2

11 0 0
                                    


—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Allison, con una mezcla de reproche y genuina incredulidad. La pelinegra acababa de enterarse del incidente, y no había dudado en ir directamente al dormitorio de Julietta, seguida de los otros jóvenes alfas, que miraban con una mezcla de curiosidad y desconcierto a su líder.

—Fue solo una bienvenida, Allison, nada más —contestó Julietta con voz cansada, como si el tema le resultara ya agotador. Se dejó caer sobre la cama, tomando un libro entre sus manos: Crepúsculo. Había empezado a leerlo por curiosidad, y aunque no era algo que admitiría en voz alta, estaba empezando a pensar que el libro era mejor que la película.

Allison, el gemelo callado y el alfa egocéntrico de ojos celestes permanecieron de pie, observándola con ojos inquisitivos. Julietta sabía que ninguno estaba satisfecho con su respuesta; podía sentir sus miradas ardiendo de curiosidad, esperando una explicación más profunda, algo que les revelara el verdadero motivo detrás de sus actos.

—¿En serio? —Allison arqueó una ceja, cruzando los brazos—. No suena muy convincente que arriesgues una tregua solo para una "bienvenida".

Julietta suspiró, cerrando el libro con un movimiento pausado. Sus ojos escanearon a cada uno de los presentes, como si evaluara si merecían escuchar más. Había algo en sus miradas, en su insistencia silenciosa, que le hizo considerar abrirse un poco más, aunque sin revelar demasiado.

—Miren, no tengo que justificarme, y menos ante ustedes. Pero supongo que merecen saber algo —dijo, dejando el libro a un lado—. Algunos lobos, como yo, prefieren saber con quién están tratando desde el primer encuentro. No confío en nadie a ciegas, y menos en alguien que podría amenazar a nuestra manada. Mi "bienvenida", como ustedes le llaman, fue un simple recordatorio de quién manda aquí.

El gemelo levantó una mano, como pidiendo permiso para hablar, y luego se atrevió a preguntar:

—¿Es eso lo que le decimos a los demás cuando nos pregunten por qué casi matas a uno de los nuestros?

Julietta esbozó una sonrisa fría, tan cortante como el acero.

—Puedes decírselo si quieres, pero la verdad es que, en este juego, solo sobreviven los que son lo suficientemente fuertes para entender de qué va. Y si alguno de ustedes cree que ser alfa significa siempre ser amable, están en el lugar equivocado.

Los alfas novatos intercambiaron miradas, quizás aún algo perdidos en el mar de palabras calculadas de su líder, pero también algo impresionados. Sabían que Julietta no era el tipo de líder que daban respuestas sencillas ni que brindaba protección sin expectativas.

—Algún día lo entenderán. Pero por ahora, váyanse a preparar, porque una de las manadas más poderosas está en camino, y tú serás la primera en su lista, nena —le guiñó el ojo a Allison con una sonrisa enigmática, a lo que la pelinegra respondió con una leve sonrisa de reconocimiento.

Allison era fuerte y valiente, una guerrera con un alma noble, aunque dentro de ella aún latía una vulnerabilidad que a veces la hacía dudar. Sin embargo, eso jamás la había detenido. Sabía que, en muchas manadas, la furia y la venganza eran el motor que las impulsaba a sobrevivir. La pelinegra no podía evitar recordar a su antigua manada, a aquellos a quienes había perdido en combate, y en cada recuerdo encontraba una fuerza renovada que endurecía su corazón y afilaba sus instintos.

—¿Necesitan algo más? —preguntó Julietta, arqueando una ceja con una sonrisa apenas esbozada, pero con una chispa desafiante en sus ojos.

Los tres alfas más jóvenes intercambiaron miradas y, al comprender que ya no habría más respuestas, negaron con la cabeza y abandonaron el dormitorio en silencio.

Teen Kanima (TEEN WOLF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora