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Un par de mensajes más tarde y el chico australiano respiró hondo antes de ver a la chica.
Estaba parado frente a su puerta y juraría que iba a morir en ese instante, no era consciente de lo que estaba pasando y lo que estaba por pasar.
Unos segundos más y la chica abrió la puerta, lo primero que hizo fue brindarle una amplia sonrisa al chico frente a ella.
Jake pensaba que estaba viendo a un ángel frente a él, la chica no podía ser real.
Su vestido era blanco y su maquillaje iba acompañado de colores cálidos, junto a detalles blancos en el ojo y su pelo estaba recogido con pinzas de mariposas pequeñas de colores pasteles.
Sunhee rio al ver como el chico estaba anonadado observándola.
- Te ves muy bien Jakey - habló ella con su característico tono suave.
En ese momento él salió de su trance y se mordió el labio inferior suavemente.
- Tu también Sunhee - dijo con tono tímido.
Ella volvió a reírse y cerró la puerta tras ella, entrelazó su brazo con el de Jake y comenzaron a andar hacia algún lugar alto para poder observar el ansiado amanecer.
Jake odiaba madrugar, pero si era para ver a la chica feliz estaba más que dispuesto a hacerlo todos los días.
Una cálida sonrisa estaba representada en los labios de ambos jóvenes, la conversación era casi nula pero no les hacía falta ya que estaban rodeados de un ambiente cálido.
Diez minutos más tarde y los adolescentes se encontraban sentados en un mantel que el chico había traído expresamente para la ocasión.
Sunhee intentaba que no se le subiera el vestido debido a la brisa que los rodeaba, así que Jake actuó rápido y colocó su chaqueta sobre sus piernas.
Una vez más, ella le enseñó su sonrisa.
Sunhee seguía creando mariposas, pero esta vez en el estómago de Jake.
Mientras tanto ella no quería aceptar lo que estaba ocurriendo.
