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Sunhee descansaba en los brazos del mayor, centrándose en el rítmico latido del corazón.
Jake acariciaba la cabeza de la menor por si fuera a desaparecer de buenas a primeras, inconscientemente su agarre en la cintura se apretó.
- ¿Te encuentras mejor? - habló él con voz suave.
Ella hizo un sonido incoherente por lo que el chico soltó pequeñas risas, contento de tener su momento con ella.
- Tienes que saber algo - habló ella rompiendo el silencio que había creado sin querer.
Jake le miraba con ojos abiertos y curiosos, asemejándose a un pequeño cachorro.
El corazón de Sunhee latía a mil por hora, lo notaba en su garganta y temía de que el chico también pudiera escucharlo.
El australiano seguía atento, esperando a que las palabras salieran de la boca de la chica frente a él, pero lo que no sabía es que ella no era capaz de decírselo.
- Me gustas - Sunhee optó por contarle el otro secreto que tenía, aterrorizada por la idea de contarle su problema.
Jake sonrió de oreja a oreja, sus ojos brillaban con si hubiera una noche estrellada en ellos.
- Tú a mi más - admitió el chico atrayendo a la chica a sus brazos.
La garganta del mayor soltó pequeñas y revoltosas risas al estar viviendo sus sueños.
Sunhee sonrió contenta pero algo dentro de ella tenía miedo.
Sin pensárselo dos veces levantó su cabeza e hizo contacto con el chico, quien se encontraba nervioso y feliz al mismo tiempo.
Un segundo más tarde y ambos adolescentes conectaron sus labios en un suave beso.
Jake sonrió en medio del beso, acariciando la cabeza de Sunhee.
Ambos pensaban que sus corazones iban a salir en cualquier segundo por la situación que estaban viviendo.
