— ¿Sabes lo que la gente dirá? —dijo en tono enojado la mujer.
El contrario solo suspiró— No dirán nada Karen, tranquilízate. Si tú te alteras con todo y escuchas lo que la gente murmura, claramente tomarán tus expresiones como una confirmación —la de orbes verdes se cruzó de brazos.
— Quiero cuidarla, Anthony. Es nuestra hija, esos rumores llegarán a ella y es demasiado pequeña —se notaba en su rostro que estaba preocupada, nerviosa y su esposo estaba igual, pero no lo demostraría para no alarmarla— Estamos a la vista de las personas, nos juzgan y nosotros mentimos para callar cualquier error que cometemos... Samantha no se merece esto.
Se levantó del mueble para ir hacia ella, poniendo sus manos sobre sus hombros— Me encargaré de todo, ¿vale?
Sus miradas estaban conectadas— Yo la dejé —apretó los labios en una fina línea— Tú deberías hacer lo mismo con él. No por mí, hazlo por Sam, no quiero que ella salga dañada en todo lo que hemos hecho...
Solo la atrajo hacia su pecho, abrazándola— Está bien, lo haré, lo dejaré...
La castaña solo correspondió al abrazo, ambos eran grandes amigos y el hecho de estar frente a toda la sociedad aparentando lo que no pasaba. No les gustaba, pero por su hija lo harían todo y lo dejarían todo, solo para darle lo mejor.
Aquella pequeña niña, de tan solo siete años, los miraba escondida tras la puerta media abierta de la habitación. Había escuchado todo y no entendía muy bien lo que sus padres hablaban, menos el hecho que la nombrarán, pero días más tarde, ella sabría lo que ambos ocultaban.
Ambos chicos se encontraban frente a frente, a una distancia no tan larga, pero ya estaban decididos a lo que iban a hacer. Se fueron acercando, un tanto dubitativos y nerviosos por lo que diría el contrario o cómo empezar a hablar si se formaba un silencio en ambos.
— Doblas.
— De Luque.
Se nombraron, sonriendo leve en el proceso, el castaño fue quien tomó aire, expulsándolo para así tomar una de las manos del azabache, este no quitaba la mirada de sus ojos esmeralda tan intensos, con un brillo tan diferente al usual.
— Samuel, sabes que no soy bueno para hablar en momentos como este, siempre salgo con varios temas al azar por mi nerviosismo —asintió leve— Yo... Eh, sabía que podría llegar este momento, el de hablar de lo sucedido... —se acercó un paso más a él— Lamento haberte gritado, haberte dicho aquella vez que fue un error conocerte, fui un idiota y me dejé llevar por la frustración del que no hablarás, de que no quisieras explicar nada y estuvieras como si nada hubiera pasado... Eso me dolía, dolió en esos momentos al no sabe si realmente era correspondido porque sí, necesitaba una confirmación luego del beso —desvió la mirada por unos segundos, para nuevamente conectarla— Necesitaba haber escuchado esas palabras, que dijiste hace unos minutos, para estar tranquilo, para saber cómo actuar contigo y decirte que yo también estoy enamorado de tí. Desde hace mucho al parecer y también lamento no haber insistido mucho más para resolver toda nuestra situación... Sabes que me gusta ser imbécil —soltó una leve risa, seguida del contrario.
— Yo lamento haber actuado así, luego del beso, sentía que había arruinado todo y por mi mente solo pasaba el pensamiento de que me dirías que la amistad quedaba ahí y realmente no quería dejar de ser tu amigo, por más que no me correspondieras... —entrelazó sus dedos con los del más alto— No quería perderte, quería que siguieras conmigo ya que no sabría que hacer sin el tontito que me saca una sonrisa con tan solo tenerlo en mente.
— Bueno, este tontito tampoco quería perder al chico que llegó para ordenar su vida que estaba asimétrica —soltaron una leve risa, juntando sus manos libres y tener ambas entrelazadas— Me gustas, Samuel.
El nombrado sonrió ruborizado— También me gustas, Rubén.
Fueron acercando sus rostros, el castaño bajando un poco su cabeza y el azabache poniéndose levemente de puntillas. Ambos fueron cerrando sus ojos, sus respiraciones ya chocaban y sus labios rozaron, hasta que fueron separados al escuchar un chasquido.
Aquella niña castaña los miraba con una sonrisa, sus ojos bicolor brillando y en sus labios claramente una sonrisa divertida.
— Tienen una niña presente, eso déjenlo para luego —ambos sonrieron para así soltarse las manos y mirar a la pequeña niña que traía un vestido diferente— No debéis agradecer, ya os dije que estoy para ayudar a toda persona que entre a esta casa.
— Lo sabemos, pero ¿tu seguirás aquí? —ella alzó una ceja ante su pregunta.
— ¿Estarás sola hasta que otras personas entren? —fue el azabache en completar lo que preguntaría el castaño.
La niña suspiró, ellos ya habían resuelto su situación, ¿por qué no se fueron como las otras personas que había ayudado? Esos chicos si que eran diferentes, nadie luego de tantos años se había preocupado por ella.
Pero al parecer ellos fueron la excepción.
835 palabras—
Se os quiere <3
—Natssu🌠
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|•| A very kind ghost |•| Rubegetta
FanfictionNunca pensaron que al estar peleados y que uno intentará llamar la atención del otro para hablar, los llevaría a aquella casa abandonada. Y menos que encontrarán un fantasma, quién sabía el secreto de ambos. -🎃- [👻] Especial por el mes de Octubre...