El camino de vuelta al castillo no había sido fácil. Ciertamente estaba plagado de criaturas que les esperaban en medio del bosque ante cualquier oportunidad de conseguir comida o en otras palabras, cazar a alguna persona del pueblo liderado por aquella mujer. Tampoco estaba realmente en paz sabiendo que había ciertas sospechas respecto al hombre que se hacía llamar alquimista y académico de nombre Saint Germain; dicha mujer también había dicho que el olor de la magia de éste era desagradable, razón suficiente para aumentar sus dudas respecto al "viajero" que sugirió llevar a la gente al castillo. Quería confiar en las personas otra vez.
Los rayos solares indicaban un nuevo día al momento de llegar, los suspiros de la gente asombrada no se hacían esperar junto a las alabanzas del hombre que dudaba mientras que la morena lo aclamaba como algo "feo y frío". Suponía que cada quién tendría su juicio, pero para él era realmente especial pues fue el hogar de su infancia. Mientras esos dos guiaban a la gente él se aseguraba de ayudar a los rezagados al final del grupo, antes de alzar su mirada una vez más hacia el legado de su padre. Su sorpresa no fue tan grata al ver un par de ojos brillantes mirándolo desde la distancia con una expresión de desaliento, sin antes correr al interior del lugar apenas se miraron. De todos los posibles momentos ahora, aunque tenía la ventaja de no tener que explicar el porqué de una habitación cerrada o más allá, el porqué tenía a una mujer durmiendo por el tiempo que pasara.
Una vez toda la gente se reunió dentro y alrededor del castillo, la mujer de cabellos castaños se acercó con una mano en la cintura a la par de la ceja alzada. Al parecer no era el único que la notó.— Creí haberte oído decir que vivías solo aquí.
— Pues sí, pero no esperaba que fuese a aparecer ahora.
— ¿La conoces? ¿Quién es?
— Es una amiga... No tienes que preocuparte, Greta. No supone una amenaza para tu gente, y en cualquiera de los casos hablaré con ella.
— Yo sugeriría que esa charla fuese pronto. No se veía muy feliz.
— Lo sé... Por ahora terminemos de acoplar a la gente.
[...]
Escuchaba las risas desconocidas resonar por todo el lugar, murmuros varios y conversaciones entre las personas que él había traído. Se había encerrado en lo que hacía como su habitación, colocando el seguro con algo de magia para evitar cualquier tipo de contacto, aún necesitaba aceptar todo lo que estaba pasando. Permanecía sentada sobre la cama, dándole la espalda a la puerta mientras observaba el cielo por medio de la ventana sin ganas de hacer algo; cualquier otro día estuviera corriendo por los pasillos o buscando nuevas formas de entretenerse o fascinarse con todos los objetos que el castillo de Drácula guardaba preciosamente entre sus paredes. Incluso si ya sabía que era o para qué servían. Bajó la mirada al piso mientras que se cruzaba de brazos, él se veía realmente alegre de hacer contacto con las otras personas, y de ser así como lo pensaba, toda esa gente podría hacerlo sentir menos solo. Eso significaba que su propósito ahí estaba cumplido, por tanto su presencia no era necesaria. Todo aquello desembocaba en un torrente de emociones que se arremolinaban en torno al pensamiento de regresar al único lugar dónde al parecer pertenecía no importa cuanto tratase de huír: el infierno. Las salas del purgatorio eran su verdadero refugio. El anhelo de permanecer en un lugar que le hiciera feliz le punzaba el corazón. Se escondía entre sus pensamientos tristes que no quería aceptar que provenían de un deseo fuera de su naturaleza de poseer y envidiar. Y sabía que todo se veía reflejado en el cariño que le tenía al hombre, más allá de una amistad, por lo que se viera rota le rompía el corazón. Pero eso no era lo que realmente importaba, después de descubrir su identidad nada le quedaba más que desearle el bien incluso si eso terminaba por lastimarla.

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Réquiem. [2]
FanfictionCuando los lobos aúllan y los cuervos regresan es un mal indicio para cualquier hombre. El fin de año era eminente. El tiempo pasaba mientras el sueño se rompía con el paso de los días. Un ciclo interminable donde los días morían mientras las noches...