Me desperté desorientada. Gran parte de la noche la había pasado entre lágrimas, ahogando el llanto en mi almohada. No sabía cómo habría acabado la cancelación de la cena familiar, ni cómo estaría Marcos por ello, ni qué cojones estaría haciendo Ruth en ese momento. Lo que sí sabía era que debía solucionar el desastre en el que se estaba convirtiendo mi vida.
Aproveché que era festivo para bajar con calma a la cafetería. La agradable Mary me recibió con su cariño habitual. Tuve que mentirle para justificar mis ausencias de los últimos días. Espero que te encuentres mejor. Agradecí su deseo, convenciéndome a mí misma de la poca importancia de aquel engaño inofensivo. La decisión de cambiar mi trozo de tarta favorito por otro de chocolate, que simulaba el típico brownie inglés, fue aceptada con agrado. Me explicó que era una variante de la famosa receta británica; decidí acompañarlo con un batido de chocolate, también.
Mi mano tembló al sentir el trozo de papel en mi bolsillo. Lo saqué con discreción, como si fuera un tesoro que nadie podía descubrir. Marqué el número de teléfono… ¿Añadir a contactos o llamar…? La tentación era fuerte, pero me resistí. Si no me vas a llamar, al menos graba el número. El sobresalto hizo que casi resbalara el móvil de mis manos. Ruth parecía pasárselo en grande. Me enfadé notablemente. ¿A qué coño estás jugando conmigo? Ignorándome por completo pidió a Mary lo mismo que yo. Eso tiene buena pinta. Evitó mirarme directamente, era la primera vez que no mantenía mi mirada y eso me hizo sentir fuerte, hasta que clavó el verde intenso de sus ojos en los míos. ¿Y tú? No me esperaba nada igual. ¿Yo? No me hagas reír. Su rostro reflejaba una pizca de vulnerabilidad, y yo la aproveché para atacar sin escrúpulos. ¿Qué significa esto? Puse la nota sobre la barra. La miró pausadamente y me la devolvió, bajando su mirada para contestarme. ¿Y qué significa eso de que te vas a casar con ese tal Marcos? Replicó con indiferencia. ¿Cómo se había enterado que…? ¡Katy! Deduje. Katy y yo estábamos coordinando unos talleres. Estaba muy rara, le presioné y me lo dijo. Sabía que Katy estaba entre la espada y la pared. Utilizaste con ella el poder de “el hada”. Mi tono le hizo daño, sus ojos me lo mostraban con una expresión, hasta ahora, desconocida para mí. El dolor inundó su mirada, haciéndome sentir una punzada en el estómago. La necesidad de abrazarla se apoderó de mí de tal forma que tuve que reprimir mi impulso con un esfuerzo extra. Ante mi impavidez, Ruth se levantó, pagó el desayuno que no había probado, y se largó. ¡Qué miserable! La culpaba a ella, sin tener en cuenta lo que yo también le estaba haciendo.
No fui capaz de disfrutar de la apetitosa tarta de Mary, ni de las ráfagas de viento que intentaban refrescar aquella calurosa mañana, ni del azul intenso que el cielo mostraba para acompañar mis pasos, ni del descanso que aquel día festivo me ofrecía.
Ya era casi mediodía cuando el móvil sonó en mi bolsillo. Rechacé la llamada; era Marcos. ¿Qué podía decirle? Apagué el teléfono. Empezaba a encontrarme mal y decidí volver a casa.
Entre mis sábanas de colores, imaginé a Ruth medio tapada. La soñé asegurándome que ella fuera el hada que me concedería los deseos más ocultos e inconfesables. Sus susurros, ahogados en mi cuello, me trastornaban y me hacían pasar a la acción. Su piel blanca y delicada se rendía al tacto de mis dedos que la recorrían con calma; su boca reclamaba mis labios, entreabriéndose para recibir mi sabor…, mis manos se perdían entre sus piernas, presas de la atracción que sobre ellas ejercía. Su lengua se deslizaba por mi espalda desnuda, estimulando cada terminación nerviosa, erizando mi piel al sentir su cálida humedad. Mi boca atrapaba su pequeño seno turgente, para degustarlo con lentitud; notaba la dureza de su pezón al pasar mis labios sobre él. Su olor… su sabor… me enloquecía. El éxtasis llegaría sin prisas para satisfacernos a ambas.
Deseé con todas mis fuerzas que aquellos pensamientos pudieran convertirse en realidad, pero después..., después lamenté haberlo deseado.
La oscuridad se había adueñado de mi habitación. Alargué la mano para sentir la fría soledad de la cama. No tenía ni idea de la hora que pudiera ser. Conecté el móvil. El gran número de llamadas me puso en alerta. Tres intentos de Marcos, otro de mis padres. Pufff. Y los que más me llamaron la atención, tres llamadas de Katy y otros tantos whatsapp que enseguida me dispuse a leer. Katy sólo me informaba de la intención de ponerse en contacto conmigo, pero su insistencia me hacía sospechar que algo no iba bien. Mi contacto por este medio no fue suficiente para arrancarle una palabra más, así que, a pesar de la hora que era, decidí ir a su casa y averiguar qué pasaba.
Al llegar, Katy me dijo que no era nada urgente, pero su rostro no me tranquilizaba. La noticia de que Ruth se había marchado me cogió por sorpresa. ¿Qué ha ocurrido? Fue la pregunta estúpida que me salió por inercia. Sus padres no aprueban ciertos comportamientos. Eso ya lo sabía, pero seguro que había algo más. Le han prohibido seguir viendo al grupo. Yo le dejaba hablar sin interrumpirla. Alguien la ha visto en “actitud demasiado cariñosa” con una mujer que casi podría ser su madre. Katy trataba de contármelo sin reproches. Creen que esa mujer soy yo, y por eso le han dejado claro que no puede venir más. Hice la intención de aclararle mi posición. Katy, yo… Mi amiga me evitó el mal trago de explicar algo que no tenía mucho sentido. No me importa lo que está pasando entre vosotras, lo que me preocupa es cómo os está afectando a ambas.
Tomar la decisión de contactar con ella no fue sencillo. Busqué en mi lista de whatsapp, la fèe, allí estaba. En la barra superior pude ver que no se había conectado desde mediodía; lo intenté de todas formas. Dudé qué escribir. Tenemos que hablar; lo borré. Sé lo que ha pasado; lo volví a borrar. ¡Joder! No quería parecer ni demasiado fría ni demasiado autoritaria. Necesito hablar contigo; tampoco, demasiado suplicante. Ma fèe, he hablado con Katy. Deberíamos hablar de todo esto y dejarlo claro de una vez para que no nos siga haciendo daño. Que pase lo que tenga que pasar. Sin releerlo, lo envié.
Las dos horas que pasé pendiente de una posible respuesta fueron angustiosas. No me contestaba, sólo me quedaba llamarla. Mi móvil temblaba apoyado en mi oreja. No tuve que esperar mucho a que sonara el mensaje “este móvil se encuentra apagado o fuera de cobertura”. Un mensaje que me pareció más impertinente que nunca. Ya no podía hacer mucho más, así que, me fui a dormir.
Mi primera intención al despertar fue comprobar si el mensaje seguía sin llegarle. Mis ojos se abrieron exageradamente, y mi pulso se disparó cuando vi que tenía su contestación pendiente de leer. Me esforcé en mantener la calma; imposible. Si quieres hablar conmigo, ven. Para lo que tenga que pasar, estoy aquí. Votre fèe. Me mandaba la ubicación exacta donde podría encontrarla. Hacía dos horas que me lo había enviado.
Supongo que el impulso de llamar a Marcos fue provocado por la necesidad de no sentirme más mezquina. No pensaba mentirle, sólo quería devolverle la llamada para no estropear más nuestra deteriorada relación. No hubo reproches; la conversación transcurrió educadamente distante, a nivel puramente informativo. Marcos me había llamado para despedirse antes de salir de viaje. No quise preguntar, tan sólo me limité a disculparme por tener el teléfono apagado. La frialdad de la llamada no pasó inadvertida para ninguno de los dos. Con un simple "hablamos cuando vuelva", dimos por concluida la conversación.
Disponer del fin de semana sin la presión de tener que quedar con Marcos para nada, me incitaba a arriesgarme a aceptar tan peligrosa invitación de Ruth. Debía meditar bien la decisión. Dejarlo todo como estaba, olvidarme de ella por completo y seguir con mi vida para acabar casándome con Marcos, era la opción más racional. La locura de verme frente a Ruth, con tantos deseos reprimidos, podía ser el suicidio de mi yo actual, ¿acaso no me importaba eso? No tenía a nadie de confianza con quien consultar un dilema de esta envergadura. Katy no era una opción, a ella no podía involucrarla más. Pensé en Dany… tampoco; eso podría repercutir en nuestra relación laboral. Estaba completamente sola ante mis propios miedos.
Era mucho más que ir a ver a Ruth o no; era perder mi identidad o rescatar a la otra versión de mí misma que mantenía agazapada en lo más recóndito de mi ser. Era liberar a la Sussan sumisa. ¿Y ahora qué? ¿quería seguir el camino previsible que ya conocía… o me arriesgaba a dar un paso más hacia el abismo de lo desconocido?______________________________________
Veo que si no os lo pido, no me ayudáis a saber si os está gustando la historia entre Ruth y Sussan.
Animaos a dejar comentarios y darle estrellas a los capítulos.
😉
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DULCE REBELDÍA (COMPLETA)
RomantizmSussan es una mujer que cree tenerlo todo controlado en su vida, hasta que se encuentra con alguien que le desmonta todos sus esquemas y sus planes.