Capítulo 4

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(Este fanfic no es mío, es una adaptación de la traducción de @Camrensweet2)

***

Amelia POV.

Al día siguiente llegué a The Hills alrededor de las 9 de la noche, cuando una música agradable y sensual tocaba no muy alto, proporcionado el ambiente cálido que buscaba siempre que iba allí. Pasé por el lado de algunas parejas que aprovechaban la noche sin el menor pudor, mientras es comían en los rincones, finalmente, llegué al bar y pedí mi ya habitual dosis de whisky.

Miré alrededor buscando un rostro conocido, y después de algún tiempo, cuando no pude encontrarlo, me relajé un poco. Luisa no debería estar en ese ambiente, porque si lo estuviera, los clientes presentes creerían que estaba libre. Y ella no estaba, porque yo lo arreglé.

- Hola, querida.

Me giré y me encontré con Natalia, con una sonrisa un poco forzada.

- Hola.

- Luisa está en su habitación, si la estás buscando.

- Imaginé que estaba allí. –Respondí, dando un último trago a mi bebida y agradeciendo a la chica que bar que vino a retirar el vaso.

- Amelia. –Natalia agarró levemente mi brazo, mirándome con más significado de lo normal. La sonrisa forzaba no estaba más en su cara.

- ¿Puedo darte un consejo?

- ¿Sí? –Hablé, un poco sorprendida por la intensidad de su actitud.

- Ten cuidado.

La miré por un tiempo, sin entender muy bien lo que significaba. Como si ella pudiera leer mis pensamientos, completó:

- No lo hagas muy especial.

Todavía no entendía muy bien el motivo de eso, pero aún así sentía la necesidad de defenderme.

- No lo estoy haciendo especial.

- Es obvio que sí.

- Ella solo es una buena amiga.

Natalia me observó sin hablar nada. Después de unos segundos, volviendo de lo que parecía un análisis interno sobre mí, ella volvió a hablar, alejándose enseguida.

- Es un consejo, querida.

Me quedé inmóvil, viéndola caminar lejos de mí, mientras volvía a sonreír para algunos clientes que coqueteaban con ella.

Me quedé pensando en porqué mantener una amistad con una de las chicas de The Hills perjudicaría a alguien. No sería mi caso, ya que realmente me gustaba su compañía. No sería el caso de Luisita, porque, hasta donde yo sabía, a ella también le gustaba mi compañía, eso me había dicho. Tampoco sería el caso de Natalia, porque nada de lo que pasaba entre nosotras obstaculizaba sus negocios.

Caminé hacia las escaleras que daban al pasillo de las habitaciones de las chicas mientras intentaba entender el consejo que Natalia acababa de darme. No sé cuánto le afectaba a ella, pero esperaba que se mantuviera al margen, lo suficiente, como para que ella no se sintiera con el derecho de interferir en la relación que Luisa y yo teníamos ahora. Si ella intentaba hacerlo, tendríamos problemas.

Llegué a la puerta de su habitación y golpeé, esperando una respuesta. Una voz sofocada salió de dentro, pidiéndome que entrara, entonces lo hice.

Luisita estaba sentada en la cama, con la espalda apoyada en la cabecera, sosteniendo un libro ahora cerrado, el mismo que ella estaba leyendo desde hace algún tiempo. Vestía unos shorts rojos cómodos y un suéter negro, tan grande que parecía pertenecer a alguien tres veces mayor.

My sweet prostitute (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora