Capítulo 23 (Parte 2)

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Sabana-

—¿Qué demonios vamos hacer? —pregunto con evidente preocupación.

—Dame un momento para pensar —pasa ambas manos por su cabello.

Pasos se escuchan en la planta de abajo, cada vez más fuertes.

—¡Esta por venir hacia acá! —murmuro cada vez más nerviosa.

Agarro el brazo de Aiden con fuerza.

—¡Por favor! Dejame pensar —saca su teléfono del bolsillo —. Mejor escribele a Benjamín diciéndole que estamos bien.

Me lo entrega.

Lo aceptó rápidamente y me dispongo a enviar el mensaje.

Simplemente envió un punto, él lee el mensaje en cuestión de segundos y le dedicó una sonrisa a la pantalla.

Debe de estar muy preocupado, lo imaginó rascando su nuca con la mirada puesta en el teléfono.

—Ven, es hora de irnos —me agarra del brazo.

Me mantengo quieta.

—¿Irnos? ¿Estás loco? No podemos salir por donde entramos.

—Tengo una idea. He entrado y salido de esta casa cientos de veces sin que Lucinda lo sepa, será pan comido.

Vuelve a jalarme y esta vez cedo.

Caminamos silenciosamente por el pasillo hasta llegar a una lujosa sala de estar con un hermoso balcón.

—Vamos a bajar por ahí —señala una enredadera. Lo miro con los ojos muy abiertos —. No te preocupes, puede sostenerme, también podrá contigo, o eso creo —murmura lo último.

—¿Cómo qué "eso creo"?.

—Tu trasero creció desde la última vez que lo vi, puede que la enredadera no sea tan resistente —bromea.

Aguanto una carcajada.

—¡No es momento para bromas, Aiden! —golpeo su hombro.

—Admite que te causó gracia.

Le sonrió.

—Deja la coquetería y vámonos —sostengo la baranda y subo la pierna lentamente.

Con una mano agarro la baranda mientras con la otra sujeto la enredadera cerciorándome de que sea resistente.

La jalo algunas veces.

Aiden tenía razón, es muy fuerte.

—Así entrabas a escondidas a ver a Clove, ¿verdad? —me volteo a mirarlo.

—¿Es muy obvio?.

—Demasiado, diría yo —suelto una risita.

—Cuando Lucinda no me dejaba verla me escabullia todas las noches —sonríe perdido en sus pensamientos —. Quizás te parezca un poco tonto.

—Al contario, me parece sumamente romántico.

Me dedica una sonrisa un poco sonrojado.

Se oye una puerta cerrarse de golpe y nos alertamos.

—¡Esta en este piso! —murmura Aiden —. ¡Vamonos, ya!.

Me apresura.

Sujeto fuertemente la enredadera y bajo lo más rápido que puedo presa del miedo.

—¡Voy lo más rápido que puedo! —exclamó enfocada en no caerme.

Sujeto una raíz y esta se rompe. Me sostengo lo más fuerte que puedo con la otra mano.

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