XV. Fünfzehn

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XV


—¿Aún eres capaz de sentir dolor?

La pregunta no sorprendió a Frey. Luna era curiosa y sabía que, al verlo con tantos moretones, esto pasaría. Él se tomó su tiempo dándole vueltas al asunto. Objetivamente hablando, él dolor estaba ahí, sin embargo, con el pasar del tiempo, su tolerancia había crecido, eso era obvio y ya ni siquiera hacía muecas cuando se tocaba alguna herida o tejido inflamado.

—No mucho —admitió.

Luna observó sus heridas con descaro como si no le creyera. Estaban en la cafetería, era la hora de la merienda, donde les servían bebidas calientes y panes rellenos de dulce. Era el único postre que ofrecía PREY.

—¿Te han herido muchas veces?

—Sí.

Ella asintió y suspiró.

—Yo no puedo llorar. —Soltó mientras tomaba la cuchara y comenzaba a echarle azúcar a su café—. Cuando mamá se colgó, lloré tanto que me desmayé varias veces y luego no volví a llorar. Han pasado años y sin importar lo que vea o lo que me pase, no puedo llorar.

Frey la escuchó mientras se enfocaba en la cantidad de azúcar que Luna ponía en su café.

—Es demasiada azúcar, dos cucharadas, ocho gramos —comentó y siguió—: La muerte de tu madre fue traumática, tu subconsciente asocia lágrimas con ello así que probablemente por eso bloquea tu capacidad de llorar.

—¿Ahora eres psicólogo?

—No, uno de mis padres es psiquiatra —respondió Frey, observando su taza de café sin endulzante alguno y volvió a mirar la de Luna, ella ahora le echaba leche y mezclaba—. Siempre había libros sobre psicología en casa, y hubo un tiempo en el que tuve una hiperfijación con eso.

—¿Uno de tus padres? —Luna tomó un sorbo.

Frey no sabía porque se le hacía tan fácil charlar con ella, le pasaba lo mismo con Balkan. Quizás era el hecho de que eran personas que había tenido una vida difícil o tal vez lo mucho que le recordaba a Kaia. Él extrañaba a su melliza todos los días, pero no se permitía pensar mucho en ella, porque no podría permanecer aquí si lo hacía.

—Tengo tres padres —aclaró y Luna sacudió la cabeza.

—Nunca conocí al mío y tú tienes tres, eres muy afortunado.

Él no dijo nada y en la distancia, vio entrar a Maren y dirigirse a ellos como si nada, el enfermero que era su sombra siguiéndola.

—¿Qué tenemos por aquí? —Maren se sentó a un lado de Luna quien se tensó visiblemente.

—¿Qué quieres? —preguntó Frey directamente. No había razón para que ella se le acercara. Ya no había nada que él necesitara de Maren, la chica sonrió.

—Qué hostil, Frey, pensé que éramos amigos.

—¿De qué me he perdido? —Rai se les unió, sentándose al lado de Frey. Las cuatro sillas de la mesa ahora ocupadas y la incomodidad en el aire.

—No lo sé, Frey no quiere presentarnos a su amiga —dijo Maren.

Frey observó las manos de Luna y como las retractaba de la mesa para bajarlas a su regazo. Les tenía miedo.

—¿Cómo te has hecho amiga de Frey? —preguntó Rai, burlón—. Eres afortunada, no es un chico de muchos amigos.

Luna tragó y apretó sus labios sin decir nada.

Frey (Darks #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora