Primer Acto • 4/13 • La Garra de Diamante

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01/09/17

Mientras hablaba con Joarel por teléfono me acerque a la habitación de mi hermano, lo extraño es que estaba abierta porque siempre tenía la puerta cerrada con llave, asome mi vista y lo que vi hizo que sintiera que mi sangre hiele y mis ojos se llenaran de lágrimas, Mi novia estaba besando a Conrad, mi hermano.

– ¿¡Que carajos Aurelia?!–grité golpeando la puerta de tal manera que esta se desencajo del marco por la fuerza.

Los dos me miraron asustados y las lágrimas empezaron a escaparse, caminé a gran velocidad, vagando por el castillo, perdido como si no fuera mi hogar desde que nací.

– ¡Zintos! – La voz de Aurelia me seguía – ¡espera! –

–¿Qué tan imbécil crees que soy? –Mi voz empezaba a sonar más ronca, pero traté de evitar que mi ira se apoderara de mi cuerpo.

–Es que– Aurelia trato de explicarse –Tú nunca estás conmigo, siempre estás encerrado en la biblioteca estudiando todo el día o hablando con Joarel por el teléfono–

– ¿Enserio estás tratando de echarme la culpa? –Empecé a bajar las escaleras y sentí mis colmillos comenzar a crecer mientras mi vista se tornaba borrosa.

–Zintos tranquilízate no puedes transformarte aquí, pondrás en peligro al bebé–

La voz de Conrad retumbaba en mis oídos como un molesto mosquito.

–No me toques– Grite agarrando agresivamente su mano que se había posado en mi hombro y mis garras empezaron a enterrarse en su piel a medida que iban creciendo.

– ¿Es la primera vez? –exclame y Aurelia que estaba a unos metros de nosotros solo miraba al suelo sujetando su vientre mientras lloraba.

– ¿Siquiera es mío? –Le grité salpicando a Conrad de saliva y sangre que desbordaba de mi boca por los colmillos creciendo dentro.

Ella solo negó lentamente con la cabeza y en ese momento sentí mi corazón detenerse.

Caí al piso devastado debido a que mis piernas se vencieron, como si la sangre no quisiera pasar por ellas, Conrad trato de volver a tocarme, pero esta vez no me logre contener. Lance un puñetazo a su pecho haciendo que su cuerpo saliera disparado hacia una pared del comedor haciéndolo soltar un quejido al caer.

– ¿¡Qué son todos esos gritos!?–Escuché la voz de mi hermana menor mientras bajaba las escaleras corriendo.

Corrí hacia ella con velocidad de lobo y la cargué a la cocina cerrando la puerta detrás de mí.

Mis piernas me traicionaron cayendo al piso otra vez y empecé a llorar.

– ¿Qué pasó hermano mayor? –La voz de Liria me calmaba, ella preocupada acariciaba mi cabello y el sentimiento intenso de furia se transformó en uno de tristeza inundado de inmensa amargura.

–N–no es mío–Dije haciendo un esfuerzo para que mis cuerdas vocales dejaran de temblar.

–¡Por todos los dioses! – Exclamó –Eso explicaría lo preocupado que estaba Conrad desde el comienzo del embarazo– Soltó aspiro lleno de sorpresa.

Tengo que salir de aquí...–Dije levantándome y secando mis lágrimas apoyándome en la isla del comedor para no caer.

Anda donde Joarel y no vuelvas hasta que padre y madre regresen de su viaje a Alemania, yo te avisaré ¿De acuerdo? –

El Chico de Las doce Cadenas: DesatamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora