Primer Acto • 13/13 • La Rosa Podrida

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10/09/17

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La sede central del círculo mágico, una institución coincidentemente ubicada a tan solo 13 minutos del instituto Vieux Chateau.

Junto a Renjiro como habíamos acordado una vez el reloj marcó las cinco de la tarde cogimos un taxi desplazándonos a la puerta principal de Aquelarre, las dos grandes puertas de color azul nos recibieron con el símbolo de la estrella de cinco puntas rodeada de destellos dibujada en su superficie.

No había regresado al Aquelarre desde hace años cuando Renjiro intentó que encajara con los demás de nuestra generación, pero desde siempre dentro del Círculo Mágico era visto por como un raro, primero por ser mestizo y luego cuando transicioné, aunque ya acostumbrado a lo primero el ser un chico trans era solo una gota más al vaso.

Como recordaba la sala principal siempre estaba llena de extranjeros, tomando fotos de los artilugios y pinturas repartidos por todas las paredes o atriles, claramente copias ya que el material original se encontraba en el verdadero circulo mágico, caminamos por un pasillo dirigiéndonos a una sala oscura con cortinas rojas rodeando todas las paredes ocultando el gran circulo dorado en su centro, con los doce signos del zodiaco pintados.

-Que hueva tener que venir aquí- Murmuro Renjiro entre dientes parándose encima del símbolo de escorpio que brillo una vez sus dos pies se encontraron dentro.

-Pero si aquí todos te aman niño prodigio- Rodé los ojos parándome encima del símbolo de libra.

-Bajo la estrella primitiva declaro mi lealtad, cinco elementos que rigen mi vida y claridad- Pronunciamos al unisonó haciendo que el circulo desapareciera haciéndonos caer violentamente metros bajo tierra.

Una vez tocamos el piso era como si apenas hubiéramos dado un salto, aterrizando ilesos en la iluminada cueva del Aquelarre con cristales arcoíris llenando de luz las catacumbas que se activaban cada vez que alguien pasaba cerca de ellas.

Renjiro señalo uno de los múltiples pasillos, a diferencia de mi luego de los trece el siguió viniendo, con menos frecuencia, pero su vínculo con el Aquelarre esa más fuerte que su deseo de nunca volver a pisarlo.

-Dejo de venir un par de meses y esto ya me suena a nido de hormigas, no se me haría extraño que esto antes fueran cuevas de insectos gigantes- Menciono Renjiro mientras girábamos hacia un lado dubitativo de su camino.

Pero algo hizo que parara en seco, una señora de aspecto severo vestida con un vestido largo amarillo y morado caminaba viendo una proyección en su mano mientras dos chicas que reconocí al instante intentaban mantenerle el paso mientras conversaban.

Paulette a su derecha se fijó como Renjiro había parado en seco en medio del pasillo sin saber que hacer, le hizo un ademán para que se apartara para que la jefa del aquelarre no lo notará, pero Rosselina quien estaba a su derecha al vernos saludo casi gritando el nombre de Renjiro con una mirada de satisfacción haciendo que la señora subiera la vista súbitamente.

- Madame Intoksikyal, buenas tardes – Dijo Renjiro poniendo las manos detrás del torso apretando su muñeca de manera aguantando el tener una sonrisa en el rostro al ver a la madre de Paulette acercársele con los brazos abiertos, lo rodearon sus fríos y morenos brazos saludándolo.

La mujer de drástica mirada me dirigió una mirada como si fuera una pelusilla en la ropa de Renjiro haciendo que apartara la vista.

-Renjiro querido, ¿y ese milagro que vienes al aquelarre? Los hijos de los Dākurei siempre son bienvenidos, es un placer tenerte aquí ¿Cómo esta tu hermana? –

El Chico de Las doce Cadenas: DesatamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora