En un mundo donde lo sobrenatural y lo humano se han entrelazado en secreto durante siglos, Oliver Arias, un joven tímido y reservado, ha crecido en un orfanato sin recuerdos claros de su infancia. Con el tiempo, ha notado algo inusual en sí mismo:...
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Al día siguiente, en el campo de entrenamiento de La Base Valenciana, 12:25 a.m.
Samuel guiaba a Inés y Oliver hacia uno de los campos de entrenamiento de la clase de tercero.
Al salir del edificio principal, el aire fresco los envolvió, y por primera vez caminaron sobre el extenso césped que se extendía ante ellos. A medida que se acercaban a una serie de grandes casetas que componían el campo de entrenamiento, la curiosidad de Oliver creció. Las casetas, que funcionaban como un polideportivo dividido en áreas para entrenamiento interior y exterior, se encontraban en la parte trasera del edificio principal de La Base, una zona que hasta entonces no habían explorado.
Al observar el lugar con atención, se sorprendieron por su vastedad. El césped bien cuidado contrastaba con la estructura metálica de las casetas, que parecían vibrar con la energía de los estudiantes en pleno entrenamiento.
Samuel llegó a la puerta de metal de una de las casetas, la abrió y entró primero, captando la atención de sus compañeros que estaban dentro.
El grupo de tres individuos se fue acercando a ellos, cada uno mostrando una personalidad distinta. La primera en hablar fue una chica baja con el cabello rosa, un estilo "wolfcut" algo rizado que le daba un aire desenfadado y juvenil.
—¿Es la primera vez que vas a ver habilidades pasivas y activas?—preguntó con entusiasmo, acercándose más a los recién llegados. Lo realmente llamativo en ella eran los ojos color ámbar que tenía. Miraba de forma interesada a Oliver—. ¡Me pido enseñarle al chico primero!—gritó en tono infantil.
Esta llevaba la chaqueta del uniforme atada en la cintura, y su camisa blanca bien ajustada. Levantó la mano, agitando una pulsera amarilla con una pequeña gema incrustada, su sonrisa llena de astucia, como si estuviera a punto de iniciar algo que sabía que sorprendería a los recién llegados. Sin embargo, antes de poder hacer su demostración, uno de sus compañeros, que le doblaba en altura, intervino con evidente frustración.
Tenía el cabello rapado a cero, varios piercings adornando sus orejas, y un físico delgado vestido con el uniforme de La Base...un uniforme un poco personalizado. Digamos que solo llevaba una chaqueta más aseada, lo demás era una sudadera blanca y un pantalón de chándal.
El joven chasqueó la lengua enojado y, sin ningún tipo de delicadeza, empujó fuertemente del hombro a la chica de cabello rosa, apartándola a un lado. La mirada de sus ojos azul intenso se fijó en Oliver.
—Mejor enseñarle las habilidades más potentes primero, ¿no?—dijo el chico, quitándose la chaqueta del uniforme con una indiferencia desafiante antes de tirarla despreocupadamente al suelo. Se arremangó la sudadera, revelando una serie de tatuajes de tinta negra que serpenteaban por sus brazos, destacando sobre su piel oscura. Ahora que Oliver lo observaba más detenidamente, se dio cuenta de que el chico no solo estaba rapado, sino que parecía estar completamente calvo, lo que le daba un aire aún más intimidante.
