En un mundo donde lo sobrenatural y lo humano se han entrelazado en secreto durante siglos, Oliver Arias, un joven tímido y reservado, ha crecido en un orfanato sin recuerdos claros de su infancia. Con el tiempo, ha notado algo inusual en sí mismo:...
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Al llegar a La Base, Henry pidió ayuda a Jose para trasladar el cuerpo aún inconsciente de Borja a las habitaciones subterráneas, diseñadas específicamente para experimentos y detenciones de alto riesgo. Aileen estaba cansada, así que no podía continuar utilizando su pasiva. Después de asegurarse de que Borja estuviera bien encerrado en una celda fortificada, subieron a la sala principal donde los demás ya los esperaban, llenos de impaciencia.
La tensión en el ambiente era palpable. Todos querían respuestas sobre lo que había ocurrido durante la batalla. Algunos permanecían de pie, inquietos y ansiosos, mientras que otros, agotados, se habían desplomado en los asientos. Oliver e Inés, en particular, mostraban señales de un cansancio extremo. Inés, incapaz de soportar más la situación, fue la primera en retirarse a su cuarto. Necesitaba estar sola, alejada del caos, para poder procesar todo el dolor que había acumulado.
Henry, viendo la condición de sus alumnos, decidió no extenderse demasiado. Sabía que lo que necesitaban en ese momento era descanso. Sin embargo, el tema era demasiado grave como para dejarlo pasar por completo.
—Este ser... no es alguien que debamos subestimar —comenzó Henry, tomando asiento en una de las sillas del comedor. Su tono era grave, como si cada palabra pesara con la importancia del momento—. Es más fuerte y astuto de lo que parece. Creo que todos lo habéis notado, ¿verdad?
Algunos asintieron en silencio, mientras otros intercambiaban miradas cargadas de preocupación. Samuel, siempre el más analítico, rascó su barbilla con expresión pensativa.
—La verdad es que... Es un ser muy inteligente—murmuró, casi para sí mismo. Su hermana mayor asintió, compartiendo su reflexión.
—Su actitud y forma de hablar...—añadió Marina, tocando también su barbilla, recordando los momentos previos al caos.
—Su actitud y forma de hablar era muy caótica y vivaz. De normal los seres perturbados son estúpidos—interrumpió Maybeth, quien miraba a su compañera e intuía que es lo que iba a decir a continuación. La chica de ojos verdes asintió, mirándola con seriedad. Su expresión de preocupación era evidente—. No voy a mentiros, me sorprendió cuando habló con tal soltura, es impensable.
Los murmullos comenzaron a extenderse entre los alumnos, llenos de nerviosismo al recordar lo que habían presenciado. La atmósfera se volvía cada vez más densa, y Henry, percibiendo el creciente estrés en el grupo, dio unas fuertes palmadas para captar su atención.
—Bien, veo que lo habéis notado... —dijo con un tono grave, dejando entrever que lo peor aún estaba por revelarse—. Oliver, necesito que compartas con nosotros lo que viste cuando estabas dentro de ese edificio...
Todos los ojos se dirigieron al joven rubio. La ansiedad comenzó a acumularse en su pecho, pero la mirada calmante de Henry, que había sido su ancla en más de una ocasión ese día, le ofrecía un pequeño consuelo. Oliver sabía que no podía permitirse quebrarse frente a todos.