XVII

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Hyunjin colgó la sábana blanca en la soga, siguiendo las instrucciones que su abuela le había dado hacía quince minutos. Se giró en su lugar solo para ver cómo Seungmin renegaba con la suya, enredándose entre la sábana mojada, el viento de los finales de verano y una soga algo alta para él. Una sonrisa se escapó de los labios de Hyunjin.

—¿Estás burlándote de mí? —Se quejó el menor, logrando colgar la sábana justo cuando un viento la volaba y la misma salía disparada a la calle—. ¡No puede ser!

Seungmin salió corriendo en busca de la sábana, soltando un par de maldiciones que Hyunjin fue incapaz de escuchar. Se dio la vuelta terminando de acomodar la sábana cuando el sonido de una voz ajena interrumpió su momento de pulcritud.

—Hey, Hwang. —Minho, el hermano del medio de los Lee, se encontraba parado del otro lado de la valla marrón que separaba la vereda con el patio delantero de los Hwang.

Llevaba puesta una camisa blanca con un par de botones desprendidos y sus mangas arremangadas hasta los codos. Su cabello marrón estaba despeinado, pero a la vez, prolijo. Una cualidad que solo tenían los Lee. Hyunjin le miró con el ceño fruncido, secándose las manos mojadas por la ropa en su pantalón.

—¿Lee? —Hyunjin podía estar refiriéndose a una cantidad considera de personas con ese apellido, pero todos en el pueblo solían llamar a la familia Lee como tal, él no era la excepción. —¿Puedo ayudarte en algo?

Si bien los Hwang y los Lee eran como los Capuleto y Montesco, la verdad era que Hyunjin solo podía odiar a Kyun, de cualquier forma con Minho no había intercambiado más de diez palabras en toda su vida y Felix era como un amigo secreto al que, odiando admitirlo, le quería.

—De hecho, vine a preguntarte algo. —Minho, sin permiso previo, abrió la valla sin seguro que había dejado Seungmin al salir corriendo y entró al patio delantero.

Hyunjin asintió, dejando la ropa aún pendiente de colgar atrás y acercándose a Minho.

—Es sobre la competencia. —Minho hizo una mueca, haciéndole saber a Hyunjin lo que aquello significaba—. No estás en la lista participante. ¿Por qué?

Hyunjin no tenía porqué contestar aquello, pero de cualquier forma era una manera muy buena de enfrentar su realidad, la decisión que había tomado y hacerla sentir más real, pues aún le costaba digerir que toda su vida había amado hacer algo que luego, de un momento a otro, pasó a ser simplemente una actividad más que no disfrutaba hacer.

—Ya no me dedico a la pesca. —Fue todo lo que dijo, cruzándose de brazos y sintiendo una amargura extraña en su boca al soltar aquello. Minho le miró sorprendido—. Puedes decirle a tu hermano que tiene asegurado el primer lugar.

Hyunjin se dio la vuelta, volviendo a tomar una de las sábanas del cesto para colgarla en la soga, pero Minho no se había ido, seguía parado detrás suyo con los brazos cruzados y asimilando sus pensamientos.

—No se suponía que él ganara. —Susurró Minho, pero parecía más metido en su propia cabeza que en la conversación con Hyunjin.

—¿Disculpa? Creí que eso quería toda tu familia. —El pelinegro le miró con el ceño fruncido, había jurado que Minho solo lo había visitado para pedirle una ventaja.

—Desde que Kyun está obsesionado con la pesca, el dinero que trae a casa es casi nulo. Yo y mí madre somos los encargados de traer el dinero, ella trabajando como empleada en una mercería y yo en la ciudad. En cuanto acabe el verano, volveré a tener que tomarme un barco todas las mañanas y tardes para ir a trabajar mientras Kyun se encarga de ser un engreído por el pueblo. —Minho parecía enojado mientras hablaba, como si soltar aquello le hiciera menos peso mental—. Habíamos acordado que si Kyun perdía está competencia, iríamos a vivir a la ciudad el año siguiente, todos tendríamos un trabajo estable y Felix continuaría sus estudios sin problemas.

En las profundidades - [Hyunin] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora