Capítulo Cinco

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Aquel domingo por la mañana, doña Margarita, una señora de sesenta y dos años, tenía la costumbre de salir muy temprano de su casa, luego de beber un té de hojas y un pan tostado con su mantequilla preferida. Le gustaba barrer las hojas que caían de los árboles aledaños a su hogar. Le gustaba que su fachada debía de estar muy presentable para cualquier visita, en cual frecuentaban mucho, ya sean hijos, nietos, amigas de su club donde se reunían todos los jueves en varias casas de algunas vecinas a tomar un té y conversar sobre quien está muerto o próximo a ello. Le gustaba que su casa quedase al lado de una plazoleta, que siempre le ayuda a descansar y aprovechar de conversar con vecinos que andan paseando sus mascotas temprano. Pero ese domingo, doña Margarita se levantó más temprano de lo habitual y a las siete de la mañana ya estaba afuera con su escoba y pala, para dejar todo en orden.

Y así fue. Las hojas mojadas por la humedad ya no estaban y sus plantas todas estaban bien atendidas. Dejó los restos de todo lo recogido en la pala y decidió mirar hacia la plazoleta. Encontró con desagrado que, al parecer, un tipo había dormido ahí aquella noche. Eso es lo que ella creía, puesto que vio unas mantas bastante sucias y manchadas, que estaban tapando a alguien completamente. Con cierto enojo y temor, fue a ver si su marido estaba en pie. Don Julio ya estaba terminando su sagrada taza de café cuando siente que su esposa lo llama desde el exterior.

- ¿Qué pasa, mujer? – Exaspera don Julio, atando los últimos botones de su chaleco.

- Mira, mira allá en la plaza. Parece que un tipo se quedó a dormir ahí. ¿Lo despierto? – Dice alarmada doña Margarita, aunque sin ánimos de querer hacerlo.

- ¡Estás loca! Ni siquiera vayas para allá. Quizás qué vago se mandó a cambiar para acá... - Respondió don Julio ya dándose vuelta para volver a casa.

Pero doña Margarita estaba muy lejos de volver. Con mucho sigilo, se acercó solo para ver más de cerca la situación, pero no planeaba despertarlo ni nada. Lo que la horrorizó fue encontrar manchas de sangre alrededor del lugar, en las mantas, en el pasto, en la tierra. Caminó lo más rápido que pudo mientras llegaba a su casa para decirle a su marido que llamase a Carabineros. Algo no andaba bien. Nada de bien.

La patrulla llegó media hora más tarde y ya varias personas habían pasado por la plazoleta, pero ignoraban aquel bulto tirado en el pasto. Uno de los carabineros se acercó a la persona acostada y levantó la manta. Un poco atónito, se dirigió a su compañero.

- Rodríguez, llame de inmediato a la central. Hay una chica muerta acá.

Y al igual que con el cuerpo encontrado de Catalina, la policía cerró totalmente la plaza y las miradas de los curiosos no tardaron en llegar. Videos y mensajes en redes ya hablaban de un segundo ataque del asesino del sector. El personal de la PDI ya había llegado al lugar y efectivamente, encontraron a una chica de tez morena, pelo negro y rizado, bien vestida, y con unas manchas de sangre en su pecho. Tras hacer las primeras revisiones, habría sido apuñalada en varias ocasiones. No había rastros del arma homicida, pero lo que si encontraron fueron sus documentos. La foto de carnet era antigua. Aún le faltaban un par de años para renovarlo. Quería estar bien presentable para el nuevo carnet que le tocaba tener luego que terminara su carrera. Aquella era Tamara Peña.

La policía llegó al campamento dos horas después luego que fue encontrado el cuerpo y se le dio el fatídico comunicado a su único familiar: Carlos y a las personas con quien vivía. La noticia fue un golpe al corazón terrible para la comunidad. Tamara, la chica que los representaba y daba la lucha por ellos, había sido asesinada. La familia que vivía con ella y su hermano, partieron a reconocer el cuerpo y realizar los trámites correspondientes. En cosa de horas, la noticia ya era conocida por toda la comuna, región y país. La segunda muerte Del Zarco. Ya no era un secuestro de muchos días, puesto que se vio trabajando para su comunidad el día anterior. Fue un asesinato a sangre fría. Y según contaban sus vecinos, fue vista por última vez con su amiga. Con Ángela.

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