28 de Enero

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Carlos

El día que conocí a la mejor amiga de Serena fue un día raro de cojones. Nuestras miradas se habían cruzado en el pasillo del Children Center como si una corriente eléctrica nos indicara hacia donde debíamos mirar. No creo en el destino, ni siquiera existe, por lo que creo fuertemente que solo fue una casualidad, una muy apetecible casualidad. Por otra parte en el mismo lugar se encontraba Cooper Llorca, lo que me dejó un poco desconcertado, sin entender su presencia allí. Sí, conozco a ese señor, tres meses atrás un tipo nos había contactado a Austin y a mí para acabar con la vida de Cooper Llorca; por supuesto que no aceptamos, nuestros trabajos implican asesinar personas sin moral que se mantienen ocultas en la sociedad: violadores, fetichistas, estafadores, políticos corruptos, asi como personalidades influyentes que ocultan cosas oscuras. Por ningún motivo aceptamos trabajos de riñas, a nosotros no nos interesa la competencia de nadie. Y ese era el caso de ese señor, querían eliminarlo porque es la competencia de un bufete rival.

Hecho un vistazo por la ventana de mi consulta y vi que la amiga de Serena abría un paraguas rojo y dorado debajo de la fuerte lluvia que caía sobre Nueva York. Es obvio que acababa de salir del hospital. Tengo que averiguar su nombre, no puedo seguir llamándola la amiga de Serena. Parecía confundida, miraba a ambos lados de la acera, como si buscara a alguien o esperara por alguien, apretaba su bolso contra sus tetas. La seguí observando por largo tiempo y no pude evitar notar como todos los hombres que pasaban a su alrededor se volvían para mirarla.

Durante el tiempo que la pude observar el día de la operación de Hazel, supe que era una de esas mujeres por la que pierdes la cabeza y comienzas a ser mejor persona por ella. No creo que ninguna mujer te cambie tanto, pero eso dicen. En cuanto a Serena aún no distingo que siento por ella, solo sé que la quiero, independientemente si es amor de pareja u otra cosa. Mi cabeza volvía a reproducir el aspecto que tenía esa chica aquel 23 de enero, la forma en que salían sus palabras de sus sensuales labios carnosos y rosados. Supe que era mejor alejar mí vista de ella después de echar una mirada a su cabello castaño, que le caía sobre las tetas; uf, sus tetas, mejor lo dejamos ahí. Nunca en mi vida me había sentido tan atraído por una mujer después de verla por primera vez, y sabía que tenerla cerca de mí sería un problema, soy un puto asesino a sueldo, joder.

La chica aún espera en la acera, y tengo el impulso de salir y hablarle, porque tal parece que me espera a mí. Me levanto del asiento y salgo de la consulta dispuesto a conversar con ella. Me tardé en llegar a ella, dándole tiempo suficiente para irse, pero no fue así, todavía seguía allí parada bajo la lluvia. Me acerqué hasta ella y le hablé:

—Hola.

Se giró, dándome en la cara con el paragua que llevaba.

— ¡Uy, lo siento! —se disculpó mientras me pasaba la mano por el pómulo de mi cara que acababa de pegarle un sombrillazo.

—Descuida, fue un accidente. No es nada grave —retiré su mano de mi cara algo incómodo.

Ella sonrió nerviosa.

—Soy Carlos, ya nos vimos una vez —le tendí mi mano, la cual ella miró fijamente con su entrecejo fruncido.

Tardó en corresponder mi saludo, pero al final lo hizo.

—Ah, soy… soy Marla.

—La mejor amiga de Serena, ya lo sé —tuve el impulso de sonreírle, me estaba encantando ponerla tan nerviosa, se veía asustada y adorable.

Trilogía Pecado (Libro 1, 2 y 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora