Habitación Oliver e Inés, al día siguiente, 09:00 a.m.
Oliver despertó esa mañana con una sensación abrumadora, como si su mente estuviera a punto de estallar.
Miró a su alrededor con algo de dificultad y vio como estaba en su habitación. Dedujo que lo habían llevado allí, ya que lo último que recordaba era como perdía la consciencia.
Inés, al ver que se despertó tan agitado, le ofreció algo para el dolor de cabeza. Aunque las pastillas no aliviarían completamente su malestar, al menos algo era algo. Después de tomar el medicamento con un vaso de agua, Oliver se recostó en el cabezal de la cama, cerrando los ojos para intentar relajarse y reducir su ritmo cardiaco.
El rubio aprovechó para contarle a su madre todo lo que recordaba de Aileen. A pesar del estrés que sentía, el hecho de haber soñado con ella y recordar su infancia le proporcionaba algo de consuelo.
—Tranquilo, Aileen ya me lo explicó en el despacho—dijo Inés con un suspiro amplio. Oliver notó cómo los hombros de su madre se relajaban con la liberación de tensión. Seguro que había estado preocupada toda la noche, y verlo despierto la aliviaba—. ¿Cómo te encuentras al respecto? ¿Recuerdas algo más en particular?
—Poco más, la verdad... Voy teniendo flashbacks de escenas de mi infancia, pero cuestan de visualizar—respondió el rubio, estirando su cuello para aliviar el dolor—. No puedo creer que la haya olvidado... Han pasado muchos años.
—No te preocupes...—contestó su madre, colocando su mano sobre la de su hijo y acariciándole los nudillos en un intento de tranquilizarlo—. Parece ser una buena chica. Estaba muy preocupada por ti. Tal vez sabía lo que te pasaba y prefería no acercarse demasiado para que recordaras por ti mismo.
—Ya, pero, han pasado 9 años... Era un niño y ella también... Tan solo tiene 4 años más que yo—suspiró frustrado, apretándose el entrecejo. Poco a poco, la tensión fue desapareciendo y miró a Inés—. Físicamente, cambiamos, así que era casi imposible que la reconociera. Además—añadió con una suave carcajada seca—, su cara estaba cubierta por un pañuelo. Eso hacía aún más difícil recordar algo de ella.
Inés se unió a la risa de Oliver y lo miró con cariño.
—La verdad es que parece un pelín torpe, ah, y parece que tenga tu edad. Tiene cara de niña, pese a tener 24 años. Supongo que la cicatriz es lo que la hace verse más ruda—comentó la mujer mientras se levantaba y sacudía su vestido de trabajo. Oliver se fijó en lo pesada e incómoda que se veía esa ropa. Luego, su madre se giró y le ofreció la mano—. ¿Preparado para ver a tu amiga?
Oliver le devolvió una sonrisa y aceptó su mano.
Se levantó sutilmente mareado, pero el vértigo suave fue desvaneciéndose mientras se cambiaba y salía del cuarto. Estar en un espacio más abierto le ofreció alivio; por ahora, no quería estar encerrado en otro cuarto por más tiempo.
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Lazos Sobrenaturales-Lazos confusos I
Science FictionEn un mundo donde lo sobrenatural y lo humano se han entrelazado en secreto durante siglos, Oliver Arias, un joven tímido y reservado, ha crecido en un orfanato sin recuerdos claros de su infancia. Con el tiempo, ha notado algo inusual en sí mismo:...