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ꕤ Adal no se entera ꕤ

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Adal no se entera

     A partir de ese momento, adiós a sus tardes libres entre semana. El verano se esfumaba ante sus ojos, al contrario que el calor, el cual aumentaba ahora en septiembre; no se iba ni a las siete, provocando en los jóvenes del pabellón sudor nada más con calentar para su entrenamiento de baloncesto.

     Un rubio de cabellos revueltos y ojos verdosos enrojecidos por la alergia estaba entrando al lugar cuando comenzaron a atosigarlo con preguntas e información.

     ──Oye, Adal ¿qué tal con la piba?── preguntó uno.

     ──Eso, eso.

     El chico no entendió de qué hablaban, hasta que se percató de la presencia de cierta chica de cabellos revueltos, Verónica. Estaba sentada en las gradas, tapándose la cara por haber dicho algo que probablemente no debería y a su lado se encontraba su amigo Andrés. Adal supuso que hablaban de Arina, la prima de la chica alta bocazas y la sobrina de la entrenadora Viloria. Solía venir a los partidos y ya habían dicho ese tipo de cosas cuando se referían a ella.

     Aún así el chico decidió preguntar, no entendía qué les sucedía ahora y estaba un poco harto de lo que decían:

     ──¿De qué hablan?

     ──¿Es que todavía no te enteras?── habló Mario, uno de los que hacía más tiempo que conocía.

     El resto de chicos escuchaban atentos. Se conocían todos desde hacía varios años y, aunque no hubieran ido a la misma escuela primaria, hacía falta poco para darse cuenta de que les gustaba más un drama que otra cosa.

     ──¿De qué?── la morena de cabellos se llevó la palma a la frente y susurró exasperada.

     ──Le gustas a Arina, tío── contestó Mario, como si fuera obvio.

     ──¡¿Qué?! ¿Por qué? Si ni siquiera la conozco.

     ──Joder, Parri, no pensé que estuvieras tan ciego.

     ──¡Oye! Yo soy la que le dice así── se quejó Verónica. La joven de cabellos oscuros había sido la primera en apodarlo así cuando descubrió que el apellido del chico era Parrilla.

     ──¿Y no se te había ocurrido que por eso se sonroja siempre que estás aquí?── habló Fran.

     ──¿O que por eso viene a los partidos?── intervino Andrés.

     ──Los lugares cerrados suelen dar calor y la entrenadora es su tía, además que algunos de ustedes la conocen desde el colegio.

     Verónica comenzó a reírse.

     ──Ella también está aquí siempre, sin razón── añadió.

     ──Yo vengo por el drama, esto está mejor que los dramas chinos de Rick.

     ──Joder con el Ada, que tendrá novia sin siquiera saberlo── Andrés también comenzó a reírse.

     ──Venga ya, como una tía tan buena va a salir con este mierda, ni de coña── decía Bentancor, siempre dando ánimos.

     ──Cierto, mi prima es una puta diosa griega.

     ──Yo confío en Ada ciegamente, solo tiene que pedirle salir── Artiles se metió en la conversación, dejando a un lado el balón que estaba botando al ver que ya nadie tenía interés por el entrenamiento.

     ──¿Gracias?── Adal no estaba seguro de que opinar sobre todo eso.

     ──¡¿Pero qué coño hacen?! ¡Todos a correr, hostias, que no es gerundio!── gritó la entrenadora mientras a Vero le faltaba el aire de la risa ──¡Y tú, a casa! El entrenamiento de tu hermano ya terminó!

     ──¡¿Pero qué coño hacen?! ¡Todos a correr, hostias, que no es gerundio!── gritó la entrenadora mientras a Vero le faltaba el aire de la risa ──¡Y tú, a casa! El entrenamiento de tu hermano ya terminó!

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     Al llegar a su casa Adal se tiró encima de la cama agotado, cerró los ojos y se puso a pensar en lo que habían estado diciendo durante el entrenamiento de baloncesto.

     Era cierto que Arina era muy guapa, le resultaba atractiva, agradable, atlética y amable. No tenía nada en su contra, es más, le gustaría hablar con ella y conocerla, pero sus amigos eran el problema. Verónica casi siempre estaba a su lado, era una bocazas y dramática; junto a la alta estaba Lutxi, a la que no conocía bien pero sabía de sobra que la rubia era incapaz de guardar un secreto; a parte de ellas, estaba Ricardo, que era un cántaro sin vergüenza.

     A su parecer Arina era encantadora pero si llegase a salir con ella se enteraría todo el pueblo y eso no era algo que le agradase demasiado. También, aparte de todo eso, estaba Eider, su amigo de la infancia y por el cual tenía sentimientos contradictorios.

 También, aparte de todo eso, estaba Eider, su amigo de la infancia y por el cual tenía sentimientos contradictorios

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