Una guerrera está destinada a pelear incluso cuando la muerte se entromete en su camino. Destinada a dar hasta la última gota de sangre por su gente.
El amor era una debilidad, una debilidad que ablandaba todas las fortalezas y que poco a poco cons...
El nombre de blodheda era conocido por cada persona que estuviera en la tierra.
La comandante de la sangre se había hecho conocida por la amenaza de muerte que había surgido por parte de azgeda hacia a ella, lo que hizo que esta tuviera que esconderse para no morir.
Con su ejército se dirigieron a una espaciosa cueva en la cual se mantuvieron encerrados por dos meses, pero al tercer mes comenzaron los problemas. Las raciones de comida se habían acabado y eran al menos 80 personas marchando con ella.
El hecho de que no podían salir a cazar porque estaban en prácticamente terrenos de la nación de hielo hizo que la comandante tuviera que llegar a medidas extremas para sobrevivir en aquella cueva. La comandante peleaba con dos de sus soldados y estos las mayoría de veces quedaban sin vida, convirtiéndose en la comida de los restantes. Quienes lograban ganar o al menos herir a la comandante se convertían en sus mejores soldados.
—Yu laik kom me o yu laik the baga gon blodheda. (Estas conmigo o eres el enemigo de blodheda)—eran las palabras antes de comenzar cada batalla para la comida de cada día.
De dos a tres muertes por día era lo que se llevaba a cabo en aquella cueva, hasta que la comandante decidió que había sido mucho tiempo escondiéndose y debían atacar.
Los tiradores de azgeda cayeron en las manos del ejército de blodheda, que se basaba en los sobrevivientes de skaikru y trikru. Tanto Miller de skaikru como indra y Lincoln de trikru se habían convertido en la mano inalcanzable de la comandante.
Azgeda no era más una amenaza para blodheda y su ejército. Los rumores se habían dispersado hasta llegar hasta polis, y las amenazas de captura para la comandante crecieron, cosa que hizo que perdiera a la mayoría de sus soldados restantes, pero aquella formación no decaía. Ni por muy grande que fuera la amenaza.
