XIV

741 80 92
                                    

"Oh, linda nena, tú eres mi motivadora. Me tienes cambiando mis palabras y mi comportamiento. Linda dama, tú eres mi manipuladora. Me tienes marcando tu número solo para escucharte. Dime las cosas que tú quieres, yo te daré todo lo que tengo. Abre tus ojos, entonces verás... Que solo somos tú y yo. Solamente. Tirando de la llave. Solo viviendo en un sueño. Solo somos tú y yo. Solamente. Escuchándote respirar. Mi desastre, tú eres mi única respuesta"

Only-Imagine Dragons

...

Terminaron en un gran salón, adornado pulcramente por un candelabro y sillas de madera talladas a mano, habían uno que otro cuadro con retratos, la mayoría de las tres Alfas y del Omega; al igual que un cuadro, el más grande de toda la estancia, encontrándose plasmada con decoro a Lady Alysa y una atractiva rubia de ojos esmeralda a su lado, no era necesario sumar uno más uno para llegar a la conclusión de que era la madre de los cuatro hermanos.

Gadea miraba todo con embelesamiento, abarcando con su irises grises aquello nuevo para ella. Aunque en realidad su ahínco en pasear su mirada por todo el amplio salón era para encontrar a Aldara, hacía unos buenos minutos que la Alfa seguía desaparecida con la anfitriona del castillo.

—El cuadro más grande fue un retrato hecho como regalo de bodas para mis padres—el ensimismamiento de la castaña fue inrrumpido por la voz melódica del único Omega, a parte de ella, en la estancia. Disuadió su mirada del imponente cuadro, para posarla en el pelinegro de ojos verdes—. Mi madre, Camille, es la rubia de ojos verdes; la otra, ciertamente la conoces, es mi padre. Madre decía que padre no se mantenía quieta, aunque ella le recriminaba con sus amenazantes ojos verdes—miró el cuadro, dibujando una difuminada sonrisa melancólica.

—¿Dónde está ella? —preguntó Gadea, mirando nuevamente por todo el lugar. Belmont bajó el rostro y, suspiró, dejando salir pequeñas muestras de sus feromonas, olía a tristeza.

—Ella murió cuando teníamos cinco años—los Alfas, que hasta ese momento se encontraban jugando a una pequeña luchita de pulsadas ignorando la conversación que mantenían los otros dos jóvenes, miraron rápidamente hacia la dirección en donde los únicos dos Omegas se encontraban sentados. Las hermanas, como las mayores y Alfas se crisparon acercándose en tropezones a su pequeño hermanito, al igual que Félix que se cayó de bruces al suelo tapizado de una suave alfombra, para posteriormente pararse cual resorte.

Gadea, al percatarse que una avalancha de feromonas Alfas se acercaba hasta donde se encontradas terminó emitiendo un pequeño chillido, asustada por tanto olor potente. Los cuatro Alfas se acercaron hasta donde se encontraba el pelinegro.

Como los tarugos que llegaban a ser, empezaron a balbucear, hablando al mismo tiempo y amedrentando mucho más a la pobre Omega, que contenía pequeñas lágrimas en sus ojitos grises. Las feromonas habían rodeado a Belmont, no a ella, a ella la estaban alejando, amenazando y para la pobre Gadea que no acostumbraba a convivir con Alfas y mucho menos con otros Omegas, aquello la inhibía. Volvió a dar un pequeño chillido.

Victoria que miraba todo alejada del tumulto y esperando a escuchar que era lo que acontecía, escuchó el primer chillido de Gadea. La Alfa se quedó fija en su lugar, ¿A caso Gadea acababa de hacer lo que ella pensaba que había hecho? Al escuchar el segundo chillido y buscar a Gadea entre la tropa de Alfas que desprendían feromonas a diestra y siniestra, la encontró engarrotada, había subido sus piernitas en la enorme silla y abrazaba con ambos bracitos estas mismas, como buscando ocultarse de todo; de por sí aquella imagen no era alentadora, para rematarle a la faena, la Omega empezaba a lagrimear.

The Real Enmity (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora