XII

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"-Me quedaré con ustedes –dijo Wei Ying determinado.

Sus padres lo miraron fijamente y negaron con la cabeza, sin ninguna forma de hacerlos cambiar de opinión, lo mismo pasó con Jiang FengMiam y Yu Ziyuan.

Por supuesto, no lo dejarían con ellos sabiendo el peligro en el que estaban ahora.

-Te vas, sin discusiones –Cangse Sanren habló con una seria expresión muy inusual en ella. No había bromas, sonrisas ni nada que pudiera hacer la atmósfera menos pesada– Ahora solo podemos confiar en el poder de A-Ze para que salgas de aquí –su mirada se desvió hacia el mencionado mientras un ligero temblor se notó en su cuerpo. Wei Ying también vio en la misma dirección, donde se veía a un Wei Changze recostado contra una pared mientras sostenía con fuerza sobre la herida que tenía una venda improvisada. Perdía sangre muy rápido...

-No... –susurró Wei Wuxian sin renunciar a quedarse. No importaba si sus padres se siguieran negando, tampoco si el tío Jiang y la tía Yu tampoco lo apoyaban.

No podía irse.

No quería irse.

No soportaría dejarlos atrás.

Estaba aterrado...

El pensar en lo que podría pasarles si se iba, si lo dejaba, lo atemorizaba. Hacía que su corazón se detuviera cada tanto y que se oprimiera. Quería pensar que era una pesadilla y que pronto se despertaría, se despertaría y se daría cuenta de que nada malo había pasado ni pasaría.

-No quiero... –susurró de nuevo con la voz temblando. Sus manos estaban frías y le ardía la garganta. El pronunciar esas palabras le costó mucho.

Cangse Sanren quería llorar. Quería buscar alguna alternativa para que todos pudieran irse. Quería pensar en que había algo que había pasado por alto y que podría ayudarlos. Quería decirle a su hijo que saldrían bien, que no se preocupara, que solo era una situación un poco más difícil de lo usual.

Pero no podía.

No podía por qué, muy en el fondo, ella sabía que no había más que pudiera hacerse. Que ellos estaban siendo arrinconados poco a poco. Que conforme pasaba el tiempo en esa discusión quedaban menos salidas para que, al menos, se escapara Wei Ying. Su A-Ying. Su pequeño hijo que ya no era más pequeño. Sabía que A-Ze estaba herido, muy herido. Sabía que sería difícil llevarlo a cuestas y que podrían ser atrapados. A-Ze también lo sabía. Sabía que Jiang FengMiam y Yu Ziyuan no se irían. Después de todo, si solo Cangse se quedara, ¿cuánto duraría el tiempo que podía ganar? Incluso si tenía un núcleo dorado fuerte, las personas que los perseguían también los tenían y poseían además una herencia extraña y oscura. Su propia herencia no servía para atacar. Estaría indefensa rápidamente. Jiang FengMiam decidió hacer tiempo, Yu Ziyuan lo apoyó. Cangse Sanren no podía separarse de Wei Changze. Pero Wei Changze podría usar su herencia. Usaría su herencia y podría proteger a Wei Ying y ayudarlo a salir mientras estuviera con vida.

Había una oportunidad.

Cangse Sanren quería llorar, pero no lo haría. Por qué si lo hacía su hijo sería más reacio. Por qué, una vez empezara, ella se quebraría y no podría seguir con sus planes.

-Oh, A-Ying, solo ve –Cangse Sanren acarició la mejilla de su hijo y luego le golpeó la frente mientras hacía un amago de sonrisa. Luego miró a sus amigos y pareció querer decirles algo con su expresión.

Jiang FengMiam y Yu Ziyuan la miraron sin entender, pero de todos modos se acercaron.

-Mi A-Ying tiene una misión muy especial. Estoy segura de que tus tíos te lo agradecerán –volvió a decir.

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