Capítulo 19. Sin salida

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—Los he visto —afirmó Esmeralda en complicidad—. Tenías razón, Wiseman. Es el visir.

La siniestra sonrisa que tiró de los arrugados y resecos labios del encapuchado se tradujo en un mal augurio, confirmado por la mirada desdeñosa e inyectada de veneno de la reina madre.

—Muy bien —expresó el consejero masajeando su barbilla—. Tendremos que mandar traer a un verdugo y solicitar una audiencia con el rey para mandar a juicio a esos traidores y ejecutarlos. Aunque tenemos que ser cautos con nuestro proceder, puesto que la reina está embarazada y la mayoría del consejo no estará dispuesto a sentenciarla en ese estado —acotó con desagrado, para después empezar a reír. No podía evitarlo, en su paladar ya percibía el dulce sabor de la victoria.

—Despacharas al verdugo antes del juicio. Eso es muy practico —secundó Esmeralda con sorna, no pudiendo contener sus carcajadas también. En circunstancias normales, estaría indignada una vez confirmado el adulterio, pero estaba pletórica de saber que podría deshacerse de su odiosa nuera de una vez por todas. El cause del orden natural regresaría a Black Moon muy pronto—, pero mi hijo le tiene demasiado aprecio al visir. Prácticamente no toma decisiones sin su consejo.

La expresión de Wiseman se endureció después del comentario de la reina. Porque irónicamente, el rey sería un problema para deshacerse de la mayor de sus molestias.

—Quizá el apego que tiene hacia él nos juegue a favor —dijo malicioso—. Entre más alto esté, más dura será la caída.

Esmeralda le miró inquisitiva.

—Necesito hablar con la favorita del rey —agregó el consejero, más para sí mismo, escondiendo su rostro bajo su permanente capucha. Ideando la forma de usar a esa ramera a su favor…

—👑—

El verano le dio la bienvenida a Black Moon, colmado de sus temperaturas agradables y chubascos dispersos. Siendo un país tan oscuro, con un invierno prolongado, los nativos del reino agradecían a las lluvias la oportunidad de cosechar sus campos. Era una estación particularmente agradable. Y Seiya no podía estar más de acuerdo, porque el verano lo bendijo al convertirlo en padre.

Serena llevaba un buen rato en labor de parto. Amy había informado que las primeras contracciones se manifestaron muy temprano en la mañana. Y siendo pasado el medio día, el joven visir se sentía hecho un manojo de nervios. Taiki le había prohibido la entrada expresamente, temeroso de que su hermano se fuera a delatar frente a los miembros de la corte, que esperaban expectantes el nacimiento del segundo hijo del Rey. Aunque más bien les promovía el morbo, el comprobar con sus propios ojos que aquél vástago no era más que un bastardo; la vergüenza de la corte y del reino entero.

El visir se empezó a frotar las manos con ansiedad, queriendo hacer cualquier cosa, sentía el impulso de ir corriendo a dónde estaba Serena, pero Taiki estuvo en lo correcto al pedirle que no entrara, porque si así, estando afuera de los aposentos de la reina, sentía los nervios a flor de piel, no podía imaginar lo que sería capaz de hacer una vez dentro. Tomó su pañuelo y secó el sudor de su frente. Permanecer impertérrito le supuso algo realmente imposible, lo único que lo animaba a continuar con su fachada desinteresada, era garantizar la seguridad de sus allegados.

—¿Seiya? —El aludido respiró profundo antes de volverse, inclinándose con indulgencia.

—Majestad.

Diamante le palmeó los hombros conciliador y contra todo pronóstico; dedicándole una sonrisa.

—No recuerdo que fueras tan propio —comentó divertido— ¿Por qué no entras? Con lo cotilla que eres, estoy sorprendido de verte aquí esperando pacientemente.

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2021 ⏰

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