Capítulo 8

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- Su madre irá a Inglaterra y ella se negó a ir.

-¿No tiene dónde quedarse? -Pregunto con cierta ironía en mi voz.

- No quiere quedarse sola en esa mansión, sabes la situación en que está.

Mina puede tener todo lo que quiera en cuestión de minutos y estoy segura que con solo una llamada y pasándose de víctima, pudo lograr que mi padre acepte su llegada.

Me levanté y me despedí de mis padres sin dirigirle la mirada a ninguno de ellos, seria obligación delante de otras personas pero estando sin otros ojos curiosos por mi interacción con mis padres, podría ser ciertamente yo, cero cariñosa.

[...]

En el instituto siempre fui la que más llamaba la atención, no lo negaría, se que soy atractiva y mis calificaciones son altas. ¿Quién no querría andar con alguien como yo?.

Todas las miradas de repente se fijaron en la entrada y eso de cierta manera me dio aún más curiosidad. A lo lejos divise a un grupo riendose de forma estruendosa señalando el lugar en dónde la mayoría miraba. Me acerco y de lejos divise Jennie, ¿por qué la miran?.

Mire a los alrededores y algunos estaban fotografiando y otros solamente burlandose, esto no me agrada en lo absoluto.

Aún más curiosa y con los nervios de punta me acerco y la castaña estaba en el suelo con su cabello alborotado y sus mejillas rojas. Sin pensarlo me acerco.

-Jennie - Me arrodillo delante de ella y bajo mi mirada tratando de hacer contacto con los suyos.

Escuchar sus sollozos me rompían en mil pedazos, quería abrazarla y protegerla.

Una vez más intento llamar su atención pero nada, con duda y temor pongo unas de mis manos encima de la suya entrelazandolo y cierro mis ojos esperando lo peor. Nada... absolutamente nada paso.

Abro mis ojos lentamente encontrándome con los suyos mirándome con algunas pequeñas lagrimas rondando en su mejilla, sus labios estaban rotos y con un poco de sangre.

- ¿Que te hicieron? - La ira empezaba a acumularse y sentía la necesidad de encontrar al que le hizo esto.

- Nada. - La miré por unos segundos y después bajé la mirada a nuestras manos, ella ya las tenía alejadas, me habia quedado con ganas de tener esas manos suaves entrelazadas con las mías por más tiempo.

Sin tiempo de pensar me levanté con la esperanza de ayudarla a pararse, pero al parecer Jennie tenía otros planes y en eso no estaba aceptar mi ayuda.

-¿Quieres algo? quizás limpiar tus labios, tengo algunas cosas que te ayudarían a desinflamarlo- Tenia vergüenza, escuchaba murmullos y alcance a escuchar que una chica decía "Lisa la está ayudando, ¿como puede ayudar a esa mosoca inservible?" y otro "seguro esa chica quiere quedarse con Lisa por su dinero, es una interesada" y más sucesivamente, mi preocupación estaba en ella.

La mire aterrorizada esperando que no escuchase.

Y si, lo escucho...

Tenía sus cejas fruncidas y las manos apretadas en un puño, Jennie definitivamente parecía un gatito enojado queriendo dar miedo. Se veía tan adorable aún así...

- Qué me dejes - Mi pecho se estrujo al escuchar eso de parte de ella, en menos de cinco segundos tenia un nudo en la garganta, esperaba que quizás aceptase mi ayuda.

Asenti cabizbaja y la miré por última vez con una tristeza profunda, en sus ojos notaba cierta preocupación, que ironía.

Los murmullos se hicieron aún más fuerte y avergonzada salgo del instituto, no quería ser burla de este día. Sabía que mañana empezarían a decir que la famosísima Lisa fue rechazada por una chica. Y no me avergonzaria de eso, es el simple hecho de que involucra a Jennie...

Jennie

El nudo en la garganta y el fuerte dolor en mis labios me impedía ir detrás de Lisa, sabía que nuevamente había alejado a esa chica, de alguna u otra forma conseguía alejarla siempre, estaba arrepentida, frustrada y otra vez sin la presencia de aquella rubia de ojos marrones.

Quizás el destino siempre quiso que no la busque, pero la necesidad de tenerla cerca era tan fuerte que ilusamente pensé que esta vez tendría la oportunidad de volver a hablar con ella y lo volví a cagar.

La vi saliendo del instituto con la cabeza agachada y pude notar un pequeño puchero de su parte, el simple hecho de saber que quizás la heri fue suficiente para armarme de valor y seguirla sin ser vista por otras personas.

Ven conmigo. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora