El agua tomó un color rojo que fue imposible que pasara desapercibido. Hyunjin en la orilla con la mano en su estómago y su mirada asustada fue suficiente para que el tritón sintiera el enojo apoderarse de él. Se acercó rápidamente, intentando tocar la herida del castaño, pero Hyunjin estiró su mano con sangre en un ademán exigente. No era ese el plan, ni Jeongin debía quedarse a la vista, ni Hyunjin debía ser su razón de estadía, incluso si era involuntaria.
—No, Innie. Tienes que irte, ¿recuerdas? Estaré bien. —Hyunjin trato de sonreír para afirmar con lágrimas en los ojos que no se estaba muriendo de miedo por dentro. Jeongin le miró asustado, aun intentando acercarse a él—. Jeongin, vete. Protege al mar y cuídate tú. No es a mi a quien buscan, yo sabré cuidarme. Vuelve a las profundidades antes de que ellos te hagan lo mismo a ti. Lo sabes, lo dijiste en la leyenda, los humanos son codiciosos y malos. No caigas en sus manos.
Jeongin estiro su mano, sin hacerle caso a la petición desesperada del castaño, quería curar su herida incluso si comenzaba a entender el porqué habían llegado a esa situación donde el pescador estaba en la orilla con una herida grave en su estómago y el tritón revelado su identidad ante unos hombres en barcos con armas de fuego en sus manos. Claramente todo apuntaba a una sola cosa, pero Jeongin creía en el brillo lleno de miedo que creció en los ojos de Hyunjin.
El ruido de unos gritos se escuchó desde lo lejos, el agua roja llegó a tocar el medio cuerpo humano de Jeongin y Hyunjin tenía las manos manchadas con tanta sangre que llego a manchar por completo su ropa. El desespero de Jeongin lo llevó a alterar sus emociones, algo que no pasaba hace años, pues ser un tritón atrapado y uno enamorado eran dos cosas distintas.
Jeongin apoyo las manos en la herida de Hyunjin a medida que las olas crecían en tamaño notoriamente, el faro se encendió, era un llamado de ayuda a nadie en específico. Hyunjin alzó la vista, notando la mirada confundida de los pescadores cuando sus barcos comenzaron a moverse de un lado al otro y como las olas rompían con tanta impotencia en las rocas y la orilla.
Jeongin estaba enojado.
—Innie... ¿Que... Que estas haciendo? —Pero la pregunta de Hyunjin fue respondida sola en cuanto noto como su herida ardía el doble y un jadeo involuntario cargado de dolor salió de sus labios. Jeongin con las manos en la herida estaba presionando, pero no era esa la razón del dolor punzante.
Los ojos oscuros de Jeongin volvían a tornarse del mismo tono que la primera vez que se vieron bajo el agua, azules como el resto del océano en reflejo al cielo en una tarde brillante de verano. Sus manos frías hicieron contraste con lo caliente de su sangre y aunque esperaba un ardor peor por la sal marina, Hyunjin tenía otro tipo de dolor en su estómago. Jeongin lo estaba curando, incluso si aquello era biológicamente imposible.
Los barcos comenzaron a acercarse, los gritos se oían mas cerca que antes y el mar aumentaba cada segundo su tamaño, incluso Hyunjin ya tenía sus rodillas bajo agua, cuando hacia tan solo un rato se encontraba entre arena. El dolor en su estomago llego a tal punto que fue inaguantable, pero solo duraron un segundo los pinchazos antes de que un grito ahogado en su garganta fuera lo último que sus propios oídos escucharan.
Luego fue un zumbido, como si todo estuviera envuelto en su propio eco, sus manos y pies dejaron de funcionarle, se sentía cansado. Los barcos hicieron un sonido horrible, parecido al de un cañón, pero Hyunjin fue incapaz de escucharlo con claridad.
Y por último, entre medio de sus pedidos desesperados de un final feliz para aquel que ya había tenido suficiente dolor sin buscarlo, sus ojoso se encontraron con una suave sonrisa de despedida. Jeongin le miro con lagrimas en los ojos y su boca se movía como si quisiera soltar algo a través de sus finos labios.
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En las profundidades - [Hyunin] [✓]
Фэнтези"Entre el cielo y el agua, justo al Noroeste en unas piedras acantiladas, existen unas turbulentas aguas incapaces de dejar ápice de vida para aquellos que navegan hasta ellas. Cuando tús pies pongas en la proa y el canto del océano fluya de tu boca...