ꕤ Dos engreídos y egoístas que buscan placer ꕤ
La luz del mediodía invadía la sala de estar, rebotaba en las paredes amarillo limón y hacía resplandecer las puertas acristaladas de los muebles blancos que decoraban la habitación. La luz inundaba toda la sala y dificultaba al moreno tirado en el sofá ver bien la televisión. Este la apagó y se levantó desganado para dirigirse a la cocina a por agua.
Los ladridos de Ringo, el pastor alemán de la familia, retumbaron por toda la casa y seguido sonó el timbre. El único que se encontraba en la casa a esa hora, dejó el vaso encima de la encimera y fue directo a abrir la puerta. No esperaba a nadie, sus padres estarían trabajando en esos momentos y su hermana mayor saldría de la universidad e iría directamente a comer con su novio o con sus amigas. Aun así, la sorpresa fue mayor al encontrarse a cierto castaño delante de su puerta, con la mochila de clases colgada del hombro derecho.
──¿Vas a dejarme entrar o dejarás que Ringo salga?── cuestionó el castaño mirando como el perro trataba de escapar a través de las piernas del moreno.
Bruno sujetó a Ringo del collar, mientras Ángel pasaba al interior de la casa y cerraba la puerta detrás de sí.
──¿Qué haces aquí?
──Estás solo, ¿verdad?── preguntó el chico, más como una afirmación que una pregunta e ignorando la pregunta del otro, como solía hacer.
El castaño de cabello partido en dos siguió hasta la sala de estar como si nada, como si fuera su propia casa, y es que pasaba tanto tiempo en ese lugar que ya lo sentía como suyo; definitivamente se sentía más cómodo ahí que en su casa, que apestaba a cerveza. Bruno soltó a Ringo y siguió a Ángel. El pálido dejó la mochila en el suelo, se quitó los zapatos y acto seguido se sentó en el sofá rojizo, mientras Bruno lo observaba confundido, apoyado en la pared.
──¿A qué viniste?
──Quería verte── le contestó mientras llamaba la atención de Ringo para acariciarlo.
──Nos vimos ayer.
──Sí, pero te expulsaron y hoy no te había visto── Ángel le dirigió, por primera vez en ese día, la mirada y lo observó fijamente a los ojos ──. No puedes acostumbrarme a verte todos los días y después dejar de hacerlo, encima, tras meterme en líos.
Bruno soltó una sonrisa, amaba lo inesperado que era ese chico. Al igual que amaba más cosas de él, aunque no las admitiera.
──Siento haber hecho que te metieras en líos. No querías al principio y tras convencerte que no pasaría nada, hice que terminaras con un parte.
──Eso da igual, ni que fuera mi primer parte y se que no te arrepientes, embustero── Bruno sonrió ante lo bien que lo conocía Ángel, obvio que no se arrepentía ni lo más mínimo, había conseguido que el castaño le diera una mamada en pleno instituto.
Ángel se cruzó de brazos y continúo con lo que tenía que decir.
──Estoy molesto contigo por otra cosa sobre ayer.
Bruno levantó una ceja, desconcertado. Ángel solía tener un aspecto burlón y ocultar sus verdaderas emociones, así que el moreno estaba preocupado en cierto aspecto por la actitud seria del castaño.
──¿Tu padre reaccionó mal?── pensó que podría ser ese el motivo de su visita, ya que el padre de Ángel se había dado por el alcohol tras la muerte de su esposa, en consecuencia, su humor había empeorado; aunque ambos chicos bien sabían que con ello, su padre había dejado casi de lado a su hijo, sin importarle tan siquiera la época en que repitió o se metía en peleas seguido; por lo que Ángel quedó perplejo, su padre no era preocupación en ese aspecto.
──¿Qué? No. Por lo que estoy molesto es porque eres un engreído y un egoísta.
──¿Y eso a qué viene?── la cara del moreno parecía un mapa.
──Pensabas terminar las cosas después de que te hiciera una mamada, hijo de puta. Casi muero de vergüenza al ser pillados y, encima, con una jodida erección.
Bruno estalló en una fuerte y sonora carcajada, provocando que Ringo se despertara de su siesta en el sofá. El moreno de cabello rizado había estado preocupado por la seriedad de su amigo un año mayor y repetidor, pero enseguida se sintió aliviado al escucharlo y recordar que solo era una gran idiota, incapaz de ir en serio. La peculiar risa del moreno resonó por toda la casa vacía e irritó al castaño, quien se quedó mirándolo seriamente a escasa distancia uno del otro.
──¿Estás molesto por eso? ¿Por eso has venido?── el moreno se acercó a Ángel y sonrió como todo un pillo──. Yo pensando que me echabas de menos y resulta que solo querías sexo. Me siento engañado── Bruno dramatizó la escena y fingió voz de molestia sobreactuada.
Ambos chicos se miraron fijamente a los ojos, los ojos avellana de Bruno en contraste con los ojos marrón oscuro de Ángel. Entonces, el moreno se acercó lentamente al pálido y le susurró al oído.
──Dime, ¿qué deseas que te haga?
Acto seguido lamió y mordió el lóbulo de la oreja de Ángel, juguetón. El castaño solo sonrío, sonrío burlón y con superioridad, propio de él, tanto que en cierta forma le gustaba al moreno eso, y sujetó a Bruno por el brazo para arrastrarlo a la habitación.
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amores, dramas y cotilleos
Teen FictionLa adolescencia comienza y junto a ello las hormonas empienzan a manifestarse. Esa época en la que no solemos comprender nuestros sentimientos ni cómo o con qué nos sentimos cómodos. Estos jóvenes confusos de un mismo pueblo tratan de averiguar...