Capítulo 4

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Por otro lado, Free se encontraba enfrente de los otros tres líderes, quienes le miraban impacientes, buscando su explicación sobre los rumores y el quebrantamiento de la ley.

—¡¿Explicanos que ese rumor Free De La Hoya?!—grito el peli verde con claro enojó, hace muchísimos años sus ancestros habían puesto esas leyes y Free había implementado más de estás ahora el mismo las rompía.

—Solo pasó y eso es todo—dio un gran bostezo, él no lo había hecho pero le encantaba molestar a sus tres consejeros.

—Deja de jugar, esto es serio, Free…—musitó un rubio, sentado a un lado del peli verde, mirando al de mechón rojo con clara decepción. Aunque apostaba que al chico poco le importaba.

—Free, se te dió el mando a ti del reino por una razón: eres el más fuerte pero si juegas a romper las reglas es mejor que hagamos otro duelo para dar el trono—comentó otro de los consejeros más jóvenes de ahí, pero que tenía sabiduría, Lane.

—¿Para qué?—rió levemente, adoptando un semblante más serio que antes—¿Quieren que nos vuelvan a atacar? Hazlo, ¿Quieres que todos los candidatos pierdan contra mi? Los voy a esperar.

—Cualquiera de ellos es más listo que tú—señaló Wakiya, soltando un suspiro pesado—. Acabas de quebrantar una de nuestras leyes más importantes, es el legado de nuestros antepasados, Free…

—Vaya reino de chismosos que tenemos—acomodó su pelo y miró a estos tres con más seriedad que antes—Esa "doncella" es chico, no es mi novia. Él lleva en sus manos a un niño que una señora se lo entregó, una humana, el bebé es producto del quebrantamiento de las leyes—ahora los de alto mando se desconcertaron—Yo solo salvé a uno de mi especie de los malditos humanos, pero ese de ahí no suelta al bebé y ese bebé no para de lanzarme ¡ramas!

Creíble hasta cierto punto, pues él mismo lo había dicho, era el más poderoso.

—¿Ramas? —inquirió Wakiya extrañado, al igual que los otros que seguramente se debatían entre sí creerle o no. Lo pensó un momento antes de hablar—. Trae al niño… Nos encargaremos de aquí en adelante.

—No—negó el mayor, y si era necesario usaría su magia—Lo llevaré con su padre y eso es todo, nada de que una ley fue quebrantada saldrá de que yo traje a un humano.

—¡Traiganlo!—vociferó Silas y de inmediato trajeron a rastras a Shu y al bebé.

—¡Shu! ¿Estás bien?—corrió a su lado viendo mal a los guardias, el bebé al menos estaba bien—¡¿Qué les sucede?! ¡¿Están desafiando mi autoridad?!

—¡Tú nos has desafiado a nosotros! ¡Ya es suficiente! ¡Lleven a este humano a sus tierras y traigan al bebé! —ordenó, levantándose de su asiento junto a los otros dos.

De paso Shu intentaba forcejear para zafarse y salvar al bebé.

—¡No van a quitarlo de mi lado!—declaró el albino, abrazando con más fuerza al niño.

—¡Ya basta!—Free gritó desprendiendo una magia terrorífica, color negro, sus ojos se tornaron amarillos y miró a los tres consejeros—Dejalo en paz.

La voz del rubio retumbó por todos los lugares del palacio, asustando a todos los guardias y criaturas que deambulaban como si nada.

Wakiya y los demás del consejo temblaron un poco ante aquello, quedándose quietos en su lugar.

Por su lado Shu, que no había sido afectado por aquello, estaba ardiendo en rabia.

—"¿Con qué no nos iban a atacar, eh?"—pensó irónico, tentado en soltar un golpe al rubio ahí mismo—. "¿Con qué tú pueblo no es como el mío?"—siguió, soltando un suspiro.

𝐃𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐨𝐜𝐮𝐫𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐠𝐢𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora