XIV. VIERZEHN

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Las excusas salían de la boca de Maren con mucha facilidad.

Frey se limitó a quedarse callado porque ella lo estaba manejando mejor de lo que él lo haría. Apenas volvieron al autobús de P.R.E.Y y regresaron a la institución, las preguntas por parte de la directiva no habían parado. Ambos estaban llenos de moretones con señales obvias de una paliza, y es que sí se habían peleado cuando Frey la tomó para usarla contra Jaeda, sin embargo, nadie necesitaba saber esa parte. Había una especie de código silencioso entre ellos, porque Maren sabía que no le convenía hablar en su contra cuando Jaeda estaba en su poder.

La jefa del área de bienestar los dejó ir, luego de obligarles a comprometerse a una terapia juntos dos veces por semanas, agregó que tenían que superar la rabia que se tenían si no querían ser expulsados porque una pelea así no volvería a pasar. Así que fueron escoltados de regreso a sus habitaciones.

Las grandes cortinas del lado de las ventanas del pasillo se ondeaban con suavidad con la brisa que se colaba por una que otra medio abierta. Mientras caminaban el silencio con el enfermero de Maren siguiéndolos a unos cuantos pies de distancia, Frey sintió la mirada de la chica sobre él.

—Ya no tienes una razón para cazarme —murmuró ella por lo bajo, él apenas la escuchó. Frey no respondió nada porque tenía razón, al principio había estado lleno de ira y había querido destruirlo todo a su paso, incluyéndola a ella, pero ahora que había pasado tiempo y que ya había logrado su primer objetivo, Maren había perdido relevancia para él. Ella siempre había sido una pieza para llegar a Jaeda y ya lo había logrado—. Eso me entristece —admitió ella, apartando la mirada.

Frey arrugó sus cejas y la observó, su pómulo izquierdo estaba hinchado y empezando a ponerse morado, y una parte de él se sintió mal por golpearla, pero él lo había intentado por las buenas y ella había sido imparable, le había golpeado tanto que él casi había perdido el conocimiento varias veces.

—No entiendo por qué.

Maren suspiró, deteniéndose frente a su habitación para luego girarse hacia él, sus ojos negros apagados.

—Tu rabia... y fijación conmigo me daba una razón para levantarme cada día.

—Eso no lo explica. —Frey siguió confundido—. Debería ser algo bueno que ya no seas parte de mis planes.

Maren sonrió, y se le quedó viendo por un par de segundos.

—¿Sabes? Ahora lo entiendo.

—¿Qué?

—Lo que Raella vio en ti. —Y con eso, se dio media vuelta—. Buenas noches, Frey Stein.

Él se quedó ahí por un rato, mirando la puerta cerrada, analizando esa interacción. Su cerebro estaba agotado, había sido un día intenso. Al darse por vencido, se fue a su habitación.

En el camino, no pudo evitar pensar en el hecho de que lo había logrado: su primer objetivo. Frey quería sentirse orgulloso de ello porque pocas veces lo dejaban hacer cosas solo, en la familia Stein él siempre había sido el menos independiente. Y aunque, había necesitado un poco de ayuda, todo el plan había sido suyo, y él era el que estaba expuesto en este lugar. Aun así, Frey no se sentía bien del todo y no encontraba la razón.

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—¿Qué diablos te pasó? —La alarma en la voz de Balkan llamó la atención de todos los pacientes que les rodeaban en el jardín de P.R.E.Y. Al darse cuenta, el chico se aclaró la garganta mientras Frey continuaba con su tarea asignada: remover todas las ramas secas de las plantas que no había sobrevivido el frío invierno.

Frey (Darks #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora