XII

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"Nacimos solos y moriremos solos. En camino para seguir, pero no lo siento ahora... Mírame irme, mírame de arriba para abajo. Mírame recogiéndome de la clandestinidad. He muerto algunas veces antes. Sé que es como cuando puedo ver la luz, encuentro luz propia. Brilla como un diamante, como un diamante solitario"

Madalen Duke-Born Alone, Die Alone

...

Llevaban unas cuantas horas en el camino. Adoloridos por llevar horas sin parar de estar sentados, después de haber encontrado al salvaje decidieron huir inmediatamente del lugar, con la preocupación de que los detectara por sus olores. De esa forma duraron unas horas, huyendo lo más lejos posible.

—Si no paramos ahora, juro que mi culo se caerá—dramatizó Félix. Las demás pararon y lo miraron—. No muy lejos de aquí hay una pequeña villa, deberíamos ir allí a dormir a un lugar cómodo—propuso.

Las miradas se posaron automáticamente a Aldara, que alzó su ceja derecha, mostrando su cicatriz que hasta entonces no había dado tanta atención Gadea.

—¿Cuánto nos llevaría llegar hasta allí? —preguntó, haciéndose como la que no desea algo.

—Unas cuantas horas, queda en dirección al norte, no nos tomaría mucho tiempo—explicó, esperanzado.

—La verdad es que deseo una cama—confesó Aldara—. Solo será por una noche y mañana volvemos a nuestro camino—advirtió, lo más severa posible.

Los dos Alfas y la Omega celebraron. Emprendieron camino hacia la villa que Félix felizmente recomendó. La verdad es que ninguno de los tres no habían llegado a estar nunca en el lugar, pero sabían que anualmente la villa celebraba un baile en celebración del verano. Los señores de aquellas tierras, ofrecían un banquete y música para todos los residentes, en conclusión, una celebración pintoresca.

El camino rumbo a la villa fue calmado, los rayos del sol calentaba los cuerpos y los ponía sedientos. Pero allí en fuera, todo era tan tranquilo, que no podían esperar que algo malo les pasara.

Para cuando unas tres horas se habían cumplido, empezaron a divisar las primeras casas de la villa. Eran pequeñas, rusticas y pintorescas. El olor que desprendía el lugar era a flores silvestres, por todos lados. Las personas que los veían pasar les alzaban las manos en un saludo cordial y una enorme sonrisa.

Hasta que por fin llegaron al centro de la villa, divisando, no muy a lo lejos, un precioso castillo. Con dos torres, un muro entallado en terracota y las banderas de los regentes del lugar. El castillo era precioso, pero en comparación al castillo donde Gadea ha vivido la mayor parte de su vida, se podría comparar a una pequeña representación a pequeña escala. El castillo de la villa entraba como tres o cuatro veces en el castillo de los reyes.

Sin mencionar alguna palabra miraron las callejuelas, adornadas con adoquines, una fuente y losetas de terracota. Las casas pintadas en su mayoría de un color verdoso, cálido para la vista.

Además, que la villa estaba siendo decorada, con hileras de adornos florales, unos cuantos adornos con margaritas y escuchando música en el fondo de todo. Un lugar concurrido y ciertamente, agradable.

[...]

Después de entretenerse unos cuantos minutos en mirar los alrededores, descubrir que la villa se dedicaba a la producción de leche y trigo, mirar un poco más de cerca del castillo y encontrar por doquier a personas muy simpáticas. Llegaron a una humilde posada, más pequeña a la que ellos solían frecuentar en la capital del reino. Pero no le quitaban el mérito al establecimiento, era acogedor. Olía, —como casi todo lo demás en aquella villa—, a flores, comida recién hecha e hidromiel.

The Real Enmity (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora