6.2 confesiones🌻

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Hoseok.

Me hacía enormemente feliz ver a mis hermanos divertirse, pero también era frustrante y doloroso, tener que conformarme solo con ver. A mis dieciséis años de vida, no había sido afortunado con buena salud. Cada cierto tiempo, visitaba el hospital de Seúl, y debía mantener un tratamiento para que mi corazón se mantuviese estable. Mis padres y hermanos decían que, si aceptaba el trasplante de corazón, podría llevar una vida normal, pero lo cierto era, que esta cirugía implicaba demasiados riesgos, al menos era lo que había dicho el doctor Choi, por lo que me aferre a la idea de vivir mi vida hasta donde los dioses coreanos me lo permitieran, ¿Para qué adelantarlo antes?

Estos días habían sido los mejores de toda mi vida. Me había divertido y había sido demasiado feliz. Sin embargo, el venir a la feria había tocado puntos dolorosos en mi corazón. El no poder subir a ciertos juegos, por miedo a alterar mi débil corazón, había sido de las cosas más tristes que he tenido que enfrentar desde pequeño. Tener que limitarme y no poder hacer ciertas cosas, había marcado partes de mi infancia. Todos estos años, me había dedicado a ser fuerte y sonreír a la vida, por mis padres y hermanos. Eso había sido también una de las cosas más importantes, que me ha dejado esta enfermedad, valorar lo que realmente importaba en esta vida.

Sentí una lagrima bajar por mi mejilla, pero no la detuve, mis ojos estaban en algún punto vacío de la feria, y me negué a romperme aquí. Las palabras de mi padre en un día de invierno, viniendo a mi cabeza, para recordarme que soy más fuerte de lo que creo.



Flashback

Hoseok cinco años de edad

Un día de invierno, en el que nevaba con intensidad, me encontraba en mi habitación mirando por la ventana los copos de nieve que caían, las calles estaban totalmente cubiertas por la nieve, evitando así, el paso de cualquier vehículo. Era de tarde y pude observar como los niños de la colonia, empezaban a salir de sus casas. Se veían felices y llenos de vida. Hanse y Habid, también se dirigían a la calle, iban lo suficientemente abrigados para no coger un refriado, ambos tenían una sonrisa de oreja a oreja, mientras mamá les daba un beso en la frente, y se dirigía nuevamente al interior de la casa. Una vez mamá adentro, mis hermanos se dirigieron hacia los demás niños, entonces fue cuestión de segundos para que empezaran a jugar, tirándose bolas de nieves los unos a los otros.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero los papás empezaron a salir y a llamar a sus hijos, los niños se dirigían a sus casas, pero en vez de entrar se quedaban en el jardín delantero. Entonces, junto a sus padres, empezaron a reunir nieve y hacer bolas grandes, vi a mamá salir de casa y llamar a mis hermanos. Estos corrieron hacia su dirección y rodearon su cintura con los brazos, mamá se agacho hasta quedar a la altura de mis hermanos y les dijo algo en el oído. Estos inmediatamente se separaron de ella, asintiendo eufóricamente, y segundos después, Hanse se dirigió al interior de la casa, mientras mamá y Habid, empezaban a recoger nieve y hacer bolas de diferentes tamaños. Después de varios minutos, Hanse salió y entonces observe que llevaba consigo, muchas cosas en sus manos. Había botones, unas gafas de sol, una bufanda y una zanahoria.

¿Una zanahoria?

¿Para qué querían una zanahoria?

Entonces, fue cuando lo entendí, iban hacer un muñeco de nieve. Sentí mi corazón doler, pero no de la clase de dolor, que me daba mi enfermedad, si no, un dolor de tristeza, de impotencia, de anhelo.

Hoseok ven aquí.... — Me gire ante la voz de mi padre.

Él estaba allí de pie, ahora mirando hacia la dirección, donde mi atención se encontraba antes de él entrar a la habitación. Lo vi suspirar y entonces tomo mi mano, llevándome a la cama y asiendo ademan para que tomara asiento, lo cual hice inmediatamente y luego observe a mi padre hacer lo mismo.

TRES VECES HOSEOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora