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ꕤ Un buen yerno ꕤ

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Un buen yerno

    ──Ay, mi niño, pero cuanto has crecido── se escuchó a una mujer tras abrir la puerta.

    Diago supuso que su amigo acababa de llegar y por eso su madre estaba hablando así. Se apresuró a ponerse las playeras y salir de la habitación de paredes verde pastel.

    ──Lucas, pero que grande estás. Y que guapo. Hacía tanto que no te veía.

    Diago escuchaba a su madre mientras revolvía el armario en busca de una chaqueta decente. Podía imaginar la cálida sonrisa que debía de estar ofreciéndole Lucas ahora mismo a su madre, sus brackets reluciendo.

    ──Ay, que pena que no tuviera una hija. Me encantaría tener un yerno como tú── el de rizos suspiró avergonzado de aquel comentario y apareció por fin por el pasillo.

    ──Puedo serlo aún así── Lucas contestó, con una sonrisa juguetona, una vez vislumbró a su amigo entre las paredes color salmón, con su chaqueta de cuero y sus rizos cada vez más largos a los lados de su cara.

    La mujer de cabello rizado y con algunas canas se dio la vuelta para ver a su hijo, confundida por lo que había soltado aquel joven. En cambio, Diago se quedó parado apreciando a Lucas, usaba una chaqueta roja hoy y tenía el cabello corto rubio peinado con gel, un poco en punta, raro pero le quedaba bien.

    ──¿Vamos?── preguntó el rubio, sacando de su trance tanto a Diago como a su progenitora.

    El chico se despidió de su madre con un beso en la mejilla y se acercó a su amigo.

    ──Pásenlo bien── se despidió la mujer desde el marco de la puerta, viendo como los chicos se alejaban.

    Ella no sabía que los chicos iban de fiesta al pueblo de al lado, pensaban que únicamente iban a pasar la noche en casa del rubio jugando videojuegos y pasando el rato, aunque no fuera así.

    Ella no sabía que los chicos iban de fiesta al pueblo de al lado, pensaban que únicamente iban a pasar la noche en casa del rubio jugando videojuegos y pasando el rato, aunque no fuera así

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    Una vez se bajaron de la guagua, junto a Bruno y otros chicos, se dirigieron hasta un callejón oscuro. Diago observó curioso el lugar, parecía que por ahí no habían muchas casa, ni personas viviendo. Se fijó en una casa medio abandonada pero con iluminación, la luz provenía de algún otro lugar, pues un cable rodeadaba la fachada. La casa era de piedra rojiza por fuera y estaba bordeada por enredaderas, algunas rosas que llevaban tiempo sin ser cuidadas y excesivas malas hierbas adornaban la entrada.

amores, dramas y cotilleosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora