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31 de mayo 2014
Lucía era otra y no solo por haber alcanzado la mayoría de edad, sino por lo que había pasado la tarde anterior con su novio. Estaba desayunando un café sentada al lado del hogar, mirando un punto fijo como cada vez que despertaba. Tenía clases a pesar de ser sábado y, aunque fuera su cumpleaños, no quería faltar. Esa noche haría una cena en su casa con su familia, sus amigas y su novio y, el próximo fin de semana, saldrían a bailar.
- Buen día. Feliz cumpleaños, mi amor - la saludó su madre con un beso en la frente.
- Buen día, má. Gracias.
- ¿Cómo te fue ayer? - preguntó Laura.
- Bien má, estuvimos viendo un par de cosas para un tp que tenemos que hacer en unas semanas.
- ¿Y con Valen? - preguntó curiosa.
- Bien, también, vimos una peli - contestó nerviosa y dando un sorbo al café, evitando la mirada inquisidora de su madre.
- Lucía, recién empiezan a salir y ya estuviste con él? ¿No te parece pronto? - se sobresaltó.
- Má, no pasa nada, despreocupate. No es tan terrible - contestó ella.
- Para vos nunca pasa nada, todo está bien siempre. Tu papá no se puede enterar porque se muere - dijo.
- No pensaba contarle, en todo caso eso era tema tuyo - contestó y comenzó a subir para terminar de prepararse para la facultad.
Mientras tanto Valentín desayunaba en su casa, tranquilo, reviviendo la tarde del viernes con nerviosismo. Tenía miedo de lo que sucediera de ahora en adelante, quería ir despacio, pero a la vez sentía que no podía sacarle las manos de encima. Estaba enamorado hasta la médula de Lucía, su persona lo tenía extasiado y no podía evitar sonreír al pensar en ella. Le mandó un mensaje deseándole, de nuevo, un feliz cumpleaños y pidiéndole que le avise cuando llegue.
Lucía sentía que la clase se hacía eterna, no veía la hora de estar en su casa y dormir una siesta. A las 12 en punto del mediodía se encontró a sí misma apurada, saliendo hacia la parada del colectivo. Tuvo suerte y su colectivo llegó con ella, lo que le permitió subir enseguida y ponerse sus auriculares para hacer más ameno el viaje. Sonaba Buscando un símbolo de paz, de Charly García y ella tarareaba, mientras golpeaba su manos contra sus muslos en un intento de seguir el ritmo de la batería.
Un almuerzo apurado y tres horas de siesta más tarde, Lucía se encontraba ayudando a su madre a armar los sanguchitos de pollo y las pizzetas para la cena. La idea era que nadie esté pendiente de la comida y, además, iban a ser varias personas y era más fácil el autoservicio. Su hermana menor le armaba una torta, como todos los años (era la única que podía darse maña con la pastelería) y la mayor cebaba mates.
- Hoy tus tíos y tu primo van a conocer a Valen - dijo la madre mientras cerraba otro sanguchito.
- Sí, igual son re buena onda y viste que Valen es re dado - contestó la castaña despreocupada.
- No, obvio, era un comentario nomás - dijo Laura - Es buen chico y se nota que te quiere - Lucía se puso roja.
- Sí, es buen chico - No dijo nada más, terminó la última bandeja de pizzetas, se lavó las manos y subió a buscar ropa para la noche.
Faltaban dos horas para que la familia llegue y todavía no sabía qué ponerse. Terminó eligiendo un pantalón oscuro con una camisa de gasa rayada. En la ducha se dio cuenta de que estaba nerviosa, lo iba a ver después de lo que había pasado y no sabía si podía actuar normal. Era todo demasiado, el amor que la sobrepasaba y la situación que nunca había experimentado. Puso música para relajar y se distrajo cantando una cumbia de Leo Mattioli mientras terminaba de bañarse.
21:30. Los tíos ya habían llegado, sus amigas justo tocaban timbre. La abrazaron entre todas y le dieron el regalo, ropa, que nunca estaba de más. Saludaron a la familia y se acomodaron como si fuera su casa, muchos años siendo parte del clan. A los 15 minutos tocaron timbre, sólo faltaba Valentín. Su panza se estrujó de nervios, pero tuvo que disimular.
- Feliz cumple hermosa, perdón que llegué tarde, pero llegué a tu casa y me di cuenta de que me había olvidado el regalo así que tuve que volver de una escapada - explicó rápido mientras le tendía una bolsa grande y le daba un beso y un abrazo, los cuales fueron correspondidos por la castaña de manera tímida.
- No te hubieses gastado Valen, sabés que no era necesario un regalo - dijo mirándolo con ternura.
- No iba a no regalarte nada, aparte vas a ver que te va a resultar útil - dijo pasando a su casa.
Recién en ese momento pudo apreciar cómo iba vestido. Una camisa a cuadros bordó y negro con un pantalón azul oscuro, medio chupín al final y sus vans negras. Sintió que no iban a alcanzar todos los baldes del mundo para recoger la baba que desprendía su boca. Valentín saludó a todos con un beso y se presentó ante la parte desconocida de la familia, que lo recibieron de brazos abiertos y con mucha buena energía. Imposible no quererlo, pensó ella.
La noche transcurrió tranquila, con anécdotas y chistes en las que siempre salía mal parada Lucía. Sus amigas no colaboraban, pero igual ella se reía y disfrutaba. Estaba todo bien. Los 18 habían llegado rodeada de buena gente y se sentía muy querida. Luego de soplar las velitas y de las fotos, los invitados empezaron a irse. Se despidió primero la familia y, minutos después, las amigas. Quedaba solo Valentín. Los padres saludaron y se fueron a acostar y las hermanas entendieron que deberían dejarlos solos, hasta que Valentín emprendiera el viaje de regreso a su casa.
- ¿La pasaste lindo? - preguntó él mientras se acomodaban en el sillón, abrazados.
- Muy, fue un lindo cumple y, además, estoy un poquito ebria - dijo ella riendo chiquito.
- Me di cuenta, hermosa - rió él también - Sos linda igual, sabés? - dijo mirándola con los ojitos brillosos.
- Vos sos lindo, muy lindo - dijo y le dio un beso.
- Ya lo sé, me lo dicen seguido - se agrandó.
- Y tienen razón - afirmó ella, segura de lo que decía.
Él sintió que se moría de ternura al escucharla así, medio ebria y muerta de amor por él. Le acarició la nariz y le dejó un beso muy pequeño en la punta.
- Te amo, sabés? Mucho - dijo mirándola a los ojos.
- Y yo te amo mucho a vos, un montonazo - contestó ella.
Me gusta la curva de tu nariz, me gusta escucharte ser tu aprendiz
Volví ahre medio choto, pero quería actualizar porque sino después cuelgo y quería destrabarme un poco jeje
pd: toy escribiendo una novela del rubiecito bello de airbag, pero quizás nunca la publique aunque me gusta bastante, nada, eso. Besos, que sigan bien
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Peperina
Teen Fiction«Y dentro de su cuento ella era cenicienta, su príncipe era un hippie de los años sesenta»