Capítulo 13

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(Este fanfic no es mío, es una adaptación de la traducción de @Camrensweet2)

***

Luisa POV.

Prácticamente no había dormido aquella noche, ansiosa por el inminente viaje sorpresa que no solo me haría viajar en avión por primera vez —lo que tenía que admitir, no era el principal motivo de mi pánico— sino que también conocería a la familia de Amelia. Mi razón de insomnio

Deben ser geniales.

Lo repetía como un mantra dentro de mi propia cabeza, mientras vería a Amelia dormir. Ella estaba sumida en un sueño profundo, pero noté en algunos momentos que soñaba. La mayoría de las veces, decía cosas incomprensibles, pero cuando su rostro se contorsionaba en una expresión de tristeza o desagrado, ella instintivamente me traía más cerca de su cuerpo, me apretaba con tanta fuerza que llegaba a dudar si estaba inconsciente.

Me pregunté si estaría teniendo algún tipo de pesadilla conmigo.

Recordé todos los que había tenido con ella. Afortunadamente, el insomnio trabajó en eso, dejándome alerta casi toda la noche e impidiendo que mis miedos vinieran a atormentarme en forma de sueños otra vez.

Eran las 5 de la mañana cuando vi el reloj por última vez y conseguí relajarme en los brazos de Amelia.

***

Me desperté a las 10:15, sintiendo un poco de frío. Estaba sola y con dolor de cabeza, así que intenté dormir un poco más, tarea que se mostró imposible, ya que mi ansiedad no me dejaba relajarme.

Tomé un baño caliente y largo, mientras trazaba planes para el resto de mi día, al menos hasta que Amelia regresara del trabajo.

Me vestí con un conjunto de jersey y medias cómodas, preparé un bowl de cereal y fruta y me fui a mi habitación con la intención de empezar a separar algunas ropas para nuestro viaje de Navidad. Encontré tres maletas grandes y discretas en fila cerca de la pared, ¿Amelia cuánta ropa cree que llevaría? Ignorando las restantes, separé una única paleta para el viaje.

Tomé la ropa más nueva por una serie de motivos. En primer lugar, eran más bonitas. En segundo lugar, no había riesgos en hacer que ella o yo recordáramos cosas desagradables. Tercero, eran mucho más elegantes que mis antiguas piezas, y probablemente sería más apropiado vestirme de esa manera cerca de la familia de Amelia. Sin embargo, no dejé de colocar algunas viejas chaquetas y pantalones cómodos, ya que no tenía idea de lo frías o cálidas que podían ser las noches en Los Ángeles en esta temporada del año.

Me pregunté si sería bueno tomar las maletas de Amelia también, ya que no sabía a qué hora volvería a casa, pero luego desistí de la idea porque, además de poder ponerla incómoda conmigo tratando de mover cosas que eran su responsabilidad, no tenía idea de qué tipo de ropa quería llevar.

Tomé el regalo todavía envuelto y guardé la bolsa, con miedo de que, si lo dejara para después, olvidaría llevarlo conmigo. Coloqué de todo tipo de ropa, además de ropa interior sexy. Recordé que tenía dos perfumes, pero ambos demasiado fuertes. Uno, incluso, era el mismo perfume que había usado en la noche en que nos reencontramos, entonces imaginé que Amelia simplemente lo odiaría, así que lo tiré. Como única salida, empaqué junto con el resto de las cosas mi crema para hematomas —que sabía que no le desagradaría— sonreí al recordar sus reacciones al percibirla mientras cerraba la cremallera.

Me tomó más de lo que imaginaba.

Miré el reloj, que marcaba las 12:30, así que pensé en qué hacer para el almuerzo. Preparé en el microondas una lasaña y comí, tratando de no pensar en nada relacionado con el viaje y en todo lo que podría ir mal.

My sweet prostitute (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora