Capítulo 3

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Cuando la fiesta terminó con Peter fuimos directo a nuestra casa, mis papás y los suyos habían decidido que nuestra primera noche la teníamos que pasar juntos, no me gasté en discutir porque estaba muy cansada, había bailado y tomado alcohol toda la noche para olvidar que era mi casamiento.
-¿Querés que entremos como los recién casados y te alce?-Juan Pedro intentó cargarme entre sus brazos pero negué con la cabeza.
Traspasé la puerta sintiendo dolor de cabeza, tiré los tacos hacia un costado y pateé la valija ya hecha para partir mañana rumbo a Costa Rica, en solo horas me tomaría un avión.
Quién llegó antes a la habitación matrimonial fui yo.
-¡La cama es mía!-canté victoria- vos podes ir al sillón del living
Peter ni se molestó, se fue sin hablarme, suspiré más aliviada y me metí en la cama después de desvestirme, me quedé en ropa interior.

-¡Lali!-me llamó una voz-¡Lali tenemos que irnos!-me zarandearon.
Abrí mis ojos sin entender nada, Juan Pedro suspiró.
-¿Ya es la hora?-pregunté lo obvio, él asintió con la cabeza.
Lo hice irse para terminar poniéndome ropa de verano, una vez lista lo hice cargar nuestras valijas, no pensaba hacerlo, Juan Pedro las tuvo que arrastrar hasta el taxi que estaba esperándonos.
Nos ignoramos mutuamente hasta que llegamos a la terminal de aviones, él pagó el viaje.
Tuvimos que registrarnos y por poco me infarto cuando vi en los pasajes decía que mi nombre era Mariana Espósito Lanzani.
Malhumorada terminé haciendo todos los tramites, fui al free shop e hice varias compras solo porque era una extensión de la tarjeta de Juan Pedro, quería molestarlo, él sí trabajaba, lo hacía en la empresa de su papá, amaría también poder tener esa libertad, eso hace que lo envidie un poco.
Al cabo de un tiempo finalmente subimos al avión, cuando llegó la azafata con el carrito directamente pedí un vaso con whisky, por suerte estábamos en primera clase, así que mi objetivo sería emborracharme para dormir gran parte del viaje, pero en vez de eso me puse verborragica, no pude evitar ponerme a hablar mucho, Juan Pedro se rió en mi cara.
-Así que tu lugar en el mundo son los lugares donde haya playas, la mayoría de las veces no usas corpiños porque los odias, te gusta hacer topless, sos fan de Grey's Anatomy, nunca viste Friends, tu comida favorita es la pasta, le tenes pánico a las montañas rusas y tu placer culposo es que te gustas mucho las películas de las Cincuenta sobras de Grey cuando sos feminista-repasó todo lo que le conté, quería matarme a mi misma, seguro iba a molestarme con eso la mayor parte de nuestro tiempo juntos.
Tomé un último vaso de whisky y por suerte pude dormirme.

Cuando abrí mis ojos me di cuenta de que estaba apoyada sobre Juan Pedro, con el asiento cómodo y amplió que tenía terminé durmiéndome sobre él, suspiré, lo que me extrañó es que no me despertó, lo miré, también se había quedado dormido.
Ya era de día, lo supe porque vino nuevamente el carrito para traernos el desayuno, por lo menos eso me puso feliz, amaba el desayuno, la azafata despertó a mi.. Mi esposo.
-Gracias-él le agradeció cuando le dieron su bandeja con cosas para comer.
Volteó su cara para mirarme, tenía sus ojos chinos del sueño.
-Buen día marido-se lo recordé solo para fastidiarlo, él elevó sus cejas.
-Buen día esposa-contraatacó-Mariana Lanzani
Eso sí me sacó de mis casillas, lo fulminé con la mirada mal, soltó una carcajada y se puso a comer.

El avión aterrizó en horario, tenía resaca, había tomado bastante en todo el viaje, me sorprendió el no haberme descompuesto, ese sí hubiese sido un buen comienzo de matrimonio.
Un auto nos pasó a buscar por San José a penas llegamos, cargó nuestras valijas y nos emprendimos en un viaje de cuatro horas y media hasta llegar a nuestro destino final, Tamarindo, éste paro frente a la puerta del hotel, aproveché para estirar mis piernas, ya no aguantaba estar sentada ni un minuto más.
-¡Pura vida! ¡Bienvenidos!-nos saludó un hombre del hotel- acá decimos eso para saludar o despedir al otro-nos sonrió y nos ofreció un trago a cada uno- siganme para registrarse así les dan la tarjeta de la habitación
Seguí los pasos del hombre y fuimos al mostrador, otra vez hicimos más trámites, cuando finalmente nos dieron las llaves y pude entrar a la habitación fue muy feliz, busqué rápidamente mi traje de baño para ir a la playa, para estar lejos de Juan Pedro.
Él también se sintió aliviado, lo noté cuando nos alejamos y desde lejos nos miramos a los ojos.
Fui derecho a la playa y me recosté en una reposera, me saqué la parte de arriba de mi bikini, me dio igual que no sea una playa nudista, solo quería olvidarme de todo lo que pasó en los últimos días, cerré mis ojos lentamente, todo iba bien hasta que me sobresalté, una persona me había mojado.
Juan Pedro tenía un balde en sus manos, lo miré mal, sus ojos se fueron directo a mis pechos, me cubrí con mis brazos, ¿desde cuando alguien me intimidaba?

Por la noche me ardía todo el cuerpo, en la ansiedad de ir a la playa me olvidé de pasarme por el cuerpo protector solar.
-Estas color camarón-Juan Pedro soltó una carcajada-¿necesitas ayuda?
Acababa de darme una ducha y estaba cubierta solamente por la toalla, de mala gana le di mi crema hidratante para que me la pasara por la espalda, me ardía.
Sentí a su mano deslizarse hasta mi cintura lentamente, cuando dejó de pasarme la crema nos miramos a los ojos por un segundo, me metí nuevamente en el baño para seguir pasándome la crema por otros lados.
Una vez lista teníamos la cena de cortesía por ser recién casados, nos dieron champagne y nos trajeron pasta con mariscos.
-¿Cómo sabían que me gustaba esto?-estaba maravillada con el plato que tenía frente a mi.
-Les.. Les dije que seguro ibas a preferir eso-Juan Pedro hizo una pausa- no es nada
Que él haya pensado en mí pero no para molestarme me sorprendió, tal vez quería tan solo un momento de paz, entonces hice lo mismo, decidí relajarme y pasarlo bien, tomé vino, comí postre, me sentí satisfecha, me tiré directamente al centro de la cama dispuesta a dormirme.
-Ey, tenes que cambiarte-se recostó a mi lado y corrió el pelo de mi cara para mirarme.
Solté un suspiro y me puse de pie, quise bajar el cierre de mi vestido.
-¿Podes?-le pedí ayuda.
Noté a su respiración algo acelerada cuando se acercó y me bajó el cierre, suspiró.
-Gra.. Gracias-finalmente lo dije, me costaba hacerlo, agradecerle justamente a él.
Entré al baño y me puse un camisón, cuando salí de ahí Juan Pedro ya estaba metido en la cama, me encimé sobre su espalda para empujarlo y que se vaya.
-¡Dale! Dormí en el sillón-me quejé.
En lugar de eso él giró y quedé apresada debajo de su cuerpo, se había sacado la remera, por instinto le hice una caricia en la espalda, nos miramos a los ojos sin saber que esperar del otro.

Indeseado despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora