Primer Acto • 12/13 • La Tiara de Sangre

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06/09/17

-Aun creo que es una pésima idea – Dijo Taeyang sentado con las extremidades cruzadas mostrando su desaprobación a lo que estábamos a punto de hacer.

Desde el momento que pude saborear el poder de Joarel siento una ligera obsesión a querer saber más, usarlo y manejar su poder mejor de lo que él lo haría dentro de años de entrenamiento, pero primero quería saber cual era el limite del niño y desde ahí empezar un plan, el solo hecho de pensar que con tan solo algo de su poder podríamos lograr lo que queríamos hacia que mi cuerpo se hundiera en una emoción embriagadora.

-Tae, chiquito bonito- Dije acercándome a el lentamente hasta poder alcanzar sus suaves piernas con mis manos abriéndolas de un solo movimiento, me acerqué a su cuello mientras la tenía las manos pegadas al pecho recostándose en el cristal detrás de el sin tener donde escapar- ¿Por qué en vez de juzgarme... ¿No me ayudas? - Le susurré en el oído dándole un pequeño mordisco a su pequeño lóbulo haciendo que de su boca saliera un agudo quejido.

Me separé de el con una risa contenida entre los labios alcanzándole una de las varas de cristal conductor que había conseguido tomar "prestado" de la oficina de mi padre.

Coloqué el dispositivo cronometrado que nos ayudaría a salir sin necesitar a un tercero ya que el solo hechizo requería a dos personas, pero tampoco teníamos a nadie que nos pudiera ayudar.

Ambos descalzos nos posicionamos en las marcas que había dibujado de guía en el piso, entonces cerramos los ojos, y ambos tomamos una larga bocanada de aire ya que hasta que terminase el hechizo no íbamos a poder respirar.

Despejé mi mente vaciándola de toda emoción o pensamiento que interfiriera y con un chasquido el artefacto empezó a cronometrar cada segundo con un sonido que nos indicaba como el tiempo pasaba de pronto más lento que naturalmente. Me empecé a mover sintiendo las guías escritas en el frio piso de porcelana del baño mientras los giros y movimientos de mis brazos marcaban los dibujos necesarios en el piso, sentí el corazón de Tae latir alrededor de la sala, era como si solo ambos existiéramos en ese solo momento, y aunque estuviera con los ojos cerrados podía detectar como movía cada parte de su cuerpo en el oscuro ambiente iluminado por fogosas velas colocadas por la superficie junto al tintineante ruido del cristal raspando el gélido suelo, una vez sentí su cuerpo empezar a acercarse a mi dando vueltas en mi eje era casi automático como se movía mi cuerpo, en una danza que alteraba el tiempo y percepción del espacio.

Finalmente nuestros cuerpo se encontraron en el centro de la sala, con los corazones latiendo como uno y respiración agitada, podía detectar como su respiración chocaba contra la delgada tela de mi camisa más arriba de lo normal, estaba de puntillas, sin pensarlo mucho bajé el rostro instintivamente hasta poder detectar su respiración chocar con mis labios acercándome a los suyos, pero un temblor junto a una luz que invadió el ambiente en un solo segundo hizo que ambos cayéramos al suelo abriendo los ojos.

Donde estábamos era un espacio blanco de infinito espacio, con un cielo infinito y negro expandiéndose hacia arriba.

- Que interesante- Dije levantándome del piso y ayudando a Tae a hacer lo mismo quien giraba viendo a todos lados.

- Esto esta tan...-

-Vacío- Completé su oración.

Empezamos a caminar sin rumbo hasta que Tae me jalo de la camisa señalando algo con su mano, afile la vista intentando ver, pero solo era un punto negro en su lejanía, aunque al ser lo único que aparecía en este infinito espacio, caminamos acercándonos a lo que se veía en el horizonte, que poco a poco empezaba a tomar forma.

El Chico de Las doce Cadenas: DesatamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora