Capítulo dos

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Bang Chan vivía solo desde los 19 años, y hace cinco años había decidido dejar Corea para visitar Australia. En Corea no era muy común encontrarse con personas como él, por la razón de que casi siempre tenían que esconderse de los humanos que se atrevían a cruzar los límites del bosque. Sólo unas pocas manadas tenían su territorio cerca de donde estaba la manada Bang, pero nunca hubo conflictos entre ellos. 

Eso fue hasta que en Australia conoció al que ahora es su mejor amigo. Por cosas del destino, tal vez, el alfa se había topado con el omega en celo en uno de los tantos bares que frecuentaba. No puedo evitar sacarlo de ese lugar y llevarlo a su departamento. 

–Suéltame... a-ahora, déjame.

El omega se removía entre los brazos del alfa, el cual no estaba dispuesto a soltarlo hasta que llegaran a su auto. Una vez ahí, lo empujo dentro de la parte trasera y se subió en el lado del conductor. 

–E-eres un cerdo si c-crees que v-voy hacerlo contigo –renegó el omega.

–¿Cuál es tu nombre?

–N-no te lo diré... seguro e-eres un pervertido q-que después de tocarme m-me tirará al m-mar, ¡Oh, maldición! –gritó encogiéndose por el dolor en su vientre. 

–Sólo aguanta un poco, estamos llegando a mi departamento.

–Te dije que n-no. 

–No te haré nada, ni te tiraré al mar, sólo quiero ayudarte. 

–N-no te creo. 

El alfa suspiró mientras estacionaba el auto cerca del ascensor. Bajo y ayudó a bajar al omega, para luego tomarlo en brazos al estilo princesa ignorando los golpes que le daba este en el pecho. 

–S-sólo porque me duele demasiado... no puedo bajar, im-imbecil. 

–Te dije que no te haré nada –respondió entrando al departamento. –Dejare que te des una ducha con agua fría, puedes tomar mi ropa y acostarte en la cama, trataré de buscar algunos supresores que puedan ayudarte, de lo contrario tendrás que aguantar el dolor. –dijo una vez lo puso de pie en el baño.

–¿P-por qué haces es-esto? No me conoces. –susurró el omega cabizbajo, estaba nervioso pues sólo miraba sus manos mientras jugaba con ellas. 

–Luego hablaremos de eso, ahora haz lo que te digo. Estaré en la cocina por si necesitas algo.

Estaba por salir cuando el rubio lo interrumpió. 

–Felix... –el alfa volteó confundido. –Es mi nombre, Lee Felix. 

–Un gusto Felix, mi nombre es Chan, Bang Chan. –Respondió sonriendo antes de salir del baño. 

El omega tratando de confiar en sus palabras, se deshizo de su ropa y se metió en la tina. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo pero después se relajó que no supo cuando se dejó vencer por el sueño.

 Un escalofrío recorrió todo su cuerpo pero después se relajó que no supo cuando se dejó vencer por el sueño

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–¡Felix! Ven a recoger tu maldito desastre –gritó Chan desde la cocina, la cual estaba echa un asco. 

Trastos sucios, harina por todas partes y envolturas de chocolate. El piso también era un desastre, camino despacio tratando de no resbalar con nada y dejó las bolsas del supermercado en una de las encimeras limpias. 

–¡Felix! 

–¡No me grites, recuerda que soy un omega sensible! –gritó entrando en la cocina.

El alfa lo miró de pies a cabeza tratando de no reír por su apariencia pero le fue imposible. Ver al chico cubierto de harina y chocolate con un puchero y una bandeja de brownies le hizo soltar una carcajada. 

–¡Y encima te ríes de mi! 

–¿Acaso pasó un terremoto por aquí? –preguntó una vez dejó de reír. –¿Y por qué estas cubierto de harina? 

El omega suspiró. –Fue algo parecido, mi hermana trajó a Chaer y quiso cocinar conmigo. Se acaba de dormir. 

–Bueno, ni creas que te voy ayudar a limpiar este desastre. –dijo saliendo de la cocina, de paso robando un brownie. 

–¡Tienes que hacerlo! No voy a terminar nunca.

–No grites que vas a despertar a Chaer y tendrás que limpiar mucho más. 

–Ash... maldita la hora en que acepté cuidarla. 

Mientras Chan reía y se sentaba en el sofá, el omega maldecía en voz baja al alfa empezando a recoger cosa por cosa. Así pasaron las horas hasta que el sonido de un celular despertó a Chan. Aún con los ojos cerrados lo saco del bolsillo de su pantalón y contestó. 

–¿Aló?

Chan... tienes que venir, es tu padre –respondió una voz desconocida para él.

¿Padre? ¿Mío? 

Si serás idiota, habla de Christopher. 

Eso fue suficiente para que abriera los ojos y se sentará.

¿Me escuc...

Salgo en el primer vuelo –colgó la llamada para dirigirse a su habitación y sacar una pequeña maleta. 

–¡Lix! Alista tus cosas, nos vamos a Corea.

–¡¿Qué?!

Espero les esté gustado esta historia

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Espero les esté gustado esta historia. Saludoos! 

Reasons for Falling in Love | CHANMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora