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ꕤ Pasada la medianoche solo queda sobrepensar ꕤ

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Pasada la medianoche solo queda sobrepensar

    A esas horas todo estaba en silencio, exceptuando por los grillos. Las ventanas cerradas de cada casa y las luces apagadas. Era pasada la medianoche, todos dormían menos el rubio que cargaba a su amigo en brazos. Lucas caminaba por un sendero de tierra con Diago en brazos, lo cargaba como lo haría un príncipe en un cuento de hadas. El rubio estaba a unos pasos de llegar a su casa cuando sintió que su amigo despertaba y lo observaba estupefacto. El pelinegro fue a preguntar qué pasaba pero fue cortado antes de empezar a hablar.

    ──Nos acabamos de casar, una boda preciosa y tú estabas vestido de blanco. Ahora te llevo cogido porque es nuestra luna de miel. Espero que esté listo para lo que vamos a hacer, porque no vamos a parar hasta que amanezca y no puedas ni mantenerte de pie.

    ──¿Qué?── el chico no entendía de qué hablaba su amigo y lo miraba como si se hubiera vuelto loco.

    Por otro lado, Lucas no pudo aguantar la risa y tuvo que parar para dejar a Diago en el suelo. Una vez se calmó explicó bien.

    ──Te quedaste dormido en la guagua y como no te despertabas te llevaba cargado hasta mi casa── Lucas señaló al frente, donde se vislumbraba una casa amarilla, cubierta la mitad con piedras──. El chofer casi no me deja bajarte de la guagua, creo que pensó que era un secuestrado── continúo mientras caminaban ahora ambos──. Oye, ¿con qué soñabas antes? Dijiste mi nombre.

    ──No me acuerdo── contestó a medida que sus mejillas enrojecían. Su mente le estaba jugando una mala pasada, soñar con besar a su amigo de la misma forma que lo hizo aquella chica pelirroja era demasiado.

 Su mente le estaba jugando una mala pasada, soñar con besar a su amigo de la misma forma que lo hizo aquella chica pelirroja era demasiado

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    ──Estoy agotado── soltó Lucas según entró en su habitación. Acto seguido se quitó los zapatos, se deshizo de su chaqueta roja y se tiró en la cama ──. Ven── ordenó a Diago──. Acuéstate.

    ──¿Vamos a dormir los dos aquí?

    ──Sí, túmbate── el rubio adivinó lo que estaba pensando el de rizos y le contestó antes de que pudiera formular su pregunta, de nuevo──. El colchón que usábamos cuando se quedaban todos a pasar la noche lo tiramos, estaba viejo y roto── aun el chico lo miraba inseguro──. Ven y ya. Ni que te vaya a morder.

    El pelinegro no dijo nada, tampoco le hacía falta porque Lucas lo leería en su rostro. Desamarró sus playeras y se sentó en la cama.

    ──Quítate esto entonces── el rubio se enderezó para librarse de la chaqueta de cuero del pelinegro.

    Diago se tumbó en la cama de sábanas azules y Lucas se acurrucó a su lado, abrazándole por la espalda inconscientemente.

    ──Buenas noches── murmuró por última vez en el día el rubio.

    Eran tantas las veces que ambos chicos habían dormido juntos en el pasado que para Lucas no suponía un problema compartir su cama con el pelinegro, ni siquiera le importaba abrazarlo ni dormir pegados. Diago pensaba igual, hasta que se hizo consciente de sus sentimientos, comenzó a ver de otra manera a su amigo y a a ponerse nervioso con cada abrazo y muestra de cariño del rubio. 

    Esa noche sentía que no podría dormir, el pecho del rubio contra su espalda, las piernas de ambos rozaban y la cálida respiración cerca de su cuello. El pelinegro suspiró lentamente, tal vez siempre había estado enamorado de Lucas y no se había percatado hasta ese año. Lucas y él se conocían desde el colegio, con tres años se vieron por primera vez y se hicieron amigos. Comenzaron a ser amigos igual que con los otros chicos, antes, cuando todos se llevaban. Aunque Lucas y él siempre fueron más cercanos entre ellos que con el resto. Siempre quedaban y se veían, todos los fines de semana dormía uno en casa del otro, jugaban a todo juntos e incluso les tocaba bailar juntos en el Día de Canarias, eso debido a que en su clase eran más los niños que niñas y a ellos dos no les importaba no tener una chica con la que bailar, preferían estar juntos. Más recuerdos de ellos le venían a la mente, en las excursiones siempre iban juntos y, muchas veces, de la mano, aunque los profes no lo dijeran. Siempre recordaba estar junto a Lucas, incluso cuando ambos entraron al equipo de fútbol se alegraron de estar juntos en el mismo nivel.

    En la secundaria las cosas cambiaron un poco, los dos seguían siendo íntimos a pesar de que Lucas forjó nuevas amistades y nunca volvieron a coincidir en la misma clase. Ellos seguían juntos pese a todo, Lucas lo trataba igual, siempre con cariño, pero las cosas se tornaron incómodas para Diago tras descubrir que estaba enamorado de su mejor amigo. Su sorpresa fue mayor en el verano, tras sentir celos por el amorío de dos meses de Lucas, con una chica italiana que conoció de vacaciones en Fuerteventura.

 Su sorpresa fue mayor en el verano, tras sentir celos por el amorío de dos meses de Lucas, con una chica italiana que conoció de vacaciones en Fuerteventura

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⏰ Última actualización: Jun 19 ⏰

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