Durante mucho tiempo, Hyunjin le guardó mucho cariño al mar, a tal punto de querer visitarlo todos los días con el solo fin de sentir una conexión con algo inexistente. Durante mucho tiempo Hyunjin le robó aquello que los humanos llaman vida marina para terminar de satisfacer las necesidades humanas y devolverle el cariño al mar con una codicia enorme. La competencia llegó al pueblo hacía más años de los que las manos pueden contar, y Hyunjin solo pensaba en ganarla. Demostrar que el podía ser alguien importante antes de irse a la ciudad.Por supuesto que como toda persona con un plan de vida mental, cayó en una realidad alterna que no pensó caer nunca. Solo que en este caso, Hyunjin vivió un cuento de hadas lleno de fantasía.
Y quizá por ese cuento de hadas su vida cambio lo suficiente para hacerle creer a todos a su alrededor que se había arruinado todo su plan y su felicidad en el camino, pero Hyunjin sabía que con la aparición de Jeongin en su vida, nada había sido arruinado, sino distinto.
Y cuando creyó que todo podía mejorar de nuevo, la leyenda que su mismísima criatura escribió, le jugó totalmente en contra al corazón. No importaron los sentimientos del momento, ni los gritos hundidos en el agua. Jeongin murió en las profundidades marinas, dónde había sido condenado a vivir por siempre. Las criaturas le acompañaron en silencios metafóricos, los pescadores huyeron como cobardes ante su propio deseo de poder y Hyunjin...
El murió también un poco ese día.
Sabiendo que le quedaban solo un par de horas antes de tomar el primer barco a la ciudad y empezar toda su historia de zero, Hyunjin se limitó a pasar el resto de su tiempo en la orilla donde todo empezó. Viendo la piedra ser golpeada por el agua salada, a lo lejos algún que otro surfista que adoraba broncearse desde temprano y el faro apagado en la cima del acantilado Corazón.
Sus pies estaban enterrados en la arena, sus manos jugaban entre ellas y su cabello era vilmente lanzado hacia atrás por un viento veraniego de madrugada.
Se quedó allí más de dos horas, simplemente mirando la unión de cielo y el agua, tratando de recordar cada minuto que pasó del verano y cada tanto, innegablemente, secando las lágrimas que se le escapaban sin aviso.
El libro de la leyenda estaba a su lado, se había jurado destruirlo si así era necesario, pero creía que lo mejor era lanzarlo al agua, dónde pertenecía. Sin corazón, el mar no tenía vida, y sin vida, no había amenazas. Hyunjin había salvado al tritón y condenado a otra muerte. Quizá de todos los pescadores, Hyunjin siempre sería el más codicioso, queriendo el amor de un tritón que no amaba con la misma intensidad que todos los humanos en la tierra. Queriendo al corazón del mar, pero no para más poder, sino para él. Hyunjin quiso a Jeongin, pero no para lastimarlo, sino para amarlo, y no pudo hacerlo por siempre.
Seungmin le había dejado en claro que debía volver a casa temprano para preparar sus valijas y sus cajas, pero en cuanto intentó poner todos sus dibujos en una carpeta, no pudo evitar sentir su corazón contraerse en el pecho de solo ver aquellos ojos azules que algún día aparecieron ante él con el único fin de cambiar su historia. Hyunjin tenía una cicatriz incurable en su corazón, y esperaba que algún día sanara realmente o acabaría entrando en un pozo que ni el verano siguiente le devolvería la luz.
La ola que rompió en la orilla viajó por la arena hasta detenerse en sus pies, haciéndole cosquillas en los dedos y aún así, siendo incapaz de formar una sonrisa, se quedó mirando como volvía a juntarse en la siguiente ola. Y así fue, otra ola nueva rompió y el agua volvió a rozarle los pies. Quizá podría quedarse allí por siempre. En algún lugar donde sus pensamientos atormentaran en silencio y nadie se diera cuenta de lo pesado que le resultaba su cerebro en esos momentos.
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En las profundidades - [Hyunin] [✓]
Fantasía"Entre el cielo y el agua, justo al Noroeste en unas piedras acantiladas, existen unas turbulentas aguas incapaces de dejar ápice de vida para aquellos que navegan hasta ellas. Cuando tús pies pongas en la proa y el canto del océano fluya de tu boca...