Prólogo

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Kilian
Diecisiete horas antes…

La historia se repite una y otra vez, es como si fuera un patrón obsesivo el que me lleva a aceptar este tipo de trabajos de protección, pero me fue imposible negarme. Mi amigo Connor había sido mi fiel compañero de milicias desde que llevaba tiempo en las filas americanas, y aunque también fue mi cuñado por un corto período de tiempo, era una mera amistad lo que nos mantenía unidos más allá de los años sin vernos. No había sabido nada de el por más de seis años, cuando nos vimos por última vez en la asamblea de reconocimiento a soldados caídos en Vietnam en la operación Lince que juntos llevamos a cabo con éxito. Por eso, cuando mi hermana me dijo que él se había puesto en contacto con ella para que le facilitara mi número de teléfono, no dude ni un segundo en pedirle su número a mí hermana y llamarlo.

Tomo el teléfono entre mis manos observando con sumo entusiasmo el número de teléfono que brilla en el papel, marco y la contestadora me indica que se encuentra ocupado. Espero unos minutos y vuelvo a insistir.

— ¿Sí? —contesta Connor del otro lado de la línea.  

—Connor, amigo, soy yo Kilian, no puedo creer que aún no tengas mi número registrado —murmuré con voz dramática poniendo los ojos en blanco.

—Kilian, es todo un honor volver a hablar contigo. Estaba a punto de llamarte —comenta.

Suspiro, como si no lo conociera, estoy consciente que es mentira, Connor siempre prefirió hacer las cosas por su cuenta antes de pedirle un favor a un amigo.

—Siempre fuiste una causa perdida, Connor. —Hago una breve pausa —. Mi hermana me comentó que habías llamado preguntando por mí, y por eso te he ahorrado el compromiso de que tengas que llamarme tu y lo he hecho yo de forma desinteresada —me rio como un loco de solo pensar las locuras que solíamos cometer en la juventud hace algunos años.

—Sí, necesito un inmenso favor tuyo, es algo de vida o muerte —confesó preocupado —. ¿Aún trabajas en aquella agencia de guardaespaldas?

—Por supuesto, Connor, sabes que servir y proteger es mi pasión —dije, haciendo alusión a la antigua serie de Kabul a la que nos volvimos fanáticos durante un tiempo.

—Muy bien, me alegro mucho, porque necesito tus servicios de guardaespaldas, es urgente — señaló, lo sentí preocupado.

—Imagino que es bien delicado el asunto porque desde aquí escucho tu ansiedad, cuéntame Connor, ¿de qué se trata?

Meto mis manos en los bolsillos de mi chándal de andar por casa y camino de un lado a otro en el comedor de mi apartamento.

—Es… es mi novia, o bueno algo asi, necesito estar seguro de que se encuentre bien a toda hora, y ahora mismo acaba de salvarse de un secuestro por los pelos, no quiero ni imaginarme… ni imaginarme lo que le hubiera podido suceder —anunció. Se notaba que le costaba hablar de ello.

—Entiendo, amigo, no he estado nunca en tu pellejo pero imagino que debe ser algo surrealista. Puedes contar conmigo para ser el guardaespaldas de tu novia —le informo.

—Gracias, Kilian, ahora mismo acabas de aliviarme un gran peso. Eres el mejor para este trabajo y tengo mi absoluta confianza puesta en ti —dijo más calmado, suspirando contra el teléfono —. Ah, Kilian… su padre está dispuesto a pagar cualquier precio, al igual que yo.

— ¿Dónde puedo encontrar a su padre? Tenemos que acordar bien todo este asunto.

—Te enviaré su dirección en un mensaje de texto.

—Ok, Connor, trato hecho. Me pondré en contacto con él cuanto antes. No te preocupes, tu novia está en las mejores manos —aseguro sin titubear, él sabe que no miento, soy el mejor en lo que hago.

—Kilian… cuídala, por favor.

—Asi será. No te preocupes.

Minutos después de colgar con Connor, escucho el teléfono vibrar, aparto los ojos de la pantalla del ordenador y tomo el teléfono para echarle un vistazo al mensaje de texto que Connor me acaba de enviar.

Address: 1923 Bond Cir Ne, Center Point, New York.
Name: Cooper Llorca.
Name: Marla Collier.

Releo la información y llevo mi mano a mi barbilla, pensativo, el nombre de ese hombre me es sumamente conocido. Vuelvo a girarme hacia la pantalla del ordenador y abro Google, coloco el nombre de Cooper Llorca en su buscador y acto seguido presiono el botón de búsqueda. Delante de mí aparecen un montón de noticias donde ese señor es el protagonista, pero hay una que llama mucho mi atención. Es del periódico The New York Time, por lo que supongo que es información verídica. Presiono sobre la noticia, deseoso de conocer los posibles trapos sucios de mi próximo cliente a proteger.

Cooper Llorca es nombrado abogado del año por cinco años consecutivos. El bufete Pérez-Llorca se posiciona en el puesto número uno de los mejores bufetes de abogados de Nueva York.

Suspiro al leer todo aquel circo. Me parece algo ilógico que los bufetes de la ciudad compitan entre ellos en busca de fama y prestigio. La de enemigos que debe tener este señor tan solo por hacer bien su trabajo. Después de llevar varios años protegiendo a ilustres personas dentro de la elite de Estados Unidos, ya no hay nada que me suponga un desafío, por lo que proteger a la hija rica y mimada de un importante abogado es pan comido. Mis ojos se posan en el nombre que reluce debajo, uno que no me he percatado de su existencia en el mensaje hasta ahora: Marla Collier.

—Marla Collier —susurro su nombre como si fuera criptonita.

Mis ojos se entrecierran con extrañeza al percatarme del dato que no lleva el mismo apellido que su padre, desconozco los motivos pero ya lo averiguaré. Coloco su nombre en el buscador de internet tal cual hice con su padre, pero esta vez la búsqueda no arroja resultado ninguno, únicamente un enlace que me envía directo a un perfil en Facebook. Cliqueo y los ojos se me abren con asombro al ver a la chica morena que sonríe para la cámara en la foto de perfil que hace un mes posteó nueva. Sus ojos no brillan, no parecen sentir emoción alguna. El cabello le cae por los hombros y viste un vestido amarillo repleto de flores. Es guapa, no puedo negarlo, pero algo en ella me indica que es una chica acostumbrada a no recibir órdenes de nadie, y de ser asi eso puede llegar a ser un problema para cumplir con mi trabajo. Resoplo por la nariz ante esa posibilidad.

Deslizo de mi frente un mechón de mi pelo y agarro el teléfono dispuesto a enviarle un mensaje de confirmación a Connor. La puerta de mi oficina se abre justo en ese momento y mi hermana entra en ella cargada con una bandeja de panqueques. Le dedico una sonrisa y cierro la pantalla que aun mostraba la foto de perfil de Facebook de la chica.

—Te he traído tus preferidos, como cuando éramos niños —murmura mi hermana sonriendo y dejando la bandeja en una esquina de mi escritorio.

—Gracias, hermanita —beso su mejilla y acaricio su cabello con delicadeza. Tomo un panqueque y me lo meto en la boca de un bocado —. Están deliciosos.

—Dijiste que te cortarías el cabello hace dos semanas —me recuerda con desagrado mientras desliza su mano por mi pelo greñudo —. Pareces un escoces con esas pintas.

Su risa inunda la habitación y centra su mirada en mi teléfono. Yo también rio pero me mantengo alerta ante un inminente ataque de preguntas de mi hermana pequeña entrometida.

—Sí, lo dije, pero no he tenido tiempo, además, me gusta mi cabello largo, me distingue del resto —replico y noto como mi expresión cambia y mi mirada comienza a oscurecerse.

—Sí, ya sé, tienes mucho trabajo —dice con retintín, poniendo una cara de lo más graciosa —. Solo eso haces, trabajar.

—Kayla, no comiences, por favor —le pido, poniendo los ojos en blanco porque con ella siempre era igual.

—Está bien, está bien, mejor me voy. —Alza sus manos en señal de rendición y sale de mi oficina llevándose con ella la bandeja vacía donde antes se encontraban los panqueques.

Regreso al trabajo y vuelvo a abrir la página de Facebook de la chica, cliqueo la fotografía y le doy a ampliar imagen, trato de grabarme en la memoria cada uno de sus delicados rasgos y le doy guardar imagen en mi galería. Lo que antes me parecía pan comido, ahora no estaba tan seguro de ello, después de todo nunca era fácil trabajar con una niña mimada que siempre lo ha tenido todo en la vida. Marla Collier no sería problema que no pudiera manejar. Estoy seguro de ello.

Trilogía Pecado (Libro 1, 2 y 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora