III. DREI

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HEIST STEIN

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HEIST STEIN

«Este lugar es deprimente».

Fue lo primero que el rubio pensó al entrar a la institución P.R.E.Y. El gris de las paredes y los bordes blancos de las puertas y ventanas se unían en una combinación pálida y decadente. Heist metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros y siguió a su hermana mientras entraban en la sala de visitas, que resultó ser igual de deprimente que todo lo demás. Con lo costosa que era la mensualidad, Heist se esperaba algo mucho mejor. Su resguardada pasión por el diseño de interiores chillaba ante todo lo que veía. Apostaba a que su madre también lo odiaría. Su pecho se apretó un poco al recordarla así que alejó ese pensamiento.

Por un momento, Heist se sintió mal por su hermano. Frey no se merecía un lugar así, sin embargo, había sido el único lugar al que él había accedido a asistir. Eso levantó mil banderitas rojas para Heist. El rubio no era conocido por su falta de inteligencia y él sospechó desde el segundo uno que Frey tenía otro motivo para venir aquí. Así que Heist investigó, y encontró la razón y por eso estaban aquí.

—No lo presiones —ordenó Kaia con un tono firme. Heist bufó—. Ni seas sarcástico, ¿de acuerdo? Sino puedes mantenerte a raya, yo seré la que hable.

—Claro, porque eso ha funcionado muy bien —respondió Heist con sarcasmo—. Has venido a verlo tres veces y nunca te ha dicho la verdadera razón por la que está aquí.

—Hay que darle tiempo.

—¿A Frey? ¿Estamos hablando del mismo chico que mató a alguien a sangre fría y terminó aquí? ¿tiempo para que mate a alguien más?

—Heist —protestó Kaia, abriendo bien los ojos y mirando a los alrededores, cuidadosa de no ser escuchados por los guardias. Su voz se transformó en un susurro: —Sabemos porque lo hizo.

—¿Y eso lo justifica? Actuó solo, rompió las reglas.

Kaia se tensó.

—¿Aún te riges por esas reglas? Ya no somos... —ella no terminó esa oración, no tenía que hacerlo. Heist suspiró.

—De acuerdo, intentaré ser... —él se detuvo a pensar que palabra debía usar—. ¿Comprensivo?

—Bien.

Ambos se sentaron en un sofá de dos puestos, había espacios así por todo el salón de visitas, como mini salas de estar con un sofá pequeño para dos visitantes y uno para el paciente. Heist arrugó las cejas al notar que ellos eran los únicos en este salón. Era domingo, se suponía que el día donde la gente debería tener más visitantes. Sin embargo, Heist recordó que muchos de los que estaban en esta institución experimental no eran personas queridas en sus familias, todo lucía más como el lugar donde enviaban a alguien del cual no querían saber nada más: un basurero humano.

Mientras esperaban, Heist se tomó el tiempo de observarlo todo, era lo que mejor se le daba. Sus ojos pasaron por los guardias y los cinturones gruesos que cargaban, donde tenía una pistola taser, gas pimienta y un bastón largo. Esos no parecían métodos de contención legales en un psiquiátrico. Heist ojeó el cuello de uno de los guardias, tatuajes sobresalían de la tela de su camisa. Interesante. Luego, se detuvo a observar las cerraduras de las puertas y sus diseños, esto lucía más como una prisión que una institución mental, sus muebles y cuadros élegamente pálidos no engañaban a nadie.

Frey (Darks #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora