Capítulo 11. Corazones descubiertos

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—Entonces, ¿crees que sea viable? —inquirió Seiya extendiendo los planos sobre el escritorio.

Zoisite apoyó sus manos sobre la fina caoba y estudió los esquemas de cerca.

—Estos planos son muy rudimentarios —dijo deslizando sus dedos sobre las acotaciones y escalas de los bosquejos—. Pero sí. Me parece viable, aunque te advierto que no será fácil. Hay que hacer una valoración del terreno, además de que será muy costoso, pero el beneficio a largo plazo será redituable —concluyó el rubio.

—Es todo lo quería escuchar —sonrió y enrolló los planos.

Zoisite se dirigió a la puerta. —Si necesitas algo más, ya sabes donde encontrarme.

—Sabes, creo que mi hermano y tú serían buenos amigos. Le encanta rodearse de personas tan versadas como tú —comentó Seiya.

El rubio se detuvo en el umbral e hizo una mueca de desagrado, recordando la punzada que sintió en el pecho cuando vio a Taiki junto a Amy.

—No lo creo —aseveró antes de perderse de la vista del pelinegro.

Seiya negó con la cabeza. Zoisite no era la persona que decía ser, aún cuando afirmó que no sería su amigo, él acepto ayudarlo sin chistar. Ciertamente era un joven de corazón noble, oculto bajo un aire lúgubre y receloso.

En ese momento, el joven azabache bajó la vista y observó los bosquejos entre sus manos, aún sin poder creer que estuviera tan inmerso en lo relacionado a la construcción de acueductos. Pero le había hecho una promesa a Serena.

Aquella tarde en los rosedales, ambos confiaron en el otro, lo decidieron por libre consenso, un acuerdo implícito entre ambos, sellado únicamente por lágrimas y un deseo vehemente de felicidad que ambos parecían negarse.

Una vez derribada la muralla de la desconfianza, al menos de forma somera, fue sorprendentemente fácil para Serena expresar sus sentimientos, sus temores y anhelos. En su cabeza aún hacían eco las palabras de Seiya, con su voz afable, su sonrisa y su tierna mirada.

"Ningún camino es fácil, las cosas que realmente valen siempre serán las más difíciles y las que nos pondrán a prueba. Eres hija de reyes, rendirte no es una opción. Llora, grita, maldice, pero sigue adelante. No estás sola, te apoyaré. "

—Serena, ¿qué te parece? —preguntó Amy—. ¿Serena?

—Eh, ¿qué cosa? —contestó confusa.

Amy rio entre dientes. —Te decía que Taiki, no pudo recopilar mucha información sobre los acueductos. Aún así, insiste en apoyarte.

—Ah, no te preocupes. Seiya me está ayudando con eso, al parecer encontró a un experto en el tema, creo que es un arquitecto o algo así.

—¿Seiya? —inquirió Amy con curiosidad y con un cierto tono acusatorio—. Últimamente los he visto muy juntos. Creí que él te desagradaba, ahora hasta lo llamas por su nombre.

—No, no es eso, Amy. Él me ofreció su ayuda. Además, le hablará al rey del proyecto, con su beneplácito será mucho más fácil la construcción del acueducto, los nobles financiarían parte del capital.

—Entiendo —repuso Amy simple. Ella conocía demasiado bien a su reina como para ignorar ese brillo tan especial en sus ojos que solo le provocaba su futuro cuñado.

Rezó por estar equivocada, las consecuencias de un posible romance entre ellos serían más que devastadoras...

—👑—

—Necesito deshacerme del visir del rey. Ese bastardo resultó ser un oportunista —comentó Wiseman mordaz, mientras circundaba la mesa redonda de la cámara del consejo real—. ¿Sabes cuantos años llevo siendo el consejero de Diamante?

La Reina infielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora