Nunca pensaron que al estar peleados y que uno intentará llamar la atención del otro para hablar, los llevaría a aquella casa abandonada.
Y menos que encontrarán un fantasma, quién sabía el secreto de ambos.
-🎃-
[👻] Especial por el mes de Octubre...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Caminaba por aquel pasillo, tratando de mirar por aquellas ventanas si la cabellera castaña de su amigo aparecía. Podía sentir el leve vientre que había, pero era extraño ya que, en su situación, debería sentirse atemorizado por estar encerrado dentro de aquella casa.
Pero estaba tranquilo, sin una pizca de miedo en su interior.
Oyó la risa tan familiar para él, llendo rápidamente hacia la ventana donde vió a su amigo sentado en aquel pasto verde, que parecía bien cuidado a lo que imaginó. Solo que había un problema, el castaño estaba sonriendo, como si no estuviera soñando despierto.
— ¿Rub? —lo llamó, viendo cómo este no lo volteaba a ver— Rubius, soy Samuel.
— Oh, Samu... —dijo como si nada, sin prestarle atención en realidad— Ahora estoy jugando con nuestra hija, está haciendo una corona de flores para ambos.
Eso realmente lo sorprendió, suspiró para así salir por aquella ventana baja e ir con el castaño— Una hija... —habló casi divertido, mirando a la nada, como hacía el chico a su lado— Nosotros no tenemos una hija, Rub.
— ¿Qué dices? —ahí volteó a mirarlo, tenía el ceño levemente fruncido— Pero yo puedo verla, la eh abrazado, estoy en estos momentos... —parpadeó varias veces cuando conectaron sus miradas, volviendo en sí y admirando la leve sonrisa que tenía el azabache— Tú no eres el Samuel que ví, estás más joven.
— Y el Rubén que yo ví era más guapo —se levantó ignorando la queja del chico, para que así imitara sus acciones.
— Eso lastimó mi ego —hizo un leve puchero, pero el contrario se cruzó de brazos.
— Pues me alegro —no le dirigió la mirada, el contrario iba a acercarse para tomarlo por los hombros, pero una niña apareció otra vez.
— Me sorprenden demasiado —ambos la miraron, ella chasqueó los dedos y estaban nuevamente en el salón principal, un tanto desconcertados— Se acostumbrarán —sonrió mientras caminaba, sin realmente tocar el suelo y bajo la atenta mirada de ambos chicos.
— ¿Tú lo hiciste? —empezó a tararear una canción, escuchándolo— El ver nuestra vida, un futuro de ambos juntos —le dió una rápida mirada mientras sonreía, el de orbes morados entendió que si era lo que hizo.
— ¿Es nuestro futuro verdadero? —decidió preguntar el castaño, recibiendo ambas miradas y sentía sus mejillas levemente calientes.
Ella miró los cuadros en las paredes— Les hize ver lo que vosotros queréis —miró a cada uno, notando que querían más explicaciones— Como es que ustedes quieren su futuro, lo que soñais, lo que no son capaces de decir o —miró al azabache— simplemente tienen miedo, el miedo al rechazo —el chico apretó los labios en una fina línea, mientras miraba el suelo— Se que escondeis algo muy dentro suyo, algo de lo que aún no se atreven a hablar y temen tocar el tema por el temor a como puedan terminar las cosas —se acercó, mientras ambos pensaban que se detendría frente suyo, ella atravesó sus cuerpos— Piensan demasiado en el futuro, nunca en su presente —voltearon a mirarla, notando como estaba mirando el cuadro donde ella, supuestamente, debe estar— Se atascan en el pasado por su miedo, su presente lo tienen en problemas y su futuro es muy alejado si siguen así.