a mí.
–Así que hoy le toca a Brittany...– Susurré leyendo mi hermosa libreta. La había decorado yo misma, tanto en el interior como el exterior.
La tapa era negra, con una equis blanca gigante que cubre todo el centro, aunque dentro de ella también tenía pequeñas equis en negro. En el interior había decorado con pequeños diamantes las esquinas de las hojas, con algunas frases de canciones en Inglés.
Brittany, la otra chica que me empujó al lodo y me pateó junto a las demás, tenía algo pensado para ella, según mi opinión no era tan malo, pero quería guardar la energía e imaginación para los peores en la lista.
Guardé la libreta nuevamente en mi mochila, para luego intentar peinarme, a pesar de lo mucho que lo intentara, uno de mis moños no quedaba bien, por lo que me paré frustrada, saliendo de la habitación para ir a la sala.
–Papi, necesito tu ayuda.– Pedí inocentemente, mostrando la mitad de mi cabello suelto.
El hombre al voltear suspiró mientras sonreía, viendo como me sentaba en el sillón para que me peinara. Eso me hizo recordar la escena de Rapunzel, por lo que comencé a tararear la canción de aquella película.
–Sigues siendo una bebé.– Aclaró mi padre, comenzando a amarrar mi cabello negro, que por sierto es mi color natural y lo adoro.
–Si quieres puedo comportarme como adulta y llamarte por tu nombre, Jack.– Se me hizo extraño decir el nombre de mi padre, pero sabía que él estaba con el ceño fruncido por esto.
–Que no se te ocurra, sigues siendo mi hija pequeña.– Amarró todo con la liga –Listo.–
–Tu única hija. Gracias, papi.– Sonreí, para luego pararme, mirando mi peinado en el espejo que estaba detrás del sillón.
–Tienes razón, querida.– El mayor se sentó y encendió la televisión, hoy era su día libre y estaba feliz por él, se merecía un descanso.
Pasaron algunos minutos, donde arreglaba mi mochila, mientras miraba de reojo lo que pasaban en las noticias, aunque ninguno de los dos solía mirar ese canal. Papá se veía mucho mejor, ya no lloraba por su reciente fracaso amoroso, había vuelto a ser el de antes, pero aún así me preocupaba, quería hacer algo que le gustara a mi mayor, pero sin salir de la casa, ya que luego tenía que ir a mis clases de karate.
–Me dieron ganas de ver John Wick, ¿la miramos cuando vuelva?.– Pregunté neutral, colocándome la mochila, antes de acercarme a mi padre para besar su mejilla.
–Uh, el sabroso de John Wick, claro que sí.– Accedió el mayor, haciéndome reír repentinamente.
[...]
Había pasado un buen rato buscando a una castaña, lo más seguro es que le habían advertido de mí y se estaba escondiendo, pero esa idea se borró cuando la vi al lado de mi casillero, con sus audífonos puestos y enviando mensajes.
Aproveché la coincidencia y me acerqué normalmente, abriendo mi casillero para guardar algunos libros. Cuando terminé cerré la puerta y saqué un cúter de mi bolsillo, para así cortar la parte trasera del pantalón de la joven. Noté que tenía la ropa interior manchada de rojo, o más bien menstruación, todo iba mejor de lo que esperaba.
Luego de eso volví a guardar el objeto rápidamente, antes de recostarme en el casillero y fingir que enviaba un mensaje. Extrañamente la castaña no se dio cuenta de nada y se fue con sus amigas.
La estuve siguiendo durante todo el resto del día, con la debida distancia para que no se diera cuenta. Muchos de los que se daban cuenta se comenzaban a reír escandalosamente, provocando que la chica los mirara extrañada, sintiéndose incómoda.
Después de algunas horas su amiga se dio cuenta y se lo dijo, por lo que llegué a escuchar un pequeño grito, lo que me ocasionó una sonrisa. Su compañera le ofreció su abrigo, el que sin duda aceptó y se lo ató al rededor de la cintura. Brittany miró por todos lados buscando al culpable, posando sus ojos en mí segundos después. Yo simplemente le sonreí malévola, para luego lanzarle un beso e irme.
Pude caminar algunos minutos tranquilamente, me dirigía a la salida, hasta que escuché unos pasos tras de mí, sabiendo de inmediato quién era.
–¡¿Cómo te atreves?, maldita zorra!.– Gritó la castaña, para luego tomar mi hombro bruscamente, lo que no fue buena idea, ya que al darme vuelta tomé su brazo doblando su muñeca en un rápido movimiento.
–La verdadera pregunta es: ¿cómo te atreves a tocarme?.– Corregí enojada. Brittany se puso nerviosa, sabía que en cualquier momento podía romper su brazo –Es incluso menos de lo que te mereces por lo que hiciste, vas a conformarte con eso.– Verla de cerca me había recordado todo el dolor que sentí con sus golpes, por lo que la empujé al suelo, ya que si le rompía el brazo, luego seguir con mis venganzas iba a ser complicado. Decidí retomar mi camino, tan calmada como antes.
–Vas a pagar.– Amenazó Brittany, aún en el suelo, no tenía las agallas para enfrentarme estando sola.
–Esperaré ese día con ancias, así verán con quién se metieron.– Sonreí con aires de superioridad, sin parar la caminata en ningún momento.
Me fui dejando a la castaña en el suelo, siendo observada por los pocos estudiantes que aún estaban en el colegio. Otra venganza cumplida, con algunas complicaciones, pero nada que no pueda resolver.
[...]
–Ya llegué, papi.– Dije al llegar a la casa, viendo a mi padre ir hacia la sala con un tazón de palomitas y bebidas en sus manos. Había salido de mis clases de karate dispuesta a preparar todo para mirar películas, al parecer papá estaba muy emocionado.
–¡Maratón del sabroso John Wick!.– Gritó sonriente el hombre cuando yo me acercaba a él, para luego darme un abrazo.
–Mi día estuvo bien, gracias.– Hablé como pude, ya que el abrazo era muy fuerte y el pecho de aquel hombre aplastaba mi mejilla.
–Oh, me alegro, querida.– Me soltó luego de decir eso, acerrcandoce a la televisión para poner la película.
–No creo que aguante ver morir a la perrita de nuevo, pero todo por mi padre.– Lo había pensado en voz alta mientras me sentaba, provocando que el mayor volteara a mirarme totalmente enternecido.
–Basta, voy a llorar y ni siquiera empezó la película.– Dijo el "joven" Jack, volviendo conmigo para sentarse a mi lado.
La película inició, por lo que acerqué el tazón de palomitas, colocándolo en medio de ambos, para así comenzar a comer lentamente junto al mayor. Puede que sea una mala persona, pero realmente disfrutaba los momentos en donde podía estar tranquila en familia junto a mi padre haciendo cualquier cosa.
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