Capítulo 13

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Maddie

Estos dos días han pasado sumamente rápido y con eso llegó el día de la dichosa cita con Diego.

Pensé que me sentiría mucho más nerviosa al salir con mi crush, pero estoy normal o eso creo. Desde temprano mi papá anda diciendo que me lleve con cuidado con él, ya que apenas saldremos y toda la charla de que los chicos solo buscan una cosa.

Ya es de tarde y cada que puede me recuerda que no vaya de prisa con él, que me tome el tiempo de conocerlo y muchísimas cosas más, en fin todo el día ha estado con el mismo tema, cabe destacar que es el primer chico que le presento oficialmente por así decirlo.

Voy al cuarto de Mia para decirle que me de su opinión de lo que me pondré para la cita, cosa que me costó un poco convencerla ya que andaba pendiente de su teléfono.

— Ok pero ya sal de mi cuarto que invades mi espacio personal — dice ella sonriendo.

— Con que esas tenemos ¿Eh?.

— Así  te pones tu cuando entro a tu cuarto solo cinco segundos.

— Vale, comprendo — digo abriendo el armario — ahora elijamos el outfit.

— Me alegra saber eso — Mia se queda observando mi armario hasta que se detiene.

— Pruébate este, mientras iré buscando otra opción — me da la ropa y me cambió.

Es un short de tiro alto blanco con un top verde, me gusta pero no lo veo para la ocasión.

Me pasa cuatro opciones más y nada. Yo siendo ella me rendiría, y creo que lo está pensando por qué se tira a la cama suspirando agotadamente.

— Creo que desde este ángulo conseguiré lo correcto — dice.

La veo y esta acostada en la cama con la cabeza  fuera de esta.

— Yo creo que se te irá la sangre a la cabeza — digo riendo.

— Esooooo, rojooo — la miro confundida hasta que me entrega un vestido de primavera que es rojo con blanco que me llega un poquito más arriba de las rodillas, es muy lindo, ni muy formal ni muy desarreglado, es muy cómodo y perfecto.

Decido acompañarlos con unas zapatillas de color negro, llevo el cabello en una cola alta y ondulado en las puntas, un poco de perfume y para el rostro un pequeño delineado, rubor y un gloss.

Justo al terminar escucho el timbre de la casa y supongo que es Diego, veo la hora y me sorprende que llegara puntual  me apresuró a salir con Mia, la cual se frena de repente al inicio de las escaleras ocasionando que por poco me cayera.

Baja "normal" observando a Diego detalladamente .

— Es lindo, pero no me da buena vibra — dice en tono bajo cuando me acerco a ella.

— Ya papá también me ha dicho lo mismo pequeña, pero no juzguemos antes de conocerlo bien.

— Vale, pero si te lastima se las verá conmigo.

Le doy un beso en la frente y llego a donde están papá y Diego.

— Supongo que es hora de irnos — digo al llegar.

— Cuídala mucho — dice en forma de advertencia.

— Eso haré,  hasta luego.

— Chao papá — me despido de él dándole un abrazo.

— Espero que no me cambies por ese chicuelo — dice en un tono tierno.

— No me voy a casar ni nada por el estilo papá,  solo es una cita.

— Así dicen y ya luego no vuelven — dice abrazando a Mia.

Le sonrió y me voy al auto.

Luego de veinte minutos de camino llegamos a un lugar muy llamativo y elegante.

Reviso mi ropa y me doy cuenta que no era la indicada para este tipo de lugares.

— Ehh... no estoy segura de entrar así — dije algo nerviosa.

— Déjate de bobadas y baja — baje pero sentí como mis pies temblaban de los nervios. Sinceramente pensé que iríamos a un lugar más común y no a un restaurante de que gritaba lujos por todos lados.

— ¿Podemos ir a un lugar más común? — dije algo apenada.

— No, ya tenemos reservación y no pienso ir a otro lugar por ello.

Decidí aceptar su invitación, por que supuse que una reservación en un lugar así sería muy costoso y no debía perderse.

Al entrar era un ambiente súper bonito y cómodo, todo era muy reluciente y daba miedo caminar y arruinar el lugar. Cuando entre, sentí que las personas me veían como si no encajara en el lugar, en parte no lo hacia pero te veían como con desprecio solo por eso.

Preferí ignorar las miradas que ya se estaban volviendo incómoda, pero sin importar que  me senté en la mesa que nos indicaron, Diego pidió por los dos y solo asentí a lo que sea que pidió.

— ¿Vino? — dijo sacándome de mis pensamientos.

— No gracias, muy poco me gusta.

Llamo al mesero pidiendo dos copas de vino. Cosa que me enojó un poco.

El mesero fue muy amable y me dio la copa de vino. La cual tomó solo un poco dejándola a un lado por completo.

Cinco minutos después volvió aparecer el mismo mesero  trayendo con él los platos de comida, al colocarlo al frente me di cuenta que era una pasta de camarones, se veía delicioso, pero realmente estaba tensa, no me sentía en ambiente tranquilo a pesar de que fuera uno.

— Cuéntame de ti, ¿Qué te gusta hacer?.

— Oh...Estemm... Digo — suspire y trate de relajarme para poder dejar fluir mis palabras — Yo... a mi me gusta leer, me encanta escribir,  escuchar música, dibujar,  bailar, comer y claramente no puede faltar dormir ¿Y tú?

— Muy aburrido, pero cada quien con sus gustos, a mi me gusta jugar fútbol y entrenar en el gimnasio.

— Muy básico la verdad — juro que solo lo había pensado y no tenia planeado decirlo pero sucedió.

Me sonroje y pedí al cielo que no me escuchara,  cosa que era imposible por que literal estaba al frente de mi.

— Si lo es, pero es lo que me gusta.

— Vale — dije en tono bajo.

— Pidamos el postre — llama al mesero nuevamente y este nos ofreció lo que había en el menú,  Diego pidió un postre  sumamente elegante mientras yo me fui por mi básico helado de chocolate y fresa.

Luego de un silencio sumamente incómodo él decidió hablar.

— Me gustas.

Quede en shock, pedí al altísimo que me tragara y me escupiera en otro lado del mundo, o que simplemente apareciera el mesero con los postres.

— Yo... tu... a....— sentí que la comida se me devolvía y decidí retenerla antes de que pasara a un desastre — tu también a mi.

— ¿De verdad?— preguntó atónito, yo simplemente asentí.

Tome mi vaso de agua con mucha prisa y justo llego el mesero.

— Gracias — dije sonriendo.

— ¿Quieres ser mi novia? — me atore con la cucharada de helado que me había metido a la boca, eso sí no me lo esperaba.

— Como el helado y te respondo.

Me comí el helado con una lentitud asómbrate, procesando la información impactante que me había lanzado. Luego de unos largos minutos le respondí, y no pensé que desde esa noche cambiaría por completo mi vida.

— Si quiero — él solo me miro y me dio un beso, cosa que me dio una mínima emoción cosa que sentí rara y solo le sonreí.




Amor PropioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora