En un mundo donde lo sobrenatural y lo humano se han entrelazado en secreto durante siglos, Oliver Arias, un joven tímido y reservado, ha crecido en un orfanato sin recuerdos claros de su infancia. Con el tiempo, ha notado algo inusual en sí mismo:...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La biblioteca principal de La Base Valenciana, día siguiente, 12:00 a.m.
—En serio...¿acaso debo aprenderme todo esto?—La voz de Oliver resonaba en la biblioteca vacía de La Base. Él, Inés y Samuel, estaban sentados en una de las mesas más cercanas al ventanal principal, donde una luz suave y acogedora iluminaba el espacio.
Samuel había prometido encontrarse con ellos al día siguiente para explorar La Base y enseñarles cada rincón de este lugar impresionante, el cual, por cierto, había dejado a los nuevos integrantes asombrados. Lo que Oliver no sabía era la cantidad de normas que debía aprender.
—Pues sí que hay normas, sí...—susurró Inés, hojeando el primer volumen que recopilaba algunas de ellas.
Samuel les dio una media sonrisa, apenado.
—Es... un incordio al principio—se rascó la oreja con su dedo índice—. Pero veréis como, una vez empecéis a leerlas, todas hablan un poco de lo mismo y son repetitivas. Además, cuando vayáis por La Base siempre habrá la típica persona que os irá diciendo "Recordad que esta norma dice esto, así que no podéis hacer eso"— informó Samuel, imitando una voz aguda que parecía conocer bien. Luego, se inclinó hacia Inés y Oliver, acercándose más a ellos. Esto hizo que los otros dos le imitaran—. Igualmente, tranquilos, que no vais a hacer exámenes ni nada de eso; son solo normas importantes a tener en cuenta, ya que, como supondréis, somos una asociación que se encarga de cosas... un poco, bueno...—hizo una pausa, disfrutando de su dramatismo—. Secretas...—susurró al fin.
Oliver frunció el ceño y suspiró.
—Estos temas sobrenaturales están ocultos porque ya sabéis como es la sociedad y sus especulaciones.—continuó el pelirrojo, a lo que Inés asintió en acuerdo.
—Claro, la gente se volvería loca y todo sería un caos... Incluso si sus vidas estuvieran en juego harían estupideces y pasarían de las normas por capricho. Aparte que pasaría un poco como con la política: todos separados, sin llegar a acuerdos y siempre discutiendo en vez de unirse.—dijo ella con un tono enfadado, ganándose asentimientos de Samuel.
—Bueno—cortó Oliver antes de que Inés empezara una de sus largas conversaciones sobre la política—. ¿Hay algunas normas que sí o sí debemos tener en cuenta?—preguntó curioso.
—Si, en especial 2—contestó Samuel, levantando dos dedos, formando el signo de paz—. Nunca hablar con nadie acerca de La Base, ni lo que aprendéis aquí. Como, por ejemplo, vuestros conocimientos sobre las criaturas, la organización en sí, al igual que toda la historia que os contamos ayer, etcétera. Todo eso es secreto.
—Vamos, que no podemos contar nada—comentó Oliver secamente—. Tiene sentido si queréis que todo esto quede oculto a la sociedad.
Samuel le asintió con una sonrisa y agachó uno de los dedos. Por un momento se confundió y agachó el dedo índice, dejando el corazón en alto. Parecía que estaba insultando a Oliver. Al darse cuenta, se puso nervioso y cambió el dedo deprisa, ganándose una sonrisa de Inés.