Capítulo 25

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(Este fanfic no es mío, es una adaptación de la traducción de @Camrensweet2)

***

Luisa POV.

La pequeña Luna ahora me hacía sentir más la falta de mis padres, y yo sabía el motivo. Alguna parte de mí quería tenerlos cerca para mostrarles la increíble obra de arte que había traído al mundo, y verlos felices mi nenita hermosa. Quería también mostrarles el tamaño de mi felicidad, y cómo, en realidad, todo mejoró después de que Amelia apareció en mi vida.

Quería que ellos hubieran conocido a Amelia.

Me gustaría que ellos estuvieran aquí.

Es bueno tener a Devoción y Tomás siempre cerca. Era justo en esos momentos, cuando mi tristeza huérfana aumentaba, que ellos me hacían sentir como en casa, dentro de una familia, yo sentía auténticamente su afecto, no era solo amabilidad. Realmente pertenecía a esa familia, y eso era algo maravilloso. Pero más maravilloso aún era saber que mi hija, la personita que más amaba en el mundo, formaba parte de ella.

Aunque los cortes de mi operación todavía dolían, todo en lo que me podía fijar era en su presencia. Después de que el Dr. Lewis y Mateo me explicaron exactamente lo que había sucedido y toda la dificultad del proceso (porque todo había pasado tan rápido que no tenía idea de nada) todo lo que hice fue agradecer por simplemente tener a mi hija conmigo. Viva, saludable y hambrienta.

Devoción y Tomás parecían radiantes con la presencia de ella en los horarios de visita, y todo lo que Amelia hacía era mirarla como si fuera una mini bomba atómica. Luna era asustadoramente calmada, excepto cuando tenía hambre. Por eso era común verla entrando en la habitación a los berridos en brazos de una enfermera y verla quedarse repentinamente calmada cuando alcanzaba mi pecho. Dolía un poco. Era violenta y nada sutil. Pero no era un dolor insoportable. En cierto sentido me agradaba.

El sueño parecía tomarla después de cada furiosa comida, aunque ella no se daba por vencida antes de pasar algún tiempo analizando llena de curiosidad los rostros sonrientes de allí. El rostro de Amelia era siempre el que parecía llamar más su atención, y era siempre en su regazo donde Luna terminaba durmiéndose, exhausta de la tentativa de entender quién era Amelia y por qué parecía derretirse toda por ella.

Ella, a su vez, no ocultaba su más nueva obsesión, y aunque pasaba todo el tiempo permitido a mi lado, mimándome de la forma que sabía hacer muy bien, era solo que Luna entrara en escena para que yo fuera inmediatamente olvidada y sustituida por la misma. Pero no me molestaba. Sinceramente, creía que era adorable.

—Mientras que ella sea la única mujer que prefieras antes que a mí, todo está bien. —Hablé repentinamente mientras la aniñaba después del almuerzo.

Amelia sonrió de manera sencilla, desviando la mirada de su hija solo por un segundo para mirarme con una expresión que decía "no seas tonta".

—No estoy reclamando. —Concluí.

—Claro que no lo estás. —Ella murmuró, volviendo a mirarla. —Sabes que las amo a las dos de formas diferentes.

—Está bien. —Acaricié la almohada detrás de mí y me acosté despacio de manera casual. —Pero cuando la cuarentena acabe voy a exigir que me muestres eso.

Levanté una ceja tratando de parecer seductora, pero parecí ridícula. Ella me miró otra vez, con la misma expresión tranquila de antes. Eso era bueno: al menos Amelia no se rio de mi cara.

—Ah, mi amor... —Ella comenzó de manera sencilla, como si estuviéramos hablando sobre regalos de Navidad. —Tan pronto como la cuarentena termine, te voy a mostrar exactamente de qué forma te amo...

My sweet prostitute (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora