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Jake corrió hacia la casa de la joven, agarrando las asas de su mochila y con cuidado de que no le atropellaran.
Quería llegar con vida a casa de la chica de sus ojos.
Tras haber conseguido el número de Sunhee gracias a Minhee, el chico australiano no había parado de intercambiar mensajes con la chica.
Al enterarse de que se encontraba mal en casa no pudo evitar no salir corriendo de la escuela hacia la casa de ella, unos treinta minutos andando.
El chico sudaba al seguir corriendo por las ajetreadas y pobladas calles de corea, mientras sus amigos sonreían al hablar de él y la chica.
Ambos estaban completamente enamorados del otro, sólo que Jake lo demostraba y Sunhee no, por miedo.
Jake respiró hondo e intentó controlar su respiración al estar frente la puerta de la chica.
Pulsó el timbre y esperó a que alguien le abriera la puerta.
Con los nervios a flor de piel el chico jugaba con sus dedos al ver a una señora de alta edad abriendo la puerta, sus facciones se encontraban caídas, cansada.
- ¿Oh? - ella se extrañó.
- Soy amigo de Sunhee, Jake - el chico se presentó con ojos grandes, esperando que le dejara pasar.
La señora sonrió ampliamente y sus ojos brillaron.
- Pasa, Sun está en su habitación, gracias por venir - la madre de la chica colocó una de sus manos en el hombro del menor.
Jake se mantuvo en silencio mientras le guiaba hacia la habitación de Sunhee.
- Solo estamos acostumbrados a Minhee y Hyeongjun, nos alegra que nuestra pequeña Sun tiene más amigos que le quieren y la valoran - lágrimas se acumularon en sus ojos y el australiano no supo por qué.
- No es nada, su hija tiene una alegre personalidad es normal que queramos acercarnos a ella - la madre no pasó por desapercibido el amor que soltaba el chico con cada palabra.
Ni una palabra más fue intercambiada y la madre le señaló con la mano hacia la habitación de su hija.
Jake hizo una reverencia y agarró el pomo de la puerta, respirando hondo una vez más.
La señora sonrió y desapareció de donde se encontraba, agradecida de que el chico haya podido querer a su hija, aunque en cierta parte le daba pena.
Por otro lado, el australiano dio dos toques en la puerta y la abrió, Sunhee en la cama dándose a ver.
La chica sonrió ampliamente y abrió sus brazos en dirección del chico.
Jake no se lo pensó dos veces y corrió hacia la chica, dejándose relajar en su pecho.