Una guerrera está destinada a pelear incluso cuando la muerte se entromete en su camino. Destinada a dar hasta la última gota de sangre por su gente.
El amor era una debilidad, una debilidad que ablandaba todas las fortalezas y que poco a poco cons...
El agrio sabor de metal de la sangre era algo que Alessia detestaba, pero siendo una guerrera era algo con lo que prácticamente tenía que vivir.
Con dolor, levantó su cuerpo del suelo y sacó su espada. Tristan la observa con burla, como si no fuera llegar a ser capaz de hacer nada. Como si no fuera la misma persona que mató a un grupo de soldados de azgeda.
Alessia le hizo un corte a los dos terrestres que la retenían en la rodilla para después golpear a ambos en el rostro dejándolos caer a su lado. Luego otro de los comandos de Tristan la golpeó en el rostro, que la desconcertó pero no la limitó para de volverle el golpe con su rodilla y tomar la espada que había caído un tanto lejos de ella.
—¿Alessia?—la voz de Artigas resonó en el lugar haciendo que el corazón de Alessia se detuviera por un segundo. Si el estaba allí estaba en riesgo de que alguno de los comandos de Tristan le hicieran daño. —¡Hey! ¡Déjenla ir!—corrió tratando de acercarse a Alessia pero fue detenido por un terrestre que lo golpeó en la parte de atrás de las rodillas e hizo arrodillarlo para después llevar su espada al cuello de este.
—Artigas, no te muevas, estoy bien.—aclaro mientras volvía levantarse del suelo. Vio como el terrestre que hace poco la había golpeado se acercaba a ella con ahora una espada y llevaba esta hacía su cuello para comenzar a hacer presión en este.
—No quiero matarte Alessia, pero desafías mis mandos, quieres defender a la gente del espacio cuando son los mismos que masacraron a tus soldados.—Tristan levantó su voz sobre la histeria que tenía su gente al rededor de ellos. El terrestre que la tenía debajo levantó su espada entre sus dos manos y dio un grito para hundirla en la frente de Alessia si no fuera porque ella se movió hacia un lado en el suelo dejando al terrestre con su espada enterrada en el suelo.
Se volvió a levantar y golpeó al hombre en su espalda antes de darle vuelta, tomar su espada, colocarlo en sus rodillas y colocar su espada en el cuello.
